miércoles, 2 de diciembre de 2009

Presuntos Profesores

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El otro día, viendo una película algo antigua llamada "El Vuelo del Fénix", me llamó la atención una escena en la que un personaje está pintándole el nombre "Fénix" a un avión (de ahí el nombre de la peli), y otro de los personajes le inquiere por el significado de esa palabra. Cito de memoria:

- El Fénix era un ave mitológica en la cultura de la época de los egipcios, hace más de seis mil años, con la peculiar capacidad de que, tras su muerte... - empezaba a decir el consultado.
- Eh, oiga, no me hable como si fuera idiota. - le corta el inquiriente de manera hosca.

La escena me recordó, aunque sin razón aparente (ya saben, esta cabeza mía, que me lleva por derroteros extraños a veces), cierto hecho histórico, más concretamente de la historia de la música, que aconteció cuando el genial compositor Wolfgang Amadeus Mozart (cuyo nombre completo era aún más largo) presentó su ópera "El rapto en el serrallo" ante el Emperador José II. El emperador era un hombre sin profundos conocimientos de música, que más bien se interesaba en el tema por el aquel de que estaba de moda entre la nobleza. O sea, que era como la mayoría de gente a día de hoy con el fútbol: saben algo porque todo el mundo habla del tema, así que ellos no van a ser menos.
Y parece ser que el emperador, pese a estar satisfecho con la obra de Mozart, dijo algo así como que "pero tiene demasiadas notas". Ya ven, algo así como si un crítico literario dice que una novela es buena pero tiene demasiadas letras. Mozart, los genios a menudo tienen esa actitud excéntrica, le respondió con un "¿Y cuántas notas exáctamente considera su majestad que serían adecuadas?".

La sarcástica y reductora al absurdo respuesta de Mozart fue, para mi gusto, fantástica: si el zote este se pronuncia sobre mi música con semejante comentario de un tipo que ni siquiera un maestro haría de un aprendiz, yo pongo en evidencia su burrez haciendo algo tan simple como proseguir su razonamiento.

Les he aburrido con estas dos historias porque el otro día mi buen amigo Gumersindo Amador, lector (más por buen amigo que por otra cosa) esporádico de esta mi página web, me dijo:

- Creo que en tus artículos esos abusas de las citas. No paras de poner citas de tal o cual persona. Pareces un profesor obsesionado por las citas. Yo ya ni las leo. ¿No ves que yo quiero leerte a tí, no a Calígula, o a Sócrates, o a no sé quién?

Lástima, porque las citas son un fantástico condensado de sabiduría, a menudo más fácil de recordar que otras explicaciones más largas. Poco respeto y flaco favor a la Literatura, la Filosofía y hasta la Historia (qué curioso, las tres ramas que más hacen pensar, razonar, elucubrar y concluír por sí mismas a las personas) hace quien así piensa.
Pero tranquilos, que aquí acudo yo en defensa de mi viejo amigo, que otra cosa no, pero buen amigo sí que es: lo que, aunque él no lo sepa, le ocurre en realidad a Gumersindo no es (al menos en este caso) que desprecie algunas ramas del saber. Le pasan sencillamente dos cosas: la primera que a su faceta cazurra le molesta el aire docto, sábio, épico o lo que proceda que dan las citas a mis textos. Que diga yo lo que quiera, sí, pero sin florituras. Justo como en la película al principio de este texto citada. Quizá le satisfaga más que escriba mis artículos en ese espurio lenguaje que usa alguna gente para mandar mensajes vía teléfono móvil, o algo así.
Lo segundo que le ocurre es su devoción por el deporte nacional español: hablar sin saber. Si hay que hacerlo, pues se hace, así que, como a él al leer mis textos le viene el pálpito (convicción moral, lo llamaría Mariano Rajoy) de que ahí hay mucho barroquismo, pues va y suelta lo del exceso de citas. Más o menos como en el ejemplo del emperador y Mozart. Por lo menos no me ha dicho que pongo "demasiadas letras".

Gumersindo pisotea la faceta artística de mi actividad redactora. Es, podría decirse, lógico, está acostumbrado: en España se pisotea a menudo la faceta artística que por fuerza han de tener muchas, por no decir todas, de las actividades que las personas hacemos en esta vida.


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