miércoles, 7 de enero de 2009

Gumersindadas

 Hace algunos años íbamos mi buen amigo Gumersindo Amador y yo en el coche (en el mismo coche, se entiende) peleándonos al estilo de los buenos amigos (o sea, cerca de llegar a las manos) sobre política, para variar:

- Bueno, y esa es otra de las gracias del Zapatético... - me dice tan convencido entonces como aún lo está hoy de que soy del PSOE porque hablo mal del PP.
- ¿Cuál, Gumersindo? - respondo yo sin querer entrar en la enésima explicación de que PSOE y PP son, en definitiva, los mismos truhanes que siguen, por mucho que traten de disfrazarlo, las mismas políticas. Con Gumersindo a veces se cumple aquello de que "La Resistencia es Fútil".
- Pues que ahora van y dicen los americanos - (sic) - que se van de su base militar de no sé dónde que tenemos puesta aquí en España.
- ¿Y qué? - le digo yo - Cuanto menos se nos implique en sus guerras de rapiña contra otros países mejor.
- ¿Cómo que "y qué"? ¿Tú sabes cuántos cientos de miles - (sic también) - de puestos de trabajo daban aquí esas bases militares?

 A veces Gumersindo logra que sienta un cansancio moral bien comprensible. Supongo que fue harto de exageraciones como estas que dijo el filósofo: "El pescador que, en el calor del relato, abre en arco los brazos está tratando menos de establecer el tamaño del pez que el de la emoción que sintió al pescarlo".

 Que no soporta al Zapatético, vamos; así que todas las exageraciones están permitidas si de atacarle se trata.

- Pues no lo sé. ¿Cuántos? ¿dos? ¿tres? ¿cuatro?
- Un montón. - me asombra él.

 O más bien debería decir que me asombraría si, en lo que concierne a estas cosas, le otorgara credibilidad suficiente para aceptar que una sola base militar estadounidense puede dar millones de puestos de trabajo a españoles.

- Pero Gumersindo, esos españoles - evito entrar en lo de si son "montones de cientos de miles" - no deberían ganarse la vida a costa de los muchísimos muertos que causa el ejército estadounidense - (me quedo con las ganas de decir "sic") - bombardeando desde esas bases militares para las que ellos trabajan.
- Eso díselo a ellos - sentencia tajante él con un aire de rey Salomón que hasta le miro a ver si lleva la espada.

 Yo me imagino la conversación con mi vecino:

- Oiga, ¿por qué le está usted cediendo su terraza a ese francotirador, que me dispara cada vez que salgo de mi casa?
- Pues ¿qué quiere que haga, si me está pagando por ello? Tendré que ganarme la vida.

 Pienso en explicarle a Gumersindo que un trabajo no puede ser considerado digno si se basa en el asesinato o sufrimiento ajeno. Pienso en explicarle que si tan sólo esa base militar diera trabajo a diez "cientos de miles de españoles" ya tendríamos a uno de cada cuarenta españoles trabajando en ella, lo cual es una barbaridad matemática. Pienso en explicarle que lo que le ocurre es que FalsiMedia le ha inoculado un sicocondicionamiento a favor de los estadounidenses, "sic" incluído. Incluso pienso en explicarle que dos y dos son cuatro.

 Pero en lugar de ello opto por sentir un cierto cansancio moral.

 Bien comprensible, eso sí.