martes, 30 de diciembre de 2008

Dos Clases de Personas

 Algunas personas tienen un alma tan bella que me sobrecogen.
 Estas personas nunca te preguntan tu edad, ni indagan acerca de tu salario, detalles de tu vida amorosa o los ahorros que pudieras tener en el banco. No importa la confianza que hayan adquirido contigo o el tiempo que pasen a tu lado. Sencillamente no consideran que esos datos definan a la persona.
 Estas personas suelen tener movimientos cuidadosos en tu casa, devuelven siempre lo que les prestas como si les quemara en las manos, y te dan el dinero que te deben apenas pueden. No importa lo que rían o bromeen contigo. Simplemente no se olvidan de la existencia de tu persona.
 Estas bellas personas no se burlan mientras rezas arrodillado mirando a la Meca si eres mahometano, ni te insisten para que fumes (si fumas) o dejes de fumar (si no fuman). No te atosigan para que hagas deporte (si son deportistas) o te vayas de copas con ellos (si no lo son). Respetan tus creencias, tus decisiones y tus circunstancias.
 Estas personas, obligadas, como todos parece que acabamos estando, a juzgarte, lo hacen por tus actos. No por tu aspecto, ni tu fama, ni alguno de los múltiples números que todos nos vemos obligados a llevar en este loco mundo materialista.

 Otras personas desean conocer tus números: edad, salario, conteo de parejas que cruzaron tu alcoba, ahorros bancarios, automóvil (marca, modelo y cilindrada, por favor; se agradecerán detalles sobre los extras instalados), vestuario y demás adornos o aderezos. De hecho a menudo lo desean ardientemente. Incluso creen que no están llegando a conocerte en verdad sin esos datos.

 Las personas del primer grupo me gustan más que las del primero. Las del primer grupo han decidido mirar a la verdad de frente, y han visto cosas de las que las del segundo ni siquiera desean oír hablar.
 Los del primer grupo quizá han llegado a ver la vida como lo que puede que sea: un mero chiste del cosmos. A menudo pienso que se han convencido de que morirán, quizá antes de lo que ellos piensan. De ahí puede que venga su bella actitud.
 Los del segundo grupo miran hacia otro lado a menudo. Por la calle para no ver al mendigo pidiendo, en casa para no razonar acerca de la televisión mostrando anuncios de videoconsolas seguidos de imágenes de niños hambrientos, o hacia cualquier sitio por no mirar dentro de ellos mismos y ver aquello en lo que, con el paso de los años, se han acabado convirtiendo.
 Los del segundo grupo sienten que quizá no haya nada y después de esta vida sólo venga el vacío. Sospecho que le tienen un pánico terrible a la muerte. Es probable que de ahí venga su actitud del "Yo agarro para mí, y a los demás que les parta un rayo".

 Los del primer grupo aceptan informarse, de modo que a menudo comprenden el desastre al que está a punto de llegar nuestra civilización y desearían prevenir a otros para que tuviéramos una posibilidad de evitarlo. Los del segundo acostumbran a pedirte que no los amargues, porque "la vida es muy bonita".

 Pero los del segundo grupo sólo son personas del primer grupo que han sido confundidas durante demasiado tiempo y han olvidado lo hermosas que son en realidad. Tan sólo hace falta recordárselo.

 Por ejemplo con modelos. Sirviéndoles como ejemplo de que se puede salir de ahí. Siendo nosotros mismos del primer grupo, para que los demás nos vean y recuerden lo que antaño olvidaron.