lunes, 5 de octubre de 2009

El Bus o el Coche, Tanto Monta

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Una vez vi un documental de televisión, de esos de animalitos, y de tribus de África y tal, en el cual los guerreros de la tribu vecina eran sometidos a un simulacro de agresión (con lanzas y todo) por parte de los guerreros de la tribu que los recibía; por lo visto para ver si se mantenían impasibles, firmes, serenos y tal. Con ello quedaba, al parecer, demostrado su estátus de luchador, y eran considerados jerárquicamente al mismo nivel que cualquiera de los habitantes del poblado que visitaban. Me llamó la atención que los que grababan el documental ni siquiera eran sometidos al asedio. Según relataban, ellos ya estaban diréctamente por debajo del resto del poblado. Tampoco es que los pusieran fregar las letrinas (creo que ni siquiera tenían), los acogían como a huéspedes y tal, pero sus derechos seguramente estarían muy por debajo de los del resto de la tribu. Me figuro que en poblaciones primitivas, donde la supervivencia está cada día en juego, hay que recurrir a sistemas de organización social que se ven tan drásticos desde el punto de vista de la Civilización.

Me acordé de esta historia el otro día, que estuvimos algunos amigos reunidos con nuestro equipamiento informático: ya saben, cada uno se lleva su ordenador, y los montamos todos en red, y que si a jugar, que si a copiarnos películas, etc. Oh, y a enseñárnoslos, eso sobre todo, que el que no le pone un ventilador con luces de neón de colores a su torre, le instala más memoria, o algún componente más rápido, o le pone alguna otra cosa rara.
Muy llamativo me resultó el hecho de que todos los que allí estábamos recordábamos al momento datos como, por poner un ejemplo, la velocidad en MegaHertzios a la que funciona el Bus frontal de transferencia de datos de la placa madre de nuestro ordenador. Suena raro, ¿verdad? Pues no sólo eso, sino que también recordábamos ese mismo dato (las velocidades esas, no me hagan que lo escriba de nuevo) de los ordenadores de los otros.
Tras un rato de darle vueltas a la cabeza, concluí que la explicación para recordar un dato que, a efectos prácticos, podríamos decir que no sirve para nada, era, en realidad, muy sencilla: los allí presentes nos jerarquizábamos por ese dato. Como lo leen. Cada uno de nosotros, en cierto modo, sentía algo de envidia por el que tenía un ordenador con el Bus frontal (... bla bla bla, etc) a más velocidad que el suyo. Y sentía, en el fondo, algo de superioridad sobre el que lo tenía (el Bus tatatá, escribirlo más veces haría este artículo más pesado de lo que ya de por sí resulta) a menos velocidad.
Menuda solemne bobada, ¿no creen? Qué tontaría jerarquizarse, aunque sea a medias, por ese dato. O eso pensé yo.

Pero me alegro de haberle dedicado tiempo a pensar en ello: la próxima vez que alguien me pregunte mi salario, el coche que tengo, o mi edad, al menos sabré porqué lo hace.
Eso sí, ya puestos a ser poco civilizados y jerarquizarnos como las tribus primitivas, le pienso preguntar por su Bus Frontal en MegaHertzios... bla bla bla.



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