jueves, 1 de octubre de 2009

Sobre la Mano Dura

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"- Ira, miedo, agresión, el reverso tenebroso de La Fuerza son ellos. Conmueven con facilidad y enseguida te inducen a la pelea. Si alguna vez caes en el reverso tenebroso, dominará para siempre tu destino. Te consumirá como hizo con el discípulo de Obi-Wan.
- ¡Vader!... ¿Es más fuerte el reverso tenebroso?
- ¡NO!... ¡No!... No, más rápido, más fácil, más seductor.
- ¿Cómo voy a diferenciar el lado bueno del malo?
- Lo sabrás. Cuando estés tranquilo, en paz, equilibrado."
[Star Wars - El Imperio Contraataca]

"En su día parecía un castigo estupendo por comer chicle en clase. Pero esa experiencia me hizo lo que soy hoy: un adulto enfadado obsesionado con pensamientos de venganza."
[Tira cómica de Dilbert - Scott Adams]



Me encuentro a mi buen amigo Gumersindo Amador con aire enfadado:

- ¿Qué te pasa, Gumersindo? - le digo.
- No me hables. Que me han salpicado unos niñatos con un globo lleno de agua de esos con los que juegan a veces. - me responde.
- Bueno, al fin y al cabo hace mucho calor. - le respondo yo socarrón.
- Los ponía yo a esos firmes. Los hacía andar más derechos que una vela, si fuera su padre. O su profesor de algo.
- ¿De Religión, por ejemplo, como en la España Franquista? - le digo. Gumersindo a menudo entiende los Derechos Humanos en el sentido de que ciertos humanos tienen que andar bien derechos. Mayormente los que él decida.

Pero yo, que soy paciente cual serpiente al acecho, me espero a que pasen unos días, para preguntarle:

- Oye, Gumersindo, ¿te acuerdas del profesor que tuviste en el colegio, en tercer curso?
- ¿Que si me acuerdo? - Gumersindo se me enciende de golpe - Me acuerdo del guantazo que me dio, porque le dije "gandul" bromeando desde la ventana un día que llegaba tarde. Ya ves tú, con lo niño que era yo, que ni sabía lo que significaba esa palabra. Te aseguro que me lo encuentro ahora, y no veas la que le doy.

Así es Gumersindo. Destruye sus pocos axiomas a poco que le dejen hablar.

¿Se han fijado ustedes en el recelo, la desconfianza, o incluso el resentimiento y hasta ira u odio que desprende la gente que nos rodea? Los vecinos que nos cruzamos, los conocidos, los compañeros de trabajo, o hasta los amigos. No hay que ser muy lince para percibir que su actitud y sus formas de hablar desprenden emociones negativas. Ellos, de un modo u otro, tambien también arrastran las consecuencias de malas experiencias del pasado.
Avancemos un paso más: fíjense en esa gente de nuestros barrios marginales, lugares más duros para vivir o para crecer. Las actitudes confrontatorias de sus gentes me suelen llamar la atención. Y los jóvenes, lo más duro es ver a los jóvenes (de ambos géneros), sin la dulzura en la mirada que por fuerza hubieron de tener de niños, sin el aire afectuoso de quien ha vivido siendo querido. Más bien les han robado el bocadillo desde los primeros años de colegio, por lo que casi todo, incluso la seducción, lo viven ya como una prueba de fuerza.

La vuelta atrás de esa situación no es cosa fácil. Pero vivo con el convencimiento de que no se logrará haciendo algo que añada más ira u odio a esas personas. Y la mano dura es ese algo.

Creo que cualquier juez sabe que, desde el momento en que una persona es mandada a la carcel, puede que fuera o no un delincuente, pero saldrá de ella siendolo. En países como Venezuela saben bien que, una vez que la cultura del crimen y la delincuencia se han instaurado, erradicarla es dificilísimo: los hijos de las nuevas generaciones crecen entre padres a los que ven recurrir a la ira, al miedo, al odio, a la pelea.
Periódicamente desde los púlpitos de FalsiMedia nos intentan convencer de que hay que incrementar las acciones punitivas, los castigos. Por ejemplo, cuando ha habido algún asesinato de esos en los que les gusta cebarse, entrevistan nada menos que a algún pariente del asesinado acerca de la conveniencia de la pena de muerte, o de la cadena perpetua y tal. Típico; a los poderosos siempre les ha gustado que los castigos sean cuanto más duros mejor. Después de todo, raramente van a ir dirigidos a ellos, parapetados tras sus legiones de abogados, sino a nosotros, los que alborotan, molestan y no saben estar en su sitio aquí abajo.
«Qué fácil es decir eso para tí. Se ve que no te han matado a nadie. Que te hagan a tí alguna gorda, a ver cómo reaccionas.» me dice a veces el exaltado de turno. «Pues en ese caso yo seré precisamente la persona menos adecuada para tomar decisiones legislativas al respecto», les respondo. Por poder ser conmovido con facilidad.

Pero déjenme que lo transcriba de alguien que lo dijo mejor que yo, que acabamos antes (a veces me pregunto para qué escribo):

"La debilidad fundamental de la violencia es que es una espiral descendente que da vida a lo mismo que quiere destruir. En vez de disminuir la maldad, la multiplica. Por medio de la violencia uno puede asesinar al mentiroso, pero no puede asesinar a la mentira ni establecer la verdad. Por medio de la violencia uno asesina al que odia, pero no asesina al odio. Devolver la violencia con violencia multiplica la violencia, suma una mayor oscuridad a una noche ya ausente de estrellas. La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad, sólo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar al odio. Sólo el amor puede hacerlo".
[Dr. Martin Luther King]

En efecto, el odio está mostrando que no parece poder eliminar al odio, por mucho que parezca un camino más rápido, más fácil, más seductor. Pero para darse cuenta de ello hay que tener la mente clara. Estar tranquilo, en paz, equilibrado.

Y no querer «poner firme» al resto del mundo como venganza.



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