miércoles, 30 de septiembre de 2009

Echándose en la Cuneta

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"¿Añado yo algún valor al mundo, o simplemente le succiono sus recursos para luego morirme?"
[Tira cómica de Dilbert - Scott Adams]

"Quiero lo usual: dominar la tierra, felicidad a costa de los demás, gratificación personal de mi ego..."
[Tira cómica de Dilbert - Scott Adams]

"Una vez que un hombre tiene mucho más dinero que el que puede gastar para sus placeres, ¿qué desafío queda para excitarlo? Para aquellos con una mentalidad de clase dominante, la respuesta es el poder - poder puro y completo sobre otros seres humanos."
[Quiero Toda la Tierra Más El 5 por ciento]

"- No puedo creer que el marciano ordinario sea tan filósofo que se conforme con vivir esta horrible y dura vida en aras de un futuro que debe estar a cientos de generaciones de distancia.
- No, no es exactamente así. [...], los marcianos son parecidos a los terrícolas, lo que significa que son seres humanos, y los seres humanos son poco dados a la filosofía. De todos modos, es importante vivir en un mundo que va creciendo, lo vea usted o no.
»Cuando llegué a Marte por primera vez, mi padre solía enviarme cartas. Era contable, y nunca dejó de ser un contable. La Tierra no era muy diferente cuando murió de lo que era cuando nació. Nunca vio ocurrir nada. Cada día era como cualquier otro día, y vivir era sólo una forma de pasar el tiempo hasta la muerte.
»En Marte es distinto. Cada día hay algo nuevo, la ciudad es mayor, el sistema de ventilación da un paso adelante, las conducciones de agua de los polos se perfeccionan. [...] Si no ha vivido cuando las cosas van creciendo a su alrededor, jamás comprenderá lo maravilloso que es y lo que se siente.
»No, Congresista, Marte es difícil y duro, la Tierra es mucho más cómoda, pero me parece que si se llevara a nuestros muchachos a la Tierra serían desgraciados.
»Probablemente la mayoría no sería capaz de comprenderlo, pero se sentirían perdidos, perdidos e inútiles. Me parece que muchos de ellos no se adaptarían jamás."
[El Sistema Marciano - Isaac Asimov]

"Vuela amigo, vuela alto
no seas gaviota en el mar.
La gente tirar a matar
cuando volamos muy bajo"
[Vuela Alto - Julio Iglesias]

"Y en la sombra mueren genios
sin saber de su magia
concedida mucho tiempo antes de nacer."
[En Algún Lugar - Duncan Dhu]

"Del salón en el ángulo oscuro
de su dueño tal vez olvidada
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en la rama
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas.
¡Ay! pensé, cuantas veces el genio
así duerme en el fondo del alma
y una voz como Lázaro espera
que le diga «Levántate y anda»."
[El Arpa - Gustavo Adolfo Bécquer - Poeta Español]


En una hermosa película llamada "El Club de los Poetas Muertos" ambientada, si mal no recuerdo, en la Inglaterra Victoriana (antes del 1.900), el profesor de Literatura de uno de esos prestigiosos internados británicos tradicionalistas que forman y educan a la sociedad media-alta, trata de usar otras técnicas de enseñanza más progresistas, digamos distintas de la clásica repetición robótica del "Rosa, Rosae, Rosam".
Me llamó especialmente la atención una escena en la que el profesor pide a un tímido y retraído estudiante que invente un poema ante el resto del aula. El joven se siente especialmente asustado ante la situación; y no le culpo, cualquiera que haya pasado por un ciclo de enseñanza sabe que salir a la pizarra es algo así como ponerse en el punto de mira. Quiero decir en el punto de mira de una pandilla de canallas (la palabra que usaría un desinformado es «compañeros») que están buscando despiadadamente sus fallos y hasta deseando burlarse de él. Pero hete aquí que el profe logra distraer su mente (le hace dar vueltas con los ojos cerrados, tipo gallinita ciega; no me imagino yo al profe de Filosofía que tuve en el instituto usando esa técnica; más que nada porque no me imagino yo al profe de Filosofía haciendo nada que no sea hablarle a la pizarra escribiendo esquemas) para que pueda crear el poema ignorando la existencia (y las mofas) de sus compañeros. Y, ante el pasmo de los demás alumnos, el tímido estudiante se revela como un estupendo poeta, inventivo y original.

Sospecho que, aplicando este ejemplo de retrahimiento y bloqueo inducido en la personalidad al mundo real, no sólo todos conocemos casos similares: es que nosotros mismos tenemos o hemos tenido, sin duda, inhibiciones, culpas o miedos inducidos por el resto de la sociedad.

En el mundo animal, del cual provenimos y del cual no puede decirse que hayamos salido aún, existen progresiones individuales muy condicionadas por las circunstancias: cuando los individuos sienten que ha llegado su hora se desarrollan, expanden sus capacidades. Cuando se ven fuera del hábitat, inútiles, inapropiados, una molestia quizá, se retraen (a distintos niveles: biológico, emocional, cerebral, de atención) y, en última instancia, mueren. Digamos que, notando mediante lo que podría ser una especie de instinto evolutivo, que ha llegado la hora de quitarse del camino y dejar a otros el protagonismo, se echan en la cuneta a dejarse morir.
Hay multitud de ejemplos. En las tribus de monos se observa cómo el macho dominante es más fuerte, más grande, tiene el pelo más lustroso y se aprecia más sano y despierto. Si otro macho, quizá hasta entonces en apariencia igual que los otros, va camino de desafiar su primacía en la manada, no es extraño ver como sus alteraciones hormonales lo van cambiando: comienza a tener desarrollo muscular, tamaño, pelo lustroso, atención y el resto de características. Esto parece sugerir que la hipótesis del «Sentirse Vivo» no es descabellada. Más aún, si el macho dominante (macho alfa se le suele llamar) es destronado, sus cualidades decaerán, quizá hasta el nivel de un individuo más de la manada, si no más aún: decaerá su musculatura, su atención, su resistencia a enfermedades, el lustre de su pelo, etc.
Lo que estoy diciendo es que la relación causa-efecto pudiera no ser como parecía en principio: los individuos del mundo animal no están saludables, fuertes, veloces, atentos, ágiles, despiertos, vivos en definitiva, y como consecuencia de ello sienten que desean vivir. Al menos en gran medida, es a la inversa: el individuo del mundo animal que se siente, por las razones que fuere, con razones para vivir la vida, se desarrolla en todos o casi todos sus niveles posibles.

Nosotros también portamos ese instinto. Quizá sea genético, o algo así. La persona que se ve necesaria, útil, poderosa, dominante, en el foco de luz, o cualquier otra situación que la haga sentirse viva, se desarrolla: sus niveles de atención mejoran, su sistema inmunológico es más duro de vencer para las enfermedades, piensa mejor, está más fuerte, hábil, decidido, confiado, valiente, y en general no pocas de sus capacidades progresan. También, probablemente, se sienta más feliz. Nos ha pasado a todos, ¿verdad, amable lector?
Pero en nuestro caso pudiera ser levemente diferente, por el hecho de que somos una sociedad. Permitan que me explique: quizá queden seres humanos para los cuales su destino es tener cuanto más mejor. Para un capo de la mafia tener y acrecentar su poder, grandes fincas, extensiones de terreno en la costa y un harén de mujeres (como me lea el Berlusconi me caigo con todo el equipo) puede ser su motivo de vida, y razón de felicidad suficiente. Para los dueños del planeta reunir y amasar más y más riqueza, poder y privilegio seguramente también lo sea. Estas son sus razones para no desmotivarse e irse apagando. Sin embargo, para la mayoría de los demás, por mucho que nos traten de convencer de que nuestro objetivo en la vida es una televisión nueva, un automóvil, u otras migajas diferentes, sospecho que el único motivo profundo de felicidad, aunque la mayoría no se hayan dado cuenta, se llama «Hacer un Mundo Mejor».
Piénselo, amable lector: cuando logra usted apartarse de la televisión y, por lo tanto, tiene aceptables posibilidades de comenzar a pensar, ¿nunca analiza usted su propia vida? Las enfermedades de degenerescencia (cáncer, diabetes, infarto...) se están multiplicando porque algo en nuestra raza nos dice que somos sanguijuelas que no hacen otra cosa que consumir recursos hasta el día de su muerte, bajo la nana adormecedora del «Pan y Circo» de nuestros tiempos: deporte, televisión, sexo y juegos por Internet, consumo, drogas, alcohol, y religión. Nuestro instinto no se deja engañar, y sabe que no tenemos razones para existir; por eso nos está matando. Por eso nos está echando en la cuneta a morir. Los avances médicos, con toda su legitimidad, no hacen en realidad en esta situación sino alargar nuestro sufrimiento.

Y nosotros cooperamos en nuestra propia extinción. Demasiado a menudo cuando observamos que alguno de nosotros crece, se desarrolla, expande sus alas para tratar de volar, le descerrojamos un trabucazo para que vuelva al suelo. Esto lo mismo vale para quien trata de hacer deporte, como para quien trata de adelgazar, aprender a tocar el piano, emigrar a otro país, escribir (como el joven alumno de la película) poesías o incluso tomarse en serio su trabajo o el resto de cosas que hace en su vida: hay que hacerlo caer. Que se quede en tierra, junto a nosotros. ¿Para qué quiero que su logro me recuerde mi fracaso?
Y así frustramos la posible creación de un deportista, un pianista, un poeta, o simplemente una persona saludable. Incluso frustramos el surgimiento de algo tan simple como es una persona feliz. Con el tiempo lo desmotivamos para todo, sea lo que sea lo que pretenda hacer, así que no hace nada, ni pensar (es decir, que se pone a ver la tele). Con el tiempo, el posible gran poeta siente más el deseo de echarse en la cuneta y morirse que el de seguir viviendo. ¿Para qué vivir? ¿para seguir consumiendo recursos? ¿para que cada día sea una búsqueda de algo que hacer por matar el tiempo hasta que llegue la muerte?
Y ¿por qué no habría de ser así? ¿por qué no habríamos de pisarlo? Al fin y al cabo se trata de un competidor, un enemigo en potencia. Su desarrollo como persona, ya sea a nivel de confianza, salud, fortaleza, inteligencia, formativo ¿no podría hacer que me quitara el día de mañana recursos, algo (por ejemplo el puesto de trabajo)? Que ya se sabe, nuestro planeta no tiene suficiente para todos. Que se echara en la cuneta a morirse no me vendría, a fin de cuentas, tan mal.

Esta es la disyuntiva a la que se enfrenta nuestro mundo. Poetas, escritores, pintores, artistas, científicos, deportistas, médicos, investigadores, aventureros, y en general cualquiera que sepa hacer algo mejor que sentarse frente al televisor (o sea, cualquiera que sepa hacer algo), todos ellos echándose desmotivados en masa a la cuneta, todos ellos, con, al igual que los animales antes citados, sus capacidades frenadas, reducidas, apagadas, bloqueadas por ellos mismos, por su propia sique que no quiere «contrariar» a «la gente» obteniendo ningún éxito por pequeño que sea. No podía ser de otra manera a consecuencia, en resumidas cuentas, de un esquema social basado en el individualismo y la competitividad en cuya raíz está la necesidad de «tirar a matar» a cualquiera que pretenda lograr... algo, lo que sea.

La solución, habrá que repetirlo siempre: compartir y cooperar en un mundo que, si está basado en poner límites a la acumulación de riqueza, tendrá para todos. Para que así los logros ajenos no nos quiten, en última instancia, nada. Para que los éxitos de los demás terminen por traernos beneficios a nosotros. Para que lo que otros alcancen sea también nuestro triunfo.

Para que nadie termine por desear echarse en la cuneta y morirse cuando aún tenía mucho que hacer.


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