miércoles, 9 de septiembre de 2009

Espera un Poco que Nos Enfrentemos

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"- ¿Por qué se han enemistado?
- Nadie se acaba de acordar muy bien de por qué. Los viejos dicen que el tío abuelo de Ocatarinetabelachitchix se casó con una chica del clan Talasoterapix, de la que estaba enamorado un primo lejano de un antepasado de Figatelix... pero otros aseguran que es por cupa de un asno que el bisabuelo de Figatelix había rehusado pagarle al cuñado de un amigo íntimo de los Ocatarinetabelachitchix, con el pretexto de que era cojo (el asno, no el cuñado de Ocatarinetabelachitchix)... En todo caso, es muy grave."
[Asterix en Córcega - Goscinny&Uderzo]

"En verdad la situación del currante manual en esta primera fase del movimiento industrial es calamitosa. Buscando costos cada vez más bajos, los amos emplean a los obreros con unos salarios de hambre y con jornadas laborales agotadoras. El despido es absolutamente libre; las condiciones higiénicas y de seguridad, pésimas; la vivienda, mísera y el desamparo en la enfermedad, el paro y la vejez, total. A pesar de esta triste y cruda realidad, la mentalidad del amo raya en las más puras creencias feudales: dueño absoluto de su fábrica, los obreros le deben sumisión, respeto y obediencia... y bendecir su nombre por las cuatro perras que les paga por un trabajo agotador. Hubo, desde luego, algunas honrosas excepciones a esta concepción esclavista del trabajo en la fábrica, pero por regla general el amo despreciaba a su personal, le acusaba de indisciplinado e irresponsable, y se ponía a sí mismo como ejemplo de trabajo, sacrificio y abnegación." [Historia Forgesporánea - Sobre la España de mediados del 1800]
[Antonio Fraguas Forges - periodista y dibujante.]

"El enemigo no está bien de la cabeza. Se cree que nosotros somos el enemigo, cuando es evidente que el enemigo es él."
[Pierre Desproges - Humorista Francés]



A mi buen amigo Gumersindo Amador lo trae de cabeza su jefe en el trabajo. Verán ustedes, resulta que lo ascendieron hace pocos meses. Y cualquiera que sepa un poco cómo va eso de la empresa moderna (léase «granja gallinero de ganadería intensiva») coincidirá conmigo en que a menudo un ascenso significa subir un poco el salario y un mucho el trabajo y las responsabilidades. Así que me lo tienen al pobre con la lengua fuera, como quien dice. Que si localizable el día entero por teléfono, que si montones de horas extra (no pagadas, claro, esto es España), que si agobios, que si culpas, etc.
Y quiere volver a su antiguo cargo. Dice que esto del ascenso no era lo que él se esperaba. Vamos, que hasta prefiere quedarse sin trabajo antes que seguir ahí, con eso se lo digo a ustedes todo. Pero ahora es el jefe el que no quiere. Mayormente porque le cuesta conseguir que algún iluso dure en ese puesto. Así que le va dando largas:

- Señor jefe, que yo quiero dejar el puesto este de encargado. Quiero volver a mi antiguo puesto.
- Bueno, bueno, tú espérate un poco más, que yo busque a alguien.

A la semana siguiente:

- Señor jefe, ¿ha encontrado usted ya a alguien para el puesto de encargado, que me vuelva yo a mi antiguo puesto?
- No, aún no, dame un poco más de tiempo.

Y así todas las semanas.
Yo, que lo conozco, y que algo me sé ya de estas situaciones, sospecho que al final Gumersindo cortará por lo sano y se marchará de esa empresa. Eso sí, habrá pasado algunas semanas (o meses) sobreexplotado, incluso para lo que a día de hoy es lo habitual en los trabajos. Y llevándose de bagaje para el futuro su odio por la patronal.

Es caso frecuente entre empleador y empleado. El primero piensa «Me reviento trabajando de Lunes a Domingo para que mis empleados puedan tener un puesto de trabajo, ¿y cómo me lo agradecen? Escurriendo el bulto y robándome siempre que pueden», así que abusos de este tipo en el trato hacia ellos no le parecen excesivos. El segundo piensa «Abusan de mí, así que yo me lo cobro como pueda». Escalada bélica, como pueden ver.

Así estuvieron las cosas en España durante las décadas previas a la Guerra Civil. Supongo que es otra faceta de eso que se llama Las Dos Españas, enfrentadas, intransigentes e irreconciliables.

Al final, claro, no importará quién inició el comportamiento deshonesto. Y nadie se acordará muy bien de por qué. Porque para entonces estaremos aquí todo quisque dándonos de palos, cada una de las partes pensando que está siendo atacada.

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