viernes, 18 de septiembre de 2009

Un Maldito Error

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"Es un principio fundamental de la cultura intelectual que propugnan las élites gobernantes que no podemos hacer daño, aunque podemos cometer errores, como el esfuerzo por «liberar Irak»: una «equivocación estratégica», en palabras del mismo Obama."
[Noam Chomsky - Libertario]



En la película "Aliens: El Regreso", dirigida por Ridley Scott y magistralmente interpretada por actores como Sigourney Weaver en el papel de la valerosa Helaine Ripple, hay cierta escena de tinte libertario (esto es, anti poderosos del mundo) que me pasó desapercibida durante muchos años hasta tiempos más recientes. Permitan que se la relate.
Una tropa de Infantería de Marina se desplaza a un planeta en proceso de colonización y terraformación con el que la Tierra ha perdido contacto. Se sospecha de la existencia de organismos xenomorfos alienígenas. Bichos, vamos. Pero a lo bestia. Ya en la superficie del planeta, y tras comprobar los registro de actividad, Ripple se encara con Carter Bourke, el delegado de La Compañía, una megacorporación con tentáculos de poder en todas partes (¿les suena?):

- Oiga, esos dos especímenes valen millones para la división de armas biológicas. Si es usted inteligente los dos podemos salir de esto como héroes y solucionarnos la vida para siempre. - dice Bourke, para el que los xenomorfos son más bien sacos de dinero con patas (con muchas patas).
- Está usted loco, Bourke, ¿lo sabía? ¿Cree que puede conseguir que un organismo peligroso como ese pase la cuarentena? - le pregunta Ripple, quien ya se huele el montaje de Bourke para ser enviado a ese planeta junto con los marines y apuntarse el tanto (un tanto de muchas cifras) del descubrimiento de unos seres con ácido concentrado como riego sanguíneo.
- ¿Cómo van a rechazarlo si no saben nada de él? - el actor que interpreta a Bourke se lo curra, porque el personaje tiene el permanente gesto taimado del cobarde, la mirada esquiva y huidiza del que no quiere que vean, en esas ventanas que son los ojos, su ennegrecida alma, la actitud inquieta del que no tiene honor ni decencia pero el mucho tiempo que lleva disimulándolo le ha dado práctica para ocultarlo a otros.
- Pero lo sabrán, Bourke, por mí. Igual que sabrán que usted es responsable de la muerte de 157 colonos. - dice Ripple furiosa.
- Espere un momento... - dice Bourke.
- Usted les envió a esa nave.
- Se equivoca...
- Acabo de revisar el diario de la colonia. Orden fechada el 12 del 6 del 79 firmada por Carter Bourke. - ¿y ahora qué, listillo? A la protagonista de la peli se la vas tú a dar con queso - Los mandó usted ahí y ni siquiera les previno.
- Sí, lo sé ... - admite Bourke con el mismo aire compungido que nos pone la presentadora del telediario tan a menudo. Ya saben, esa misma que en la siguiente noticia va a hacer un sutil gesto de alborozo si procede. Ambos, timadores los dos, saben que es cuestión de estar a lo que toca.
- ¿Por qué no les previno, Bourke? - aquí ya Ripple parece que hasta le va a morder. No le gusta que mueran otras personas, aunque sea de un planeta lejano. Por aquí tenemos una estirpe de politicastros obedientes que podrían aprender del ejemplo.
- Bueno... oiga... ¿y si la nave no hubiera existido? ¿Ha pensado en eso? ... Yo no lo sabía - Bourke trata de parecer elocuente. Palabra de honor que cuando veo la escena me encantaría sacudirle un sopapo. - si yo hubiera creado una situación de máxima seguridad todos estarían involucrados: la administración interviene y no hay derechos exclusivos para nadie. Nadie gana. - horrible, se me queda el hombre sin su maldito porcentaje del beneficio - Así que tomé una decisión y fue... equivocada. Fue una equivocación. Fue un error. ¿Comprende?
- ¿Un error? - Ripple, contradiciendo su aire femenino, lo agarra por el chaleco - Esa gente está muerta, Bourke. ¿No tiene usted idea de lo que ha hecho aquí? - le dice Ripple iracunda, que es como furiosa, pero más.

"Pero qué canallas los de la Compañía esa", pensamos allí todo Dios en el cine, "No les importa que muera gente. Lo que hacen por tener más dinero". Eran otros tiempos, claro. Ahora más bien damos por sentado que a las grandes corporaciones les importa tres pepinos todo. A Monsanto le trae sin cuidado que sus semillas "Terminator", durante la polinización, maten a las semillas de otras plantas; a Repsol le importan tres pepinos las masacres ambientales que hacen sus refinerías; las farmacéuticas ni se paran a pensar que, al precio que los ponen, millones de personas en los países pobres mueren al no poder pagar sus medicamentos. Básicamente, no son capaces de mirar más allá de la última línea de su cuenta de resultados. Oh, y no tienen alma, claro.

Pero es otro detalle el que quisiera yo poner de relieve: Bourke define lo que fue una actuación suya carente del más mínimo respeto a la vida humana, y destinada exclusivamente a buscar su propio beneficio pase lo que pase, como "un error". Y se queda el hombre tan a gusto. No lo llama "asesinato", "genocidio", o "crimen", ni siquiera "barbaridad". Probablemente porque ni siquiera cree que lo sea.

Del mismo modo que Bourke, son muchos los que pretenden quitarle hierro a actitudes canallescas u homicidas llamándolas "error". Pulsaron el botón incorrecto. Se equivocaron, nada más. Podría pasarle a cualquiera sin que tenga por ello que ser malicioso, y no digamos ya ser castigado.
Hace algunos años, cuando el Papa de Roma aún era Carol Wojtyla, su Iglesia (o sea, él, que esto es mi cortijo y aquí mando yo) pidió "perdón por los errores del pasado". Los "errores del pasado" son la tira de gente quemada (viva, que se trataba de montar un fire-show para escarmentar) por la Inquisición, guerras santas, o la oposición al "progreso" (literalmente; lean si no me creen las encíclicas publicadas a finales del siglo XIX, lean), a la luz eléctrica, al baile agarrado y hasta a leer el horóscopo. Oh, y la tira de niños violados en sus internados.
Pero no sólo la Iglesia Católica se sabe el truquito. Todos los políticos también lo usan. A poco que lleguen las elecciones sueltan el consabido "pido perdón por los errores que hayamos podido cometer".
Y, en general, la muletilla del "si te he molestado en algo lo lamento" resulta muy socorrida en nuestra poco meditabunda sociedad. "Tú dile que perdone, y a otra cosa" parece que pasa por la cabeza de demasiada gente. Esa es, en definitiva, la forma de usar el truco del "error": no hay admisión de lo que estuvo mal hecho ni intención de no volverlo a hacer..

Rastrero método donde lo haya. Más bien yo diría que pedir perdón por un error es, en sí mismo, casi un contrasentido, ya que los errores son, por definición, no intencionales, y si no hay intención no hay, al menos de manera directa, culpabilidad. No es que haya hecho algo que esté mal o que haya tenido una actitud reprobable, es que se ha equivocado. Si nos dejamos engañar por la treta exculparemos automáticamente al del "error". Después de todo nosotros también los cometemos a veces, ¿no?

Ripple en la película no se dejó engañar por el burócrata sibilino.
Me pregunto si nosotros, a día de hoy, estamos tan despiertos como ella.


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