lunes, 14 de diciembre de 2009

Anda que Como sea Verdad y Mentira

-----


Hoy me ha dado el volunto de escribir las dos formas posibles de una clásica historia antigua. No acabo de ver qué enseñanza pudieran sacar mis amables lectores de su lectura, la verdad, pero me da que sí que hay alguna. Si acaso que alguno de ellos sea tan amable y me la explique. Por mi parte intuyo que pretendo en realidad tocarle las narices a alguien. Como casi siempre.

*****
La Historia del Monje y el Caballero

Caminaban un caballero y un monje por el sendero,
el primero con su brillante armadura y su noble corcel,
el segundo a pie, en sandalias humildes como su hábito.

- Dime, frugal monje que me acompañas - dijo el caballero -
Caminas cansadamente sin montura,
comes de lo que dan los árboles del sendero,
no disfrutas el vino de todo buen comer,
duermes sobre la hierba cuando la hay,
repartes cuanto tienes entre otros más desdichados que tú,
no yaces con mujeres
ni te enfurecen de otros sus burlas o intentos de ofenderte.
Y todo esto por lo que otros dijeron que tu dios nos ordena hacer.
Yo me pregunto: ¿qué ocurre si, al final, todo ello resulta ser mentira?
- Noble Señor - respondiole el monje -, no puedo negar
que vuestras insinuaciones tienen mucho sentido.
Pero decidme, alto y poderoso jinete,
¿qué ocurre si, al final, todo ello es verdad?


*****
La Historia del Caballero y el Monje

Caminaban un caballero y un monje por el sendero,
el primero con su brillante armadura y su noble corcel,
el segundo a pie, en sandalias humildes como su hábito.

- Decidme, ostentoso señor, jinete del noble alazán - dijo el monje -
El esfuerzo de caminar no hacéis, llevado por vuestro equino,
elegís vuestros alimentos entre los más sabrosos y abundantes,
vinos, cervezas y brandys os acompañan a donde vais,
y en opulentas posadas os alojáis allá donde hacéis noche.
Riquezas tenéis, y más anheláis,
toda mujer de vida fácil os conoce en la región,
y fácilmente os ofendéis y en fiero duelo batalláis.
Todo ello contra las ordenanzas de comedimiento de nuestro dios,
en el que, admitirlo debéis, de poco a nada creéis.
Yo me pregunto: ¿qué ocurre si, al final, su existencia era la más completa verdad?
- Piadoso monje - respondióle el caballero - no puedo negar
que vuestros intentos de salvar mi alma son honrosos,
y acertadas vuestras conclusiones pudieran ser.
Pero decidme, santo feligrés,
¿qué ocurre si, al final, la existencia de vuestro dios no era la verdad?


-----