domingo, 18 de octubre de 2009

La Cosa más Dulce pero Corrupta

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"Uno mira a los ojos de un elfo con la esperanza de ver la frescura y la inocencia de la juventud, sólo para encontrar el dolor y la sabiduría de la edad y la experiencia."
 [Wesley Frank - La Comarca - El Señor de los Anillos]

"[...] cada cual pacta consigo mismo a diario para evitarse más de una guerra personal."
[Javier Ortiz - Periodista]




Les haré una confidencia, para gozo de quienes ven la prensa del corazón y del hígado: me he quedado un tanto prendado de una bella señorita. Se trata de una dulce criatura rubia de aire levemente delicado. Periodista, para más detalles. Presentadora del telediario para más detalles todavía.
Y ya saben cómo son estas cosas: me cuesta apartar los ojos de ella, me dan ensoñaciones varias, me siento tentado de escribirle, etc. Debe ser que me recuerda a alguien, o algo así. Se la describiría, pero es que no estoy seguro de que eso se me dé bien. Rubia de pelo no muy largo, confieso no saber qué más decir de ella, miren ustedes qué cosa.
Aunque, ahora que lo pienso, sí que debo decir algo: su voz. Le ocurre a su voz un poco algo así como que no es la que debiera ser. Suena como un tanto gutural, por decirlo de alguna manera. Es como si la naturaleza hubiera puesto esa voz ahí para avisar de que no es oro todo lo que reluce. O quizá como si en su voz se notara que los acontecimientos de su vida le hubieran quitado una parte de la inocencia infantil que a uno le gustaría hallar en esa linda mujercita.
Y es que, desde su puesto de periodismo, está haciendo, día sí día también, cosas que hacen que se le muera a uno el alma. Porque en una sociedad democrática, por definición, es necesario que la gente sepa la verdad para que tomen la mejor de las decisiones. Y ella nos miente. Desde su púlpito obedece las órdenes de quienes van convirtiendo la prensa, cada día más, en el departamento de publicidad y marketing de las grandes corporaciones. Falsea la realidad. Ignora noticias importantes. Dice ciertas noticias con una sonrisa ("No es para tanto esto que estoy contando") y otras con cara seria ("Eh, eh, que esto es grave") según se le ordene. Relata noticias estúpidas sin ninguna trascendencia para el pueblo y completamente impropias de un informativo, sólamente para generar «ruido» que confunda e impida a los espectadores pensar con claridad en las noticias inmediatamente anteriores que sí que tenían importancia.
Está corrupta. Todos lo estamos, en cierto modo y en cierta medida, sólo que unos lo vemos y otros se tapan los ojos para no darse cuenta.
Sin embargo en ella uno esperaría una dulzura en su forma de ser que le impidiera traicionarnos y engañarnos de manera tan aviesa. Pero, claro, al igual que nos pasa (también en cierto modo y en cierta medida) a todos, ella se ve obligada a pactar con su alma a diario. Y me da que, a la larga, su alma sale perdiendo con el pacto.

Qué burla a las esperanzas de la humanidad que tan bonita mujer sea convertida en un instrumento más de dominio y sometimiento de la sociedad humana.



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lunes, 5 de octubre de 2009

El Bus o el Coche, Tanto Monta

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Una vez vi un documental de televisión, de esos de animalitos, y de tribus de África y tal, en el cual los guerreros de la tribu vecina eran sometidos a un simulacro de agresión (con lanzas y todo) por parte de los guerreros de la tribu que los recibía; por lo visto para ver si se mantenían impasibles, firmes, serenos y tal. Con ello quedaba, al parecer, demostrado su estátus de luchador, y eran considerados jerárquicamente al mismo nivel que cualquiera de los habitantes del poblado que visitaban. Me llamó la atención que los que grababan el documental ni siquiera eran sometidos al asedio. Según relataban, ellos ya estaban diréctamente por debajo del resto del poblado. Tampoco es que los pusieran fregar las letrinas (creo que ni siquiera tenían), los acogían como a huéspedes y tal, pero sus derechos seguramente estarían muy por debajo de los del resto de la tribu. Me figuro que en poblaciones primitivas, donde la supervivencia está cada día en juego, hay que recurrir a sistemas de organización social que se ven tan drásticos desde el punto de vista de la Civilización.

Me acordé de esta historia el otro día, que estuvimos algunos amigos reunidos con nuestro equipamiento informático: ya saben, cada uno se lleva su ordenador, y los montamos todos en red, y que si a jugar, que si a copiarnos películas, etc. Oh, y a enseñárnoslos, eso sobre todo, que el que no le pone un ventilador con luces de neón de colores a su torre, le instala más memoria, o algún componente más rápido, o le pone alguna otra cosa rara.
Muy llamativo me resultó el hecho de que todos los que allí estábamos recordábamos al momento datos como, por poner un ejemplo, la velocidad en MegaHertzios a la que funciona el Bus frontal de transferencia de datos de la placa madre de nuestro ordenador. Suena raro, ¿verdad? Pues no sólo eso, sino que también recordábamos ese mismo dato (las velocidades esas, no me hagan que lo escriba de nuevo) de los ordenadores de los otros.
Tras un rato de darle vueltas a la cabeza, concluí que la explicación para recordar un dato que, a efectos prácticos, podríamos decir que no sirve para nada, era, en realidad, muy sencilla: los allí presentes nos jerarquizábamos por ese dato. Como lo leen. Cada uno de nosotros, en cierto modo, sentía algo de envidia por el que tenía un ordenador con el Bus frontal (... bla bla bla, etc) a más velocidad que el suyo. Y sentía, en el fondo, algo de superioridad sobre el que lo tenía (el Bus tatatá, escribirlo más veces haría este artículo más pesado de lo que ya de por sí resulta) a menos velocidad.
Menuda solemne bobada, ¿no creen? Qué tontaría jerarquizarse, aunque sea a medias, por ese dato. O eso pensé yo.

Pero me alegro de haberle dedicado tiempo a pensar en ello: la próxima vez que alguien me pregunte mi salario, el coche que tengo, o mi edad, al menos sabré porqué lo hace.
Eso sí, ya puestos a ser poco civilizados y jerarquizarnos como las tribus primitivas, le pienso preguntar por su Bus Frontal en MegaHertzios... bla bla bla.



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domingo, 4 de octubre de 2009

Adoctrinamientos de FalsiMedia - Las Torturas en el Cine

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"Habitaban la mayor parte del tiempo en los límites de las florestas, de donde salían a veces para cazar o cabalgar y correr por los espacios abiertos a la luz de la luna o de los astros; y luego de la llegada de los Hombres, se aficionaron más y más al crepúsculo y a la noche. Sin embargo, eran y siguen siendo elfos, y esto significa Buena Gente."
"- Pero, en definitiva, ¿qué asunto os trajo al bosque? - preguntó el rey, enojado.
Thorin cerró entonces la boca y no dijo nada más.
- ¡Muy bien! - exclamó el rey. - Que se lo lleven y lo pongan a buen recaudo hasta que tenga ganas de decir la verdad, aunque tarde cien años.
Entonces los elfos lo ataron con correas y lo encerraron en una de las cuevas más interiores, de sólidas puertas de madera, y lo dejaron allí. Le dieron buena comida y bebida en abundancia, pues los elfos no eran trasgos, y se comportaban de modo razonable con los enemigos que capturaban, aún con los peores."
[El Hobbit - J.R.R. Tolkien]


El otro día vamos mi buen amigo Gumersindo Amador y yo en el coche escuchando la radio. Bueno, yo más bien oyendo, pero hubo algo que llamó mi atención. Verán ustedes, Gumersindo tiene predilección por esos programas que se basan en hacerles perrerías varias a la gente. A gente inocente que no parece tener la culpa de nada, pero eso para él es secundario.
Y esta vez la broma es telefónica. Los guasones se hacen pasar por guardias civiles y llaman al teléfono móvil de un incauto, que precisamente iba también en su coche, y con voz dura le convencen de que me le van a enjaular al hombre como se pase un pelo (cito de memoria):

- Si usted lleva en el coche CDs piratas - dice el guardia civil amenazante. Que tiene narices que llamen "pirata" a un disco de música, pero esa es otra. - le puede a usted caer una multa muy gorda. Y responda con más respeto a un oficial de la Guardia Civil.
- Sí, señor. - dice el asustado muchacho al otro lado del teléfono, porque ni siquiera ve al supuesto oficial de la guardia civil, claro.
- Y como tengamos que ir para allá se va usted a acordar de este día. - añade el benemérito.
- Sí, señor.
- Que usted sabe que la Guardia Civil, cuando tiene que dar, da.
- Sí, señor, sí.

Gumersindo se ríe bastante con estas cosas. Y tengo que confesar que yo, cuando escuché cómo posteriormente lo hacían al pobre inocente parar el coche, gritar vivas a la Guardia Civil, comprobar el aceite del vehículo y hasta rezar el padre nuestro, todo ello por teléfono, pues también me sonreí. Bueno, todos tenemos algo de malicia dentro, ¿no?

- Anda que es mentira, eso de que la Guardia Civil «da». - me dice Gumersindo acabado el programa.

En realidad no es más que la clásica exageración andaluza. Conozco a varios guardias civiles y son personas humanas, no animales. Soy consciente de que los casos de abusos de poder a detenidos (esto es, torturas, por llamarlo por su nombre) son los menos, por mucho que poco o nada haga la Justicia española para frenarlos.
 Pero esto de la difusión a través de FalsiMedia de este tema me está, ultimamente, poniendo la mosca tras la oreja, como habrán podido ver mis sufridos lectores. Así que me paro a pensar en dos ejemplos del cine reciente.

El primero corresponde a la película «Quantum of Solace» (hoy mejor no voy a decir nada de la traducción del título) del tal James Bond 007 ese, personaje que se ha vuelto más brutal que en las elegantes y refinadas películas de la saga de antaño. Se ve que ahora, con cómo está el mundo, se necesita «dar» más que antes. En los calabozos, la jefa del MI6 (espionaje británico), le dice a un detenido algo parecido a:

- Cuanto más tarde en hablar más le dolerá.

Así, a pulmón, con la misma cara de quien dice: «De postre tenemos fruta del tiempo, tarta de manzana y tocino de cielo». Y ya está, que somos los buenos, pero «cuando tenemos que dar», pues damos, mire usted.

El segundo ejemplo de filmografía reciente lo tenemos en la película "Los 4 Fantásticos y Silver Surfer", una adaptación de los comics de la productora Marvel. Resulta que los 4 Fantásticos capturan al tal Silver Surfer y lo entregan al ejército (de los Estados Unidos, claro, los otros no son de fiar), que se lo lleva y lo tortura para sacarle información. Esta vez nos muestran las torturas y todo, que, por cierto, las hace un ex-soldado ruso; que los USA serán malillos, pero un poco nada más, y sólo «cuando tienen que dar». Eso sí, antaño en el cine, de torturas por parte de los gringos, ni mu, que eso no pasaba nunca, que todo el mundo lo sabe, salvo cuatro maoístas chiflados que vociferan con banderas rojas y no se enteran de nada.
 Esta vez lo rescatan los Cuatro Fantásticos esos (de su propio ejército, jia, jia, ya tiene guasa la cosa, ¿se dará cuenta el estadounidense promedio de contradicciones como estas, o estará demasiado ocupado buscando comida en el país más rico del mundo como para ir al cine?). Pero cualquiera que se pare un poco a mirar por encima del bosque puede darse cuenta por sí mismo de cómo el cine es, para los poderosos del mundo, un importantísimo sistema de adoctrinamiento y control de masas (esto es, de nosotros, las hormigas). Por ejemplo, después de ver la contemporánea a la última guerra de Irak "StarShip Troopers", incluso a mí me dieron ganas de apuntarme al ejército USA, y eso que no me es posible. Y que había que «llevar la guerra fuera para impedir tener que luchar en casa» (traducción: invadir Afganistan, Irak y lo que os digamos) me quedó clarísimo, vamos; si ya se vio, que los alienígenas esos, por esperar demasiado, nos tiraron un pepino desde Júpiter (o Saturno, o qué sé yo) que machacó media Argentina, me suena.
Podría seguir abundando en ejemplos, como el suero de la verdad que le inyectan al alienígena hecho humano en la reciente "Ultimátum a la Tierra" para que me lo interrogue un mendas de esos que los gringos mandan a Guantánamo a torturar gente. Pero creo que ha quedado claro la abundancia del tema en eso que llaman el celuloide.
Así que lo mismo dentro de poco nos encontramos en el cine que torturan los Cuatro Fantásticos, los X-Men, el Spiderman, el Superman, y todos los Espantajomanes esos que haya en servicio.

Pero tranquilos, no es que se salten a la torera los Derechos Humanos, la Convención de Ginebra o hasta el Libro Secreto de los Gnomos y apliquen torturas. Es sólamente que «dan».
Cuando «tienen que dar», claro.



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sábado, 3 de octubre de 2009

Los Ataques Terroristas de las Torres Gemelas

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"Yo te maldigo: Vivirás en tiempos interesantes."
[Antigua maldición china]

"Tristemente mis padres, durante toda su vida, nunca supieron en realidad lo que estaba pasando a su alrededor."
[Noam Chomsky - Libertario]

"Nos odian por nuestra libertad."
[George W. Bush - Presidente de EEUU]




En la antigua Roma, el César Nerón, deseoso, al parecer, de quitarse de enmedio a los cristianos, pero sin poder fácilmente ordenar la matanza de un movimiento social que únicamente abogaba por la paz, la no violencia y el reparto de la riqueza (esto era lo problemático, esto), recurrió a una artimaña asaz rastrera: incendió los barrios bajos de Roma, capital del Imperio, y propagó el rumor de que habían sido los cristianos. Con lo que el pueblo romano aprobó la masacre.

Cuando Cuba aún pertenecía a España, y en unos tiempos convulsos en los que estaba cantada la guerra de una España que reaccionaba con represión brutal (ya se sabe: de cada diez íberos, uno piensa y nueve embisten) contra unos cubanos que, lejos de querer todavía independizarse como un país aparte de la Corona Española, tan sólo pedían que los dejaran de tratar como a perros, el gobierno USA quería meter la nariz en el tema. Meterse en la guerra, vamos, a ver lo que sacaba. Entonces, casualmente, un barco del ejército de EEUU llamado Maine, fondeado en un puerto cubano, sufrió un atentado con bomba que lo hundió y mató a casi toda su tripulación. También casualmente, los oficiales no estaban en ese momento a bordo. Acto seguido la prensa local al completo de EEUU bombardeó a su población con la idea de que habían sido los españoles. El pueblo transigió con lo de declararle la guerra a España.

Más recientemente, en la Alemania Nazi, el parlamento (ReichStag) fue incendiado misteriosamente una noche. Las declaraciones oficiales y la investigación preliminar culparon a los comunistas. Hitler logró quitarse de enmedio (vía arrestos) a quienes tenían tales filiaciones políticas, pues el pueblo aceptó la mano dura contra ellos, saltándose toda legalidad, procedimientos procesales y otras zarandajas, que todo eso es perder el tiempo cuando se ve quiénes son los culpables, hombre.

Algo después, la población estadounidense se resistía a entrar en la Segunda Guerra Mundial. Entonces la base militar de Pearl Harbor fue bombardeada, causando miles de muertos. Lo menos deshonesto que se puede decir del Gobierno USA es que sabía que tal ataque se produciría: que si se lo dijeron los mismos japoneses con una declaración de guerra previa, que si las comunicaciones militares japonesas eran ampliamente descifradas por aquel entonces... lo sabía, y se lo calló. La prensa al completo, otra vez, llenó las cabezas de la población de descripciones del desastre. El pueblo aceptó ir a la guerra.

Montajes. Manipulaciones. Mentiras.
A día de hoy sabemos de todos estos engaños. La mayoría de la población de entonces no, y basaron, posiblemente, su concepto del mundo y aún sus motivaciones en estas trolas. Hoy les ofrezco, amables lectores, la posibilidad de vivir este momento histórico de la Humanidad con un poco más de comprensión de lo que ocurre a su alrededor que la que tiene un televidente (que es muy poca o ninguna).

 El montaje se llama Atentados de las Torres Gemelas.
Adelante, anímese. Sé que leer cansa. Pero la Historia le llama, amable lector. Atrévase a apagar la televisión, pues, como ya he dicho alguna vez, sólo el que lee y el que escribe se obligan a pensar.
No viva la existencia ilusoria del que no comprende lo que pasa a su alrededor.


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jueves, 1 de octubre de 2009

Sobre la Mano Dura

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"- Ira, miedo, agresión, el reverso tenebroso de La Fuerza son ellos. Conmueven con facilidad y enseguida te inducen a la pelea. Si alguna vez caes en el reverso tenebroso, dominará para siempre tu destino. Te consumirá como hizo con el discípulo de Obi-Wan.
- ¡Vader!... ¿Es más fuerte el reverso tenebroso?
- ¡NO!... ¡No!... No, más rápido, más fácil, más seductor.
- ¿Cómo voy a diferenciar el lado bueno del malo?
- Lo sabrás. Cuando estés tranquilo, en paz, equilibrado."
[Star Wars - El Imperio Contraataca]

"En su día parecía un castigo estupendo por comer chicle en clase. Pero esa experiencia me hizo lo que soy hoy: un adulto enfadado obsesionado con pensamientos de venganza."
[Tira cómica de Dilbert - Scott Adams]



Me encuentro a mi buen amigo Gumersindo Amador con aire enfadado:

- ¿Qué te pasa, Gumersindo? - le digo.
- No me hables. Que me han salpicado unos niñatos con un globo lleno de agua de esos con los que juegan a veces. - me responde.
- Bueno, al fin y al cabo hace mucho calor. - le respondo yo socarrón.
- Los ponía yo a esos firmes. Los hacía andar más derechos que una vela, si fuera su padre. O su profesor de algo.
- ¿De Religión, por ejemplo, como en la España Franquista? - le digo. Gumersindo a menudo entiende los Derechos Humanos en el sentido de que ciertos humanos tienen que andar bien derechos. Mayormente los que él decida.

Pero yo, que soy paciente cual serpiente al acecho, me espero a que pasen unos días, para preguntarle:

- Oye, Gumersindo, ¿te acuerdas del profesor que tuviste en el colegio, en tercer curso?
- ¿Que si me acuerdo? - Gumersindo se me enciende de golpe - Me acuerdo del guantazo que me dio, porque le dije "gandul" bromeando desde la ventana un día que llegaba tarde. Ya ves tú, con lo niño que era yo, que ni sabía lo que significaba esa palabra. Te aseguro que me lo encuentro ahora, y no veas la que le doy.

Así es Gumersindo. Destruye sus pocos axiomas a poco que le dejen hablar.

¿Se han fijado ustedes en el recelo, la desconfianza, o incluso el resentimiento y hasta ira u odio que desprende la gente que nos rodea? Los vecinos que nos cruzamos, los conocidos, los compañeros de trabajo, o hasta los amigos. No hay que ser muy lince para percibir que su actitud y sus formas de hablar desprenden emociones negativas. Ellos, de un modo u otro, tambien también arrastran las consecuencias de malas experiencias del pasado.
Avancemos un paso más: fíjense en esa gente de nuestros barrios marginales, lugares más duros para vivir o para crecer. Las actitudes confrontatorias de sus gentes me suelen llamar la atención. Y los jóvenes, lo más duro es ver a los jóvenes (de ambos géneros), sin la dulzura en la mirada que por fuerza hubieron de tener de niños, sin el aire afectuoso de quien ha vivido siendo querido. Más bien les han robado el bocadillo desde los primeros años de colegio, por lo que casi todo, incluso la seducción, lo viven ya como una prueba de fuerza.

La vuelta atrás de esa situación no es cosa fácil. Pero vivo con el convencimiento de que no se logrará haciendo algo que añada más ira u odio a esas personas. Y la mano dura es ese algo.

Creo que cualquier juez sabe que, desde el momento en que una persona es mandada a la carcel, puede que fuera o no un delincuente, pero saldrá de ella siendolo. En países como Venezuela saben bien que, una vez que la cultura del crimen y la delincuencia se han instaurado, erradicarla es dificilísimo: los hijos de las nuevas generaciones crecen entre padres a los que ven recurrir a la ira, al miedo, al odio, a la pelea.
Periódicamente desde los púlpitos de FalsiMedia nos intentan convencer de que hay que incrementar las acciones punitivas, los castigos. Por ejemplo, cuando ha habido algún asesinato de esos en los que les gusta cebarse, entrevistan nada menos que a algún pariente del asesinado acerca de la conveniencia de la pena de muerte, o de la cadena perpetua y tal. Típico; a los poderosos siempre les ha gustado que los castigos sean cuanto más duros mejor. Después de todo, raramente van a ir dirigidos a ellos, parapetados tras sus legiones de abogados, sino a nosotros, los que alborotan, molestan y no saben estar en su sitio aquí abajo.
«Qué fácil es decir eso para tí. Se ve que no te han matado a nadie. Que te hagan a tí alguna gorda, a ver cómo reaccionas.» me dice a veces el exaltado de turno. «Pues en ese caso yo seré precisamente la persona menos adecuada para tomar decisiones legislativas al respecto», les respondo. Por poder ser conmovido con facilidad.

Pero déjenme que lo transcriba de alguien que lo dijo mejor que yo, que acabamos antes (a veces me pregunto para qué escribo):

"La debilidad fundamental de la violencia es que es una espiral descendente que da vida a lo mismo que quiere destruir. En vez de disminuir la maldad, la multiplica. Por medio de la violencia uno puede asesinar al mentiroso, pero no puede asesinar a la mentira ni establecer la verdad. Por medio de la violencia uno asesina al que odia, pero no asesina al odio. Devolver la violencia con violencia multiplica la violencia, suma una mayor oscuridad a una noche ya ausente de estrellas. La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad, sólo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar al odio. Sólo el amor puede hacerlo".
[Dr. Martin Luther King]

En efecto, el odio está mostrando que no parece poder eliminar al odio, por mucho que parezca un camino más rápido, más fácil, más seductor. Pero para darse cuenta de ello hay que tener la mente clara. Estar tranquilo, en paz, equilibrado.

Y no querer «poner firme» al resto del mundo como venganza.



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