martes, 31 de marzo de 2009

Justificándose un Rato

 El otro día fuimos mi buen amigo Gumersindo Amador y yo en su automóvil a cierto sitio, y aconteció que lo dejó aparcado en zona prohibida. Si bien, cualquiera lo sabe, el verbo acontecer no parece el más adecuado para este hecho, máxime cuando había un buen acopio de vehículos en grado de, digamos, complicidad alevosa con el nuestro.
 De hecho Gumersindo ¿quién no lo ha hecho alguna vez? aprovechó este hecho para, tras salir del automóvil y mirar un tanto preocupado (no están los tiempos para que le multen a uno, no) a su medio ambiente, decir:

- Oh, bueno, yo lo dejo aquí. Si se llevan el mío, se tienen que llevar todos estos.

 La cosa me dio que pensar. Y Gumersindo se lo imaginó, claro. "Ayvádios", supongo que se dijo, "que ya está otra vez". Pero yo, por atacar por el costado, me le digo:

- ¿Sabes que cuando los españoles invadimos lo que actualmente es Méjico, allá por los tiempos del Imperio Español, matamos a millones de indígenas, quizá decenas de millones en un siglo, según los autores que he leído?
- Y ellos hacían sacrificios humanos - me responde con una sonrisa que quiere decir "Jaque Mate".

 Gumersindo a veces es predecible. Y la verdad es que lo prefiero así, porque cuando no, lo que suele hacer es elevar su nivel de cafre. Pero esta vez al menos me ha confimado lo que yo quería entender de él.
 Veámoslo con un ejemplo análogo: supongan que llego con un bate de beisbol a casa de alguien y le rompo los espejos de, pongamos, el cuarto de baño. Cuando él se queja airado, voy yo y le respondo: "Y tú esas toallas que tienes ahí las robaste del Hotel Miraparribalescote cuando estuviste en Maracaibo". Y se lo digo con sonrisa de "Jaque Mate", claro.
 Es decir, la cosa, para quien tenga luces y algo de ganas de encenderlas, parece medianamente clara: en una sociedad que se tenga por tal, uno puede atacar (contraatacar) con la fuerza a quien usó la fuerza contra él, y a nadie más. De hecho creo que hasta tiene un nombre: Defensa Propia.
 Con esto queda aclarado (desmentido) el bestiajo punto de vista de Gumersindo sobre lo de los indios. Y lo de las toallas, ya puestos.
 Pero dirán ustedes, mis amables (quisiera) lectores: ¿Qué tiene que ver eso con aparcar el automóvil como en el Salvaje Oeste? Pues es fácil en realidad. Aclárelo quien mejor que yo puede hacerlo:

"En tiempos me definí como «opinante compulsivo». Eso tenía relación con mi vieja idea, harto ingenua, de que lo importante es razonar, es decir, animar a razonar. Vas tú y dices cómo ves las cosas, para que los demás hagan lo mismo, y así tratamos de ir aclarándonos. Valiente bobada. Según mi experiencia, es poquísimo el personal que reflexiona sobre lo que le rodea con el deseo de entender. Lo único que pretende es justificarse, y con eso va que chuta."
 [Javier Ortiz - Periodista Español]


 Gumersindo, como mucha otra gente, con lo de los indios, como con lo de su automóvil en zona de riesgo, no pretende aprender de la experiencia, ni saber lo correcto o incorrecto, ni tan siquiera buscar el camino más razonable aunque sólo fuere para evitar errores futuros. Todo eso son como zumbidos de moscardón al que sería trabajoso cazar. Gumersindo sólo quiere justificarse.
 Está justificado que no haya razón para revisar la historia que nos enseñaron en el colegio acerca de "La Conquista de las Américas" y renombrarla a "La Matanza de las Américas" porque, bah, después de todo, los indios esos tampoco eran unos santos. Y a otra cosa, que ya costó bastante aprenderse eso para el examen. Está justificado que el automóvil sea mal aparcado porque, bah, estos otros también lo están. Y a otra cosa, que aparcarlo más lejos o venir en transporte público es una lata.
 Después llega la multa y nos rasgamos las vestiduras ante la injusticia cual si fuera totalmente ilógica. Después los paises de Sudamérica nos mandan a tomar viento y les ordenamos callar ante la insolencia injustificada hacia quienes tantos espejitos les han dado.

 Y así nos va, justificándonos en lugar de comprendiendo. ¿O debería decir así nos va a ir?

lunes, 30 de marzo de 2009

Desvaríos de un Inadaptado Social - Esperando Ayuda de las Estrellas

 Hace años, allá cuando comenzó la popularización de los foros de debate en internet, leí en uno de ellos una especie de manifiesto, mediocremente traducido a nuestro idioma, en el que se suponía que los alienígenas nos ofrecían "Ayuda de las Estrellas". Nada menos.
 Resulta que contaba el escrito que los alienígenas estaban vigilándonos en órbita terrestre, indetectables, claro, viendo la escabechina que estábamos haciendo con el planeta, con nuestra raza, con nuestra sociedad y con todo. Así que, benéficos como eran, respetando toda vida inteligente (?) y comprendiendo el desastre hacia el que nos dirigíamos, se ofrecían, con su avanzada tecnología y tal, para ayudarnos a evitar lo que nos esperaba. Me llamó la atención particularmente cuando decían "Están ustedes ya, desgraciadamente, demasiado al borde del abismo como para salvarse por sus propios medios". Creo que hasta sentí un escalofrío.
 Pero para ayudarnos necesitaban que aceptáramos su ayuda, lo cual me pareció muy lógico: es de todo punto difícil ayudar a cruzar la calle a un ciego que no quiere cruzarla. Para ello, decían, bastaba con que miráramos a las estrellas y recordáramos con cierta frecuencia el pensamiento "Acepto ayuda de las estrellas", que ya ellos se encargaban (ya les dije, tecnología avanzada) de captarlo. Cuando se formara una masa crítica suficiente de población terráquea dispuesta a recibir ayuda, concluían, se revelarían. Ahí queda eso.

 Si yo me parara de vez en cuando por las noches, mirando al cielo, a pensar lo del "Acepto ayuda a las estrellas", creo que sería indicativo de que el mundo está rematada e insalvablemente mal. O quizá de que yo estoy rematada e insalvablemente mal.

 O ambas cosas.


viernes, 27 de marzo de 2009

Tuve un Sueño - Límites a la Acumulación de Riqueza

"- Pero si no hay patentes, si no hay premio para el innovador y no se protegen sus derechos, ¿quién se molesta en innovar?
- ¡¡Eso es falso!! Esa teoría es falsa.
- Bueno, bueno... no se enfade.
- Si fuera cierta esa teoría, significaría que en la vida los humanos no hacemos nada si no es a cambio de un beneficio económico inmediato.
- ¿Y no es así?
- No sea burro: ¡pues claro que no es así! Lo que pasa es que algunos economistas miopes y las grandes empresas quieren que creamos que en la vida los humanos sólo nos movemos por el beneficio económico, porque eso es exáctamente lo que hacen ellos, y si todos pensamos que eso es lo normal, aceptaremos su brutal egoísmo como algo natural, e incluso necesario."
 [Entrevista a Richard Stallman, uno de los padres de Internet. Año 2003]



 Anoche tuve un sueño.
 Soñé con un mundo diferente. O quizá no. Porque en realidad era mi mundo, pero con una diferencia: la raza humana, en su casi totalidad, había comprendido la importancia de limitar la acumulación de riqueza a nivel individual. Habíamos comprendido que éramos cien personas viviendo en un huerto con cien manzanas, por lo que nadie podía quedarse con decenas de manzanas para él solo. Así que la acumulación de riqueza había quedado prohibida por encima de ciertos límites.
 No acumulando nadie riqueza de manera desproporcionada sobraban recursos suficientes para que todo el mundo tuviera comida, ropa, agua y medicamentos. Los promotores inmobiliarios, los concejales de Urbanismo y los especuladores de viviendas no existían, pues acumular riqueza era la razón última de su actividad; así que el precio de la vivienda no se había disparado en ninguna parte y había casa para todo el mundo.
 No pudiendo enriquecerse más allá de cierto límite, los empresarios, grandes o pequeños, no explotaban a los trabajadores para obtener más beneficio, sino que más bien procuraban crear un ambiente de respeto mutuo entre ellos y sus asalariados. No existiendo las inhumanamente extensas jornadas laborales, había empleo para todo el mundo, así que casi todos sentíamos estar arrimando el hombro para ayudar a hacer un mundo mejor, lo que eliminaba no pocas de las enfermedades mentales modernas. No habiendo posibilidad de enriquecerse de manera desmedida no había trabajadores cuyo salario ridiculizara al de otro, con lo que las personas no éramos tan competitivas ni individualistas.
 Los niños en los colegios aprendían, ahora sí, que debían trabajar en grupo, ayudarse y respetarse, pues todo ello ya no iba en contra de la actitud que más tarde veían en sus casas, a sus padres y al mundo exterior. Además, habiendo riqueza suficiente para costear los estudios de todo el mundo, nadie envidiaba mucho tener menos formación que su vecino. Y los profesores, frente a alumnos motivados por aprender, tenían ahora a su vez motivación para hacer su trabajo; el resultado era más gente acostumbrada a razonar por sí misma, lo que había vuelto dificilísimos los engaños publicitarios borreguiles con los que los poderosos siempre han manejado al mundo.
 Habiendo una mayor igualdad social resultaba más difícil enfrentar a las personas y más sencillo que se ayudaran. Además el proceso se retroalimentaba: el ayudado espontáneamente por un amable desconocido de hoy sentía mañana que le debía algo a la sociedad, a los desconocidos, al prójimo. El patrimonio común (plazas, mobiliario urbano, farolas) era respetado por personas que mayormente ya no buscaban, sin ellos darse cuenta, vengarse de un sistema que los maltrataba en los demás o en las cosas de los demás; las paredes en ascensores y en pasillos no eran pintarrajeadas ni rayadas.
 Los casos que quedaban de personas que lograban, mediante trapacerías, acumular mucha riqueza, eran mal vistos cuando, por fuerza, tenían que revelar sus tesoros a otros: el archirrico no encontraba piloto para su jet privado, y los camareros, chóferes y limpiadoras ya no necesitaban servirles, menos aún reverentemente, para poder comer. Los ejércitos y matones que antaño les habían mantenido arriba ya no querían ni tenían porqué servir a los que desoían la regla de oro de la raza humana: que no se debe acumular riqueza. Era casi imposible mandar a personas a matar a otras personas, particularmente en grandes grupos, así que las guerras tenían que librarlas ellos mismos, cosa que los poderosos nunca han estado dispuestos a hacer.
 Las Farmacéuticas ya no creaban medicamentos trampa para aliviar los síntomas pero cronificar la enfermedad al acabar el tratamiento: ya no era necesario que el paciente volviera a por más pastillas, porque, de todos modos, la sociedad no les permitiría amasar inmensas fortunas; así que quedaron en las empresas sólo los verdaderamente interesados en sanar a los demás. El fontanero no dejaba las tuberías mal puestas para que se rompieran al cabo del tiempo y fuera necesario volverlo a lllamar, porque, al fin y al cabo, tenía para vivir sin necesidad de esas supercherías. Las casas ya no se construían precariamente sin dejar tiempo a que se asentaran los materiales y cementos, porque nadie buscaba el máximo beneficio económico en el proceso.
 Las multinacionales no nos sicocondicionaban mediante sus desarrolladísimas tretas publicitarias para comprarles más y más cosas que no necesitábamos, porque ya no podían tener una gran riqueza. Es por ello que dejaron de presionar con su inmenso poder para que las infraestructuras de los países estuvieran orientadas al transporte privado, así que los gobiernos habían desarrollado los transportes públicos y el tiempo había demostrado que eran mucho mejores: menos accidentes, más cómodos, seguros y más respetuosos con el medio ambiente.
 Todavía mejor: las multinacionales ya no ponían y quitaban políticos a su libre albedrío para obtener mayores riquezas, así que los necios fueron abandonando los puestos de toma de decisiones, y los sabios, que por fin dejaron de ser boicoteados, ascendieron a puestos de administradores (que no líderes) políticos destinados a buscar el bien común.
 Los científicos, esta vez sí, tenían motivación y creatividad para sus investigaciones y descubrimientos, ahora que la meta de "Un Mundo Mejor para Todos" había reemplazado al "Hazte Rico y a los Demás que les Den". Los músicos, actores, artistas y creadores de todo tipo podían dedicarse a su arte en lugar de a servir hamburguesas en un McDonalds sin miedo a que la sociedad los matara de hambre, pues ahora había suficiente para todos. Las sanguijuelas que, mediante su ejército de abogados, se apoderaban del conocimiento tampoco existían, pues su meta era también, ahora se vio claro, enriquecerse; así que descubrimientos científicos, tecnologías, vacunas, programas informáticos, canciones, libros, cualquier arte y todo tipo de conocimiento fluían libremente, de lo que, de un modo u otro, nos beneficiábamos todos.
 Cuando alguien conseguía algo: poner su cuerpo en forma, correr la maratón, componer poesías, aprender a tocar el piano, a jugar al tenis, a hablar en otros idiomas, a hacer malabarismos, la idea de fondo para los que le veían ya no era: "Maldición. Me ha superado en algo. Podría quitarme el puesto de trabajo o algo así el día de mañana" sino más bien "Estupendo. Quizá su logro me suponga a mí algún beneficio el día de mañana".
 En las ciudades las enfermedades mentales no hacían escabechinas, pues la reacción primaria ante el prójimo no era ya de desconfianza. Aún más, salir a pasear no le daba a uno la sensación de estar rodeado de enemigos. El deseo subliminal de vengarse, de la manera que fuera, de la sociedad ya no anidaba en los corazones de las personas y la masificación no generaba tensión a casi nadie.
 La mayoría de las religiones, orientadas desde siempre a la obtención de riqueza bajo una fachada de misticismo, habían tenido que repartir por las mismas razones que los demás archirricos del mundo, de modo que sólo habían permanecido en ellas las buenas personas orientadas a buscar respuestas a las preguntas de siempre: ¿Qué pintamos aquí? ¿Qué hay después, si es que hay algo, y cómo puedo prepararme para ello? ¿Por qué no da la cara el creador? ¿Qué soy? ¿Estoy preparado para las respuestas? Y a fe que las necesitábamos, a estas personas.
 Sabiendo que no estarían expuestos a una vida de carencias si no elegían la carrera de moda, las ramas del saber que enseñan a pensar como Filosofía, Literatura o Historia eran a menudo navegadas por multitudes de estudiantes.

 Pero en mi sueño el mundo no era idílico, no se confundan. La raza humana tenía multitud de problemas: enfermedades, sequías, climatología, frío, plagas, y el mero hecho de tener que degenerar lentamente hasta morir. Pero ahora estaba unida para luchar contra ellas; ya no se deshacía en necias guerras internas que sólo beneficiaban (enriquecían) a unos pocos.

 Después me desperté, claro. Pero volví a dormirme con la esperanza de volver a tan bello sueño.
 Para serles sincero muchas noches me acuesto con la esperanza de que, si una vez lo tuve, podria volver a tenerlo de nuevo.
 Incluso, ya abundando en sinceridades, les confieso que a menudo imagino que podría hacerse realidad. Todo ello disparado por el mero hecho de haber limitado la acumulación de la riqueza.

jueves, 26 de marzo de 2009

Yo También Hablo de Obama

 Allá por el año 1987, creo que fue, cuando se supo que en el año 1992 en España coincidirían una gran exposición mundial de aún no sé qué (o a quién) exponían (ni a qué) a la que se llamó La Expo 92, y los Juegos Olímpicos (en Barcelona), el Gobierno de entonces, palmeado por la FalsiMedia de la época, por lo visto vio en ello un "Pan y Circo" adecuado para distraer al personal de los problemas reales. Nada novedoso, lo que siempre han hecho los gobiernos.
 El caso es, imagínense ustedes cómo sería el cirio propagandístico que montaron con aquello de que en el maravilloso y deseado año 1992 se arreglarían todos nuestros problemas, que ese fin de año mi abuelita nos llamó del pueblo para desearnos a todos "Feliz 1992".
 "Claro, pobrecilla", pensamos. Ella allí, en el pueblo, aislada, nada más que viendo la tele, pues es lógico que se haya creído que el año 1992 era este que entraba, de la de veces que habrá visto el número. Para mí tenía su lógica, tanto más desde el momento en que a menudo me cuesta recordar también el año en el que estamos, sin ver tele ni ser abuelo ni nada.
 Relato esto a santo de que el otro día, andando por la calle, escucho una conversación:

- Ay por Dios, yo no sé cómo voy a aguantar ya. Como el Obama este no haga algo pronto, veremos a ver.

 La primera frase es común. Se oye poco, porque aquí a nadie le gusta andar de lastimero, pero cuando no se escucha en las voces se entiende en las caras o en los gestos. Casi diría que, si uno guarda silencio y presta atención telepática (cosas mías, no me hagan mucho caso), la lee en las mentes de los demás.
 La segunda frase ya es cosecha más reciente. Y yo debo de no haber perdido mi capacidad de sorprenderme, eso que dicen los novelistas que es tan bueno, porque es que a poco si me da una apoplejía allí mismo.

 "Otro como mi abuela", pensé.

miércoles, 25 de marzo de 2009

La Crisis - Plazos

 Me pregunta a menudo la gente por el tema de la crisis. "¿Cuánto crees que durará esto?", "¿Cuándo volverán las aguas a su cauce?", etc. La verdad es que no puedo saberlo, pero ya que esto de decir majaderías por internet es gratis, puedo especular al respecto.
 Verán ustedes, mi hipótesis es muy sencilla: lo primero que hay que entender de la crisis, mal llamada así porque no es tal, sino un derrumbe final del sistema socioeconómico al completo (toma ya; acaba uno antes diciendo crisis a secas, ¿verdad?), es que es consecuencia directa del sistema económico y social que tenemos, basado en permitir la acumulación individual de riqueza sin mesura y, como dice la canción, sin templanza. Aquello que antaño se decía (y hoy ya no) del "No hay derecho, esa persona con tantísimos millones y otros muriéndose de hambre".
 Por lo tanto, como los recursos de nuestro planeta no son ilimitados, y dado que esta situación de mala distribución de la riqueza tiende a ir a más (¿cómo era aquello de "Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres"?), tarde o temprano unos pocos tienen mucho, esto es, casi todo, y todos los demás tienen (tenemos, no se me haga el lector ilusiones) poquísimo o nada: ni dinero, ni comida, ni agua, ni vivienda, ni servicios sociales, ni nada de nada.
 ¿Cómo se arregla este desaguisado? Pues con mucho trabajo, mucho esfuerzo, paciencia, buena voluntad, cediendo todos en algo pero, sobre todo, es inexcusable que eliminemos el problema raíz: la distribución de la riqueza. Que alguien tenga un 20% o gane un 20% más que otro es aceptable, después de todo alguna gente es más trabajadora, más eficiente, mejor dotada, más lista... etc. Ya puestos, un 50% de más también sería tolerable, y hasta un 100% de más (esto es, el doble). Lo que no es ni de remoto aceptable es que entre dos personas cualesquiera haya una desproporción comparativa de varios dígitos, como está ocurriendo a día de hoy en un mundo en el que hay quien tiene o gana centenares o miles de veces más que otros. Simple y llanamente: hay para todos solamente si repartimos medio bien.
 Y ahora, si el amable (seguramente) lector quiere saber cuándo acabará la crisis, pregúntese, aparte de tanta cháchara insulsa sobre buenos propósitos y hacer un mundo mejor por parte de nuestros dirigentes, qué pasos están dando en dirección a acabar con las desigualdades de riqueza.

 No muchos, ¿verdad?
 Pues ya saben, tenemos crisis para rato. Eso sí, tendremos también muchos mensajes del tipo "La crisis acabará dentro de poco", destinados, por supuesto, a que nos estemos quietecitos en casa frente al televisor y no alborotemos.
 A que toquemos el arpa entretenidos mientras Roma arde.

martes, 24 de marzo de 2009

Boicoteando

 Normalmente no participo en actos revindicativos sociales: ni manifestaciones, ni firmas, ni donativos, ni casi nada. Básicamente, el riesgo de ser manipulado o de perder el tiempo es demasiado alto. Así que no suelo hacer cosas como la que voy a hacer hoy: apoyar la campaña de boicot contra Israel.
 Israel son unos cerdos asesinos de mujeres y niños (mayormente los muertos en toda confrontación bélica), invasores y agresores de territorios ajenos que no respetan el derecho internacional ni los derechos humanos. Y ahora ocurre que los boicots contra ellos parecen estar dando sus frutos, como relata en este documento:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=81902

 La campaña es sencilla: se trata de no comprar los productos cuyo código de barras comience por el número 729.
 Para complicarnos la cosa, los productos de Israel, conscientes de que son objeto de observación, prescinden de imprimir el número 7 en los códigos de barras y solamente se observa el 29. En este caso podemos saber que el código corresponde a Israel porque las dos lineas (barras) correspondientes al 7 están justo antes del número 29 y son dos líneas idénticas paralelas y finas.
 Simplemente lo propago porque sé que la idea más extendida entre muchos de mis coetáneos es: "Yo me pongo si nos ponemos todos, si no, no".
 Pues bien, ahora en esto al menos parece que hay quien está poniéndose. Incluso que está haciendo efecto.

lunes, 23 de marzo de 2009

Dónde Está la Gente

 ¿Dónde está la gente? escucho de vez en cuando. ¿Dónde está la gente, ahora que hay que salir a protestar por el desaguisado que han hecho con la economía? ¿Dónde está la gente en un mundo que tiene, si repartimos bien, para todos pero en el que incluso los del autodenominado primer mundo estamos a punto de pasar hambre y miseria? ¿Dónde está la gente cuando todos los indicadores están en alerta roja y nuestros políticos siguen mareando la perdiz no obrando absolutamente nada para resolver el desastre salvo con buenas palabras?
 Creo que la gente está exáctamente en el mismo sitio que estaban mientras los cimientos de nuestra sociedad se corroían: tomando copas, gastándose el poco dinero que tengan en un pequeño alivio consumista a ver si hace de bálsamo para su desesperanza, jugando a videojuegos por internet, drogándose, en burdeles o entretenidos con pornografía, chateando por internet, distraídos con la prensa rosa, viendo (que no practicando) deportes de masas, sentados delante del televisor que les canta su nana adormecedora... elija el amable (ojalá) lector la explicación que más proceda para su caso.
 Si ninguna de ellas se le aplica, entonces es probable que esté en otro sitio: trabajando, comiendo, durmiendo, y haciendo las tareas básicas que permiten su supervivencia. O sea, dedicando el cien por cien de su tiempo a llegar a final de mes.

 Cualquiera que sea el caso, el resultado es el mismo: la gente no está donde puede ayudar a cambiar la situación. Los poderosos del mundo se han encargado de ello.

Para que no molestemos.


domingo, 22 de marzo de 2009

El Ojo Avezado - De Granjas Varias

 Medite el sagaz lector acerca de las similitudes entre esta noticia del Boletín de Noticias de la Ciencia:

http://www.amazings.com/ciencia/noticias/020309a.html

 y esta escena de la Tira Cómica de Dilbert, sobre chistes de oficina:

http://www.dilbert.com/fast/1999-11-11/

 Traducción de la tira cómica (en inglés):
"Alice, me preocupo por tí..."
"pero sólo lo justo para mejorar tu moral, no para entrar en nada ilegal..."
"así que háblame de tu salud de la forma menos específica posible."


 (Solución: No ardiera ya el NeoLiberalismo de una vez por todas)

miércoles, 4 de marzo de 2009

Breves - Hablando para no Decir Nada

 Manuel Fraga Iribarne, declaraciones aparecidas en el telediario del día Lunes 2 de Marzo en referencia a las elecciones del día anterior Domingo 1 de Marzo:

- Sólamente un completo idiota podría decir ahora que dibirgifidir sdiguifirzs kuir.

 Estoy de acuerdo con él tan sólo en parte. Si uno no es idiota y practica también podría llegar a decir ese galimatías, aunque puede que no con soltura.
 Por cierto que él lo dijo muy bien.

lunes, 2 de marzo de 2009

A mi Plim que soy Funcionario

 Leo una noticia que quizá haya pasado desapercibida en nuestra FalsiMedia en España: "El Estado de California comunica a veinte mil empleados públicos su despido".
 Ahí queda eso.
 Me llama la atención por diversas razones: en primer lugar, tenemos a medio país preparándose unas oposiciones a funcionario de algún tipo para ver si así logra un puesto de trabajo estable. En segundo lugar, en estos tiempos de derrumbe socioeconómico en los que vamos a entrar, me encuentro hace ya meses a personas que me sueltan el consabido "Bueno, yo estoy tranquilo, que soy funcionario." Bien, pues aquí tienen ambos grupos sociales una razón más para estar preocupados.
 ¿Y qué pretendo yo con esta noticia? ¿Amargarles la vida? Nada de eso. Pretendo recordar que las personas somos una especie de ecosistema social, o "sociosistema" o como proceda llamarlo: lo que es malo para los demás acabará siendo malo también para nosotros. Si cae una parte significativa de la sociedad nos arrastra a todos. Nadie está blindado aunque sea funcionario.
 Me trae a la memoria una hermosa frase del filósofo español Santiago Alba Rico: "¿Qué clase de padre permite que el hijo de otro pase hambre mientras el suyo come?".
 Nos hemos pasado la vida repitiendo la cantinela del "Mientras no me pille a mí". Ahora empieza a verse, a poco que uno se pare a pensar en ello, que estábamos diciendo una estupidez.