jueves, 24 de diciembre de 2009

Reflexiones de un Inadaptado Social - Milagro Navideño

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"Es Navidad, Neo. Tiempo de milagros."
[La Jungla de Cristal - Interpretada por Bruce Willis]

"{Maestro Jedi Yoda}: Extraordinarios los niños son. El universo con asombro ellos ven. Preguntarte qué una cosa es y qué podría ser, ver como un niño debes."
[Star Wars - Especial Mace Windu]



Hoy he visto un milagro. Ni más ni menos. Así, como se lo digo. Toma ya.

Verán, me he enterado esta mañana (esto no se lo suele creer nadie; creo que por eso mismo lo cuento) de que hoy era un día de esos de algo de lo que se celebra en la Navidad. O mañana, o algo de eso. Que estaba cerca, vamos. Y como estábamos a Jueves, mañana Viernes era festivo, y después venía un fin de semana acabado por un Lunes día de los inocentes que en algunos sitios también es festivo, pues teníamos a todo Dios (nunca más apropiada la expresión) comprando como desquiciados a todo ritmo en el supermercado. Comida, claro. Aunque me da que también en cualquier otro templo del consumismo andarán a las mismas.
¿Les he comentado ya lo notorio que me parece que nadie sonría en los supermercados? Oh, bueno, no me hagan mucho caso, en realidad ya nadie sonríe en ningún sitio. El caso es que allí andaba todo el mundo, perdón, todo Dios, apiñado en plan melé del rugby ese por los pasillos, y atiborrando carros y cestas (en qué me he visto para conseguir una) de los que ofrece el establecimiento para uso y relleno de sus clientes. Y en las cajas donde se paga, pues también causando otros colapsos, claro.

Compradores presurosos y agobiados, empleados no tan presurosos pero sí más agobiados, solo, como ellos, entre la muchedumbre, apareció, como quien dice, un rayo de luz.
Alguien sonriente, divertido, maravillado de ver tanta gente, tanta cosa en las estanterías, tantas luces, incluso agradecido de la lluvia que caía fuera. Alguien a quien el mundo sin duda le parecía, al menos en ese momento, un lugar maravilloso. Alguien para quien era gozoso existir.
Esto es: un niñito.
Pequeñín, con su abrigo, andando todavía con poca práctica, pero enseñando a la gente que le rodea todo lo que han olvidado. Iluminándonos.

Le digo a la cajera:

- Estoy viendo a la única persona feliz del supermercado.
- ¿Cómo dice? - responde ella.
- Que digo que sí, que tengo coche el parking. - respondo yo. Mejor dejarlo estar.



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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Enseñanzas de los Juegos de Rol - El Individualismo en los Tiempos Modernos

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La madre de un amigo me contó antaño de su situación vivida al enviudar de su marido. Básicamente, y por no aburrirles, se resumía la cosa en que, cuando empezó a ver en el barrio trato (ya saben, antaño en algunos barrios los vecinos se trataban; mal o bien, pero se trataban; ahora más bien hacemos como los monos de Vervet que, sometidos a condiciones de hacinamiento, se dedican con gran interés a estudiar el suelo en el que están sentados o el cielo sobre sus cabezas) basado en "Ay, pobrecilla, qué lástima, tan joven y ya viuda, mira qué pena", ella comenzó a responder algo parecido a "¿Lástima de mí? Para nada". Argumentaba ella que consideraba esos términos con que la trataban una forma de declararla inferior; digamos que la ponían por debajo de ellos a causa de su desdicha. Supongo que ello ayudó a que fuera teniendo cada vez menos relación con la gente del barrio.

 Quisiera yo relacionar este hecho con otro, permitan que les relate. El otro día estuve jugando al rol con mis amigos. Ya saben (o tal vez no), que si espadas por aquí, que si conjuros de magia por allá, que si batallitas por acá, y todo eso.
Esta vez la partida había degenerado, al rol le ocurre a veces, hasta el punto de que los jugadores, más que vivir aventuras, descubrir tesoros, enfrentarse a demonios y toda esa morralla, se habían puesto... a robar caballos en los poblados por los que paraban. Y luego a salir corriendo, claro. Y ocurrió en uno de los capítulos de tan épicas aventuras que unos jovenzuelos mozos cuidadores de la cuadra, apenas unos adolescentes, no bien vieron entrar a varios guerreros (los épicos jugadores de marras y apandadores de vocación) en el redil, y percatarse de que se dirigían hacia ellos sacando espadas y ballestas, optaron por la técnica de combate "perro veloz", esto es, salir en plan pies para qué os quiero, huyendo del establo y probable futuro matadero aprovechando que la puerta de atrás no les quedaba muy lejos. Chillando, berreando y pidiendo socorro, por aquello del pánico de la situación.
Hasta aquí todo normal, como verán. Después de todo, a poco que tuviera carretera, la estampida despendolada es el método que yo usaría, y sin duda usted, amable lector, en no pocas situaciones como estas.
Verán ustedes, no me quiero meter otra vez en fregados de explicaciones sobre cómo funcionan los juegos de rol, pero debo recordarles que el comportamiento de personajes como eso mozos de cuadra lo decide uno de los que está allí con nosotros en la partida. Detallo esto porque ocurrió que a los aguerridos jugadores, héroes futuribles y cuatreros de poca monta a tiempo parcial, no les convenía en aquel momento otra cosa salvo que los cuidadores del establo se estuvieran quietecitos, calladitos, y se dejaran matar sin alertar a nadie del pueblo. De modo que, dicho y hecho, como las cosas se ven de otro modo según de qué lado está uno, los jugadores empezaron a argumentar que era absurdo que alguien atacado, agredido o amenazado corriera, gritara o huyera. Que si en los atracos la gente no corre, que si correr es peligrosísimo porque le disparan a uno, y hasta alguno de los allí presentes puso un ejemplo, miren ustedes qué cosa, de cómo él no corrió cuando le atracaron un día en la calle.
Una bobada tal argumentación, desde luego. Habrá quien corra, quien no corra, quien se enfrente a los malhechores y quien se desmaye en el sitio, dependiendo de múltiples factores.
Pero es cierto detalle el que desearía yo que analizáramos en esta ocasión: la aventura se jugaba en un poblado pequeño, rústico, de ambientación y desarrollo tecnológico estilo medieval, sin las peculiaridades de la vida moderna en las atiborradas ciudades del mundo industrial actual, y, por tanto, donde era más de esperar la existencia de personas llanas y sencillas por habitantes. Opino que, ambientando el juego en una sociedad así, fue plenamente acertada la decisión de quien animaba a los mozos de cuadra: gentes de tal ambiente pedirían ayuda a su entorno social inmediato, se sentirían menos humillados por mostrar debilidad o miedo, y hasta quizá más de uno se arriesgaría a llevarse un disparo de ballesta por sus gritos con tal de advertir a sus paisanos del peligro.

Justo al contrario que la madre de mi amigo. Y justo al contrario, también, de lo que haría yo, que ahora que lo pienso creo que me parto un brazo en la calle y lo mismo hasta escondo los gestos de dolor por tal de que no se enteren los demás.

Hasta la tribu hemos, ya, perdido, con este individualismo y competitividad propio de los tiempos modernos.



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lunes, 21 de diciembre de 2009

Los Perros de los Okupas

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"Más conozco a los hombres, más quiero a mi perro."
[Diógenes - Filósofo Griego]



El otro día, caminando por la calle, me fijé discretamente en un grupo de okupas. Los okupas son gente que me llama bastante la atención. Mucho más que los pululantes espectros de alma muerta (léase personas comunes) que me cruzo por la calle. Y no ya por su atuendo, eso no es más que un estilo diferente; en la edad media el raro hubiera sido yo por llevar el pelo corto, o ir sin pinturas ni adornos o colgantes varios. No, más bien se debe a su actitud.
Verán ustedes, mi grupo de okupas de marras estaba departiendo alborozada pero discretamente con otro grupo de, sospecho, amigos recién llegados que venían de visita. Cada grupo tenía, cosa común en los okupas, algún que otro perro con ellos, los cuales, en el habitual reflejo del estado de ánimo de sus dueños, manifestaban asimismo su alborozo, que también ellos tienen derecho. Y en estas que pasó junto al grupo (la acera no era muy ancha, la verdad) un corredor deportista (practicante de jogging, que creo que se les llama) contra el que se lanzaron los perros con sus ladridos y gruñidos de rigor. Y ello les acarreó, he aquí mi sorpresa, una firme y clara reprimenda por parte de sus dueños; incluso hubo algún que otro azote. Y tengo que admitir que, harto de ver a pasotas dueños de cánidos que permiten que su chucho te intimide, ello me alegró bastante.

 ¿Se han fijado ustedes lo tranquilos que suelen ser los perros de los okupas? Yo que soy habitual sufridor del trato con perros sí lo analizo a menudo. Porque, fuera de este incidente que les acabo de relatar, sus perros normalmente ni ladran, ni atacan, ni se lanzan en plan carga de caballería contra cualquier viandante. Más parecen vivir su vida junto a sus dueños sin estorbar a nadie.

Ahora piensen en los perros de eso que eufemísticamente llamaríamos la «gente normal»: alerta en cuanto alguien se acerca, nerviosos, tensos, prestos a orquestar ladridos a mansalva, cual si quisieran desahogar su ira. Tienen, en una palabra, miedo. Así que recelan de casi todos los seres humanos que no son su dueño.

¿Será que los perros reflejan la personalidad de sus propietarios? Más de un entendido en canes dice que sí.



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sábado, 19 de diciembre de 2009

Artículos Recomendados - Contra la Falsaria Gripe A

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Como tengo una buena retahíla de desinformados a mi alcance que no se acaban de enterar del timo de la estampita que supone la trola de la Gripe A, voy a probar el plan B. Esto es, darles un artículo para que lo lean, a ver si así, al ser escrito por un señor científico que, dicho sea de paso, viste al parecer con pajarita y todo, les parece más creíble que esos mismos argumentos pero dichos por un pelagatos como yo:

La necesaria coherencia frente a la vacunación contra la gripe A - Dr. Juan Gervás




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viernes, 18 de diciembre de 2009

Preguntas para Pensar

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Dijo Isaac Asimov en su libro "La Receta del Tiranosaurio" al respecto de los maravillosos avances científicos, y en una época en la que todas las predicciones de futuro eran fantásticas y sedantes:

"El siglo XXI será tan diferente del XX como éste del XIII."

Añado yo, al ritmo que la Sociedad Humana, ahora se ve claro, vamos en la locomotora sin frenos y directos a la pared:

"Estoy de acuerdo. Pero ¿será el siglo XXI muy diferente del XIII?"



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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Artículos Recomendados - Sobre la Monarquía

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"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo."
[Voltaire - Filósofo y Físico]



En una cosa al menos tiene razón el alcalde de Puerto Real, José Antonio Barroso: la inmensa mayoría de españoles que defienden la monarquía en España no tienen más argumento (por mucho que lo disfracen con otras palabras) que el de que les cae simpático el rey. Algunos más informados dirán que salvó la democracia española cuando "lo del golpe de estado del 23 de Febrero del año 1981". Y pare usted de contar. Es decir, que tenemos aquí los íberos argumentos tan sesudos como en las elecciones, vamos.

Es por eso que deseo, amables lectores, hacerles llegar este artículo (un tanto antiguo, pero que seguramente no hayan leído, claro, para eso están las cortinas de acero de FalsiMedia) del Coronel Amadeo Martínez Inglés mostrando (y, sobre todo, argumentando) otros puntos de vista:

Las responsabilidades de un rey irresponsable - Amadeo Martínez Inglés

 Y, de paso ¿por qué no? deseo avisar de esta iniciativa, algo que usted tampoco verá en la tele.


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lunes, 14 de diciembre de 2009

Anda que Como sea Verdad y Mentira

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Hoy me ha dado el volunto de escribir las dos formas posibles de una clásica historia antigua. No acabo de ver qué enseñanza pudieran sacar mis amables lectores de su lectura, la verdad, pero me da que sí que hay alguna. Si acaso que alguno de ellos sea tan amable y me la explique. Por mi parte intuyo que pretendo en realidad tocarle las narices a alguien. Como casi siempre.

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La Historia del Monje y el Caballero

Caminaban un caballero y un monje por el sendero,
el primero con su brillante armadura y su noble corcel,
el segundo a pie, en sandalias humildes como su hábito.

- Dime, frugal monje que me acompañas - dijo el caballero -
Caminas cansadamente sin montura,
comes de lo que dan los árboles del sendero,
no disfrutas el vino de todo buen comer,
duermes sobre la hierba cuando la hay,
repartes cuanto tienes entre otros más desdichados que tú,
no yaces con mujeres
ni te enfurecen de otros sus burlas o intentos de ofenderte.
Y todo esto por lo que otros dijeron que tu dios nos ordena hacer.
Yo me pregunto: ¿qué ocurre si, al final, todo ello resulta ser mentira?
- Noble Señor - respondiole el monje -, no puedo negar
que vuestras insinuaciones tienen mucho sentido.
Pero decidme, alto y poderoso jinete,
¿qué ocurre si, al final, todo ello es verdad?


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La Historia del Caballero y el Monje

Caminaban un caballero y un monje por el sendero,
el primero con su brillante armadura y su noble corcel,
el segundo a pie, en sandalias humildes como su hábito.

- Decidme, ostentoso señor, jinete del noble alazán - dijo el monje -
El esfuerzo de caminar no hacéis, llevado por vuestro equino,
elegís vuestros alimentos entre los más sabrosos y abundantes,
vinos, cervezas y brandys os acompañan a donde vais,
y en opulentas posadas os alojáis allá donde hacéis noche.
Riquezas tenéis, y más anheláis,
toda mujer de vida fácil os conoce en la región,
y fácilmente os ofendéis y en fiero duelo batalláis.
Todo ello contra las ordenanzas de comedimiento de nuestro dios,
en el que, admitirlo debéis, de poco a nada creéis.
Yo me pregunto: ¿qué ocurre si, al final, su existencia era la más completa verdad?
- Piadoso monje - respondióle el caballero - no puedo negar
que vuestros intentos de salvar mi alma son honrosos,
y acertadas vuestras conclusiones pudieran ser.
Pero decidme, santo feligrés,
¿qué ocurre si, al final, la existencia de vuestro dios no era la verdad?


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domingo, 13 de diciembre de 2009

Actuando Tajantemente contra el Cáncer de Pulmón

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Mi vecino fuma talmente como un carretero de esos. Vamos, nunca he visto a un carretero fumar. De hecho no recuerdo ahora mismo cuándo fue la última vez que vi a un carretero. Pero se dice que fuman mucho. Y este, para colmo, cada vez fuma más. Que lo he ido viendo yo con el paso de los años, que hace unos años era sólo el de después de comer, hace menos lo veía fumar de vez en cuando, y ahora va siempre con el cigarro en la mano.
Pero dice que eso se ha acabado, y va a actuar de inmediato. Que va a hacer cambios radicales en su vida, porque no quiere morirse por esa estupidez del tabaco, que no es más que un vicio bobo. Que el tema es muy serio y la salud es lo primero. Así que va a reducir lo que fuma en un 17%. Gradualmente, claro, de aquí al 2020, que de golpe no se hacen estas cosas, que el síndrome de abstinencia es algo molesto. Bueno, y un 17% respecto a lo que fumaba en 2005, que es cuando empezó a pensarse lo de dejar el tabaco y ya tiene los cálculos hechos.

 Si yo fuera tonto de capirote llamaría a esto "Actuar ya contra el tabaco". Y a mi vecino "Persona que cuida su salud".



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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Purificación

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"¿Al final sera cuestion de dormir con una escopeta cargada debajo de la almohada? Pues vaya despilfarro de millones de años de evolucion, para acabar de esa manera. ¿Es nuestra naturaleza? ¿Es inevitable? Porque a mi me parece que no. Ni es inevitable, ni tenemos sólo eso dentro, en nuestra naturaleza. Tambien tenemos dentro la capacidad de vivir en paz, ademas de tanto egoismo suicida y engañoso."
[Internete - Libertario Internauta - Foros de Crisis Energética]




Mi buen amigo Gumersindo Amador, cuando hablamos de lo mal que está el mundo, acostumbra a perder la paciencia pronto (en realidad Gumersindo pierde la paciencia pronto haciendo casi cualquier cosa, lo que motiva que a menudo no acabe lo que empieza). Así que, como a él eso de la indagación metódica, paciente y constante no le va, se me escapa con alguna broma frívola que rompa el debate y la conversación:

- Pues mira, yo creo que lo mejor para eso es una buena guerra nuclear, se reduce la población mundial, y ale, fin del problema. - no por repetida esta salida suya le hace menos gracia, hago notar.

A mí me divierte una broma tanto como al que más. Pero me pregunto si, por aquello de que Gumersindo es demasiado a menudo el exponente del acomodaticio y simplista (o sea, televidente) sujeto promedio, no será esta broma suya algo muy extendido entre la población. Y, ya que andamos de bromas, lo mismo en el subconsciente tenemos las personas como algo no demasiado insensato que se haga realidad tan expeditivo método de purga de problemas.

 Se acuerda uno de estas cosas cuando se entera de que esas bestias infrahumanas en que se han convertido los estadounidenses pudieran llevar fácilmente no menos de 80.000 personas secuestradas (detenidas, dicen ellos, sólo que, pequeño detalle, no hay cargos ni pruebas ni tal) para torturarlas y ver en qué porcentaje de la población se puede inducir mediante torturas las convicciones que a ellos les interesen (Por ejemplo, un "Yo soy un terrorista y atenté contra las torres gemelas, contra el pentágono, contra turistas y contra un vendedor de altramuces que pasaba por allí"). Ale, qué bien. De las personas como ganado. O como conejillos de indias.

 Y, como ya a estas alturas uno, cuando de barbaridades de los que mandan (de los que mandan de verdad, no de los presidentes de gobierno) se lo cree todo, se acuerda todavía más del chistecillo de la guerra nuclear leyendo otras noticias (oh, bueno, esta es en vídeo, con lo que me figuro que así al menos la verán más de mis lectores). Ole y ole. Más de las personas como ganado. O como estorbo, en este caso. Que al planeta se le están acabando los recursos y conviene que seamos menos a repartir.

Pero no vamos a hacer mucho al respecto, ¿verdad? Ni siquiera difundirlo. Estamos demasiado ocupados haciendo... nada (o sea, ver la tele).



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domingo, 6 de diciembre de 2009

Las Dos Españas

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"No es que Israel no quiera paz: todos quieren paz, incluso Hitler. La cuestión es: ¿bajo qué condiciones?"
[Noam Chomsky - Libertario]

"- No le escucharán ¿Sabe por qué? Porque tienen ciertas ideas fijas sobre el pasado. Cualquier cambio sería considerado como una blasfemia aunque fuese cierto... No quieren la verdad. Quieren sus tradiciones."
[El Sol Desnudo - Isaac Asimov]

"- He convencido a toda la gente razonable. El resto, la mayoría, no están dispuestos a renunciar a su aversión emocional."
[El Hombre Bicentenario - Isaac Asimov]


El otro día estoy con mi buen amigo Gumersindo Amador hablando de política. En realidad soy de los que piensa que, en resumidas cuentas, todas las discusiones son discusiones políticas, pero eso es otra historia. Como ya sabrán ustedes, en este simulacro de democracia que tenemos en España hay en realidad tan sólo dos partidos políticos (de ahí que la cosa se llame bipartidismo), básicamente para que así los verdaderos poderosos del país tengan menos títeres que manejar. Y Gumersindo es uno más de los que cae en la trampa montada por el circo mediático destinado a convencernos de que ambos partidos no son, en realidad, el mismo.
Así que él opta por el Partido A. Y, por tanto, despotrica de los del Partido B. Es lo más fácil.

- Para mí está claro que quien sea del Partido B es un malnacido hijo de perra. - me dice vehementemente, como si, pese a sus duras palabras, soltara una tremenda obviedad.

¿Alguna vez les he dicho que Gumersindo me hace sentirme a veces cansado, muy cansado?

Precisamente me acordé de esta conversación el otro día, leyendo la «Historia de Aquí» de Antonio Fraguas Forges. Se trata de un resumen de la historia de España contada mediante la unión de textos y viñetas cómicas del propio autor. El otro día, en la parte correspondiente a la Primera República que hubo en la Península Ibérica, allá por el 1880 más o menos, leo:

"Adios Asamblea y adiós Primera República. Desapareció por el encono, el enfrentamiento y la intolerancia de las ya definidas Dos Españas; fue un sueño de libertad que nuestros tatarabuelos vieron convertirse en pesadilla."

El concepto de las «Dos Españas» viene de lejos aquí por este país, y hace referencia a los dos grandes grupos en los que los españoles solían dividirse en cuanto a su forma de pensar cómo debe organizarse una sociedad. Se cuenta que las Dos Españas siempre estuvieron divididas, incomunicadas (e incomunicables), irreconciliables y, sobre todo, odiándose. Cada una culpaba a la otra de todos los males del país. Cada una creía ser reflexiva, tolerante y que la otra estaba compuesta básicamente por hordas de insensatos rabiosos. Cada una creía no buscar la confrontación pero estar continuamente siendo atacada por la otra. Y ninguna escuchaba a la otra, ¿para qué hacerlo?
Tales condiciones, claro, eran terreno abonado para los enfrentamientos. Y no les resultaba a los poderosos muy difícil atizar las brasas para que el pueblo se zurrara cuando les convenía; por ejemplo si había que distraernos cuando algún inoportuno hablaba de los lujos que disfrutaban unos pocos mientras casi todos los demás se morían de hambre.

Cuando oigo hablar a gente como Gumersindo pienso que cualquier intento de cambiar el mundo fracasará. O al menos de hacer cambios racionales en este país. Porque parece que sí que siguen existiendo las Dos Españas, enfrentadas e irreconciliables, enconadas y no dispuestas a ceder en nada. Y lo primero que necesitamos para poner de acuerdo a personas que piensan diferente es respeto mutuo, algo que en España, el país del «Si no piensa igual que yo es que es tonto de remate», resulta por ahora extremadamente difícil.

Aún no hemos, en España al menos, entendido algo tan básico como estas palabras del periodista Javier Ortiz:

"Un demócrata no puede afirmar [...] que nunca admitirá propuestas políticas que dividan a la población. Y menos aún que rechace que una parte de la ciudadanía decida qué debe hacer el conjunto. Ambas cosas están en el ser mismo de la democracia. Los demócratas consideramos que la existencia de líneas políticas divergentes es un excelente signo de vitalidad de la sociedad. Y somos partidarios de que la ciudadanía vote, y de que se obre conforme a lo que decida la mayoría. Básicamente porque, si tuviéramos que esperar a ponernos todos -o la inmensísima mayoría- de acuerdo en cada cosa importante, nunca haríamos nada. Y porque, si rechazáramos obrar conforme al criterio de la mayoría, estaríamos propugnando la dictadura de la minoría."

¿Qué puede pasar cuando algunos definen de «malnacidos hijos de perra» a quienes votan otra cosa? Pues depende de si son «algunos» o «muchos». Allá por los años 30 creo que fueron «muchos». Por eso pasó lo que pasó.


Si de verdad queremos que la raza humana sobreviva tenemos que cambiar muchas cosas, empezando por nosotros mismos.


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viernes, 4 de diciembre de 2009

Viviendo al Día

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"Para los enanos que cruzaban periódicamente La Comarca, así como para los disciplinados Montaraces, educados siguiendo las más estrictas tradiciones, La Comarca no parecía estar, por toda su ordinaria cotidianeidad, mejor organizada o gobernada que un jardín de infancia. Sin embargo, los viajeros más sabios podían discernir en La Comarca una semejanza con un reino pacífico e idílico, el tipo de reino que había sido soñado por numerosos pueblos y alcanzado por muy pocos. Los hobbits de La Comarca viajaban por su pequeño país sin ningún tipo de armas o miedo. Dentro de sus límites no se elevaba ningún gran castillo ni edificio, pero hasta los más inferiores sirvientes hobbits y ayudantes de campo tenían asegurado el refugio durante las tormentas de invierno, así como la ayuda por parte de los demás hobbits si dicho refugio les fallaba."
[Wesley Frank - La Comarca (basado en la novela «El Señor de los Anillos»)]




El otro día mi buen amigo Gumersindo Amador y yo estuvimos con un amigo nuestro que anda el hombre, como suele decirse, económicamente con el agua al cuello. Que si hipoteca, que si averías del automóvil, que si el escaso dinero que gana con su trabajo le llega para comer por los pelos, etc. Ya saben, mucha gente está así ya en España, pero la cosa no tiene visos de arreglarse, más que nada porque difícilmente vamos a arreglar nada si los que tenemos que arreglarlo, que somos las personas de abajo (es decir, los vampirizados por los de arriba) no queremos hablar del tema. De hecho no queremos hablar de ningún tema, pero esa es otra historia.

- Pobrecillo, está más tieso que la mojama. - le digo yo a Gumersindo cuando nos vamos.
- Pues sí. Vive al día. Tiene algún percance, y se cae con todo el equipo. - me responde él, refiriéndose a su economía, claro.

Posteriormente estuve pensando en el tema. Muchos hijos viven también «al día» en una situación parecida: tienen una trifulca gorda con la familia, lo que es, por desgracia, cada vez más frecuente, y les toca poco menos que irse a vivir debajo de un puente, incluso aunque tengan trabajo o hasta algunos ahorros bancarios. También muchos cónyuges están en situación parecida. Hoy pueden estar más o menos a flote, y mañana el agua les cubre hasta la coronilla. De los parados ya ni hablamos.
Ocurre lo mismo con muchos trabajadores, en realidad: pierden el trabajo, lo que cada vez es más fácil que ocurra de modo fulminante, y se quedan sin posibilidad de pagar las hipotecas múltiples que carguen.
Aún mucha gente con un trabajo medianamente estable está igualmente viviendo al día: tienen tantas deudas, que un percance no muy grande, como un golpe en su automóvil (que tienen que tener no por lujo sino por obligación de facto para su día a día) que su seguro se niegue a pagar, les supone la bancarrota.
Incluso, ya yéndonos a grupos sociales que están en situación un poco más desahogada (hipotecas pagadas, fuentes de ingresos aceptables para pagar los gastos de la vida), también estas personas pueden tener sin muchas complicaciones un percance que les hunda, económicamente hablando, la existencia, como una enfermedad que requiera un costoso tratamiento o un incendio en la vivienda; no todos estos casos quedarían cubiertos por seguros varios contratados a tal respecto.

A donde quiero llegar, si es que quiero llegar a alguna parte, que a veces lo dudo, es a que, en un estado en el que las políticas se van alejando cada vez más de lo social, esto es, de que la sociedad cuide de los suyos, y en el que, en lugar de ello, lo que impera cada vez más es el «búscate la vida», podríamos decir que casi todos estamos, en realidad, viviendo «al día».
Sin cohesión social, frente a la adversidad no seremos como la red de una portería de fútbol, que para el balón por muy fuerte que venga al distribuír el impacto entre casi todos sus nodos. Seremos más bien como los bolos de la bolera, cayendo por separado con facilidad.



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miércoles, 2 de diciembre de 2009

Presuntos Profesores

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El otro día, viendo una película algo antigua llamada "El Vuelo del Fénix", me llamó la atención una escena en la que un personaje está pintándole el nombre "Fénix" a un avión (de ahí el nombre de la peli), y otro de los personajes le inquiere por el significado de esa palabra. Cito de memoria:

- El Fénix era un ave mitológica en la cultura de la época de los egipcios, hace más de seis mil años, con la peculiar capacidad de que, tras su muerte... - empezaba a decir el consultado.
- Eh, oiga, no me hable como si fuera idiota. - le corta el inquiriente de manera hosca.

La escena me recordó, aunque sin razón aparente (ya saben, esta cabeza mía, que me lleva por derroteros extraños a veces), cierto hecho histórico, más concretamente de la historia de la música, que aconteció cuando el genial compositor Wolfgang Amadeus Mozart (cuyo nombre completo era aún más largo) presentó su ópera "El rapto en el serrallo" ante el Emperador José II. El emperador era un hombre sin profundos conocimientos de música, que más bien se interesaba en el tema por el aquel de que estaba de moda entre la nobleza. O sea, que era como la mayoría de gente a día de hoy con el fútbol: saben algo porque todo el mundo habla del tema, así que ellos no van a ser menos.
Y parece ser que el emperador, pese a estar satisfecho con la obra de Mozart, dijo algo así como que "pero tiene demasiadas notas". Ya ven, algo así como si un crítico literario dice que una novela es buena pero tiene demasiadas letras. Mozart, los genios a menudo tienen esa actitud excéntrica, le respondió con un "¿Y cuántas notas exáctamente considera su majestad que serían adecuadas?".

La sarcástica y reductora al absurdo respuesta de Mozart fue, para mi gusto, fantástica: si el zote este se pronuncia sobre mi música con semejante comentario de un tipo que ni siquiera un maestro haría de un aprendiz, yo pongo en evidencia su burrez haciendo algo tan simple como proseguir su razonamiento.

Les he aburrido con estas dos historias porque el otro día mi buen amigo Gumersindo Amador, lector (más por buen amigo que por otra cosa) esporádico de esta mi página web, me dijo:

- Creo que en tus artículos esos abusas de las citas. No paras de poner citas de tal o cual persona. Pareces un profesor obsesionado por las citas. Yo ya ni las leo. ¿No ves que yo quiero leerte a tí, no a Calígula, o a Sócrates, o a no sé quién?

Lástima, porque las citas son un fantástico condensado de sabiduría, a menudo más fácil de recordar que otras explicaciones más largas. Poco respeto y flaco favor a la Literatura, la Filosofía y hasta la Historia (qué curioso, las tres ramas que más hacen pensar, razonar, elucubrar y concluír por sí mismas a las personas) hace quien así piensa.
Pero tranquilos, que aquí acudo yo en defensa de mi viejo amigo, que otra cosa no, pero buen amigo sí que es: lo que, aunque él no lo sepa, le ocurre en realidad a Gumersindo no es (al menos en este caso) que desprecie algunas ramas del saber. Le pasan sencillamente dos cosas: la primera que a su faceta cazurra le molesta el aire docto, sábio, épico o lo que proceda que dan las citas a mis textos. Que diga yo lo que quiera, sí, pero sin florituras. Justo como en la película al principio de este texto citada. Quizá le satisfaga más que escriba mis artículos en ese espurio lenguaje que usa alguna gente para mandar mensajes vía teléfono móvil, o algo así.
Lo segundo que le ocurre es su devoción por el deporte nacional español: hablar sin saber. Si hay que hacerlo, pues se hace, así que, como a él al leer mis textos le viene el pálpito (convicción moral, lo llamaría Mariano Rajoy) de que ahí hay mucho barroquismo, pues va y suelta lo del exceso de citas. Más o menos como en el ejemplo del emperador y Mozart. Por lo menos no me ha dicho que pongo "demasiadas letras".

Gumersindo pisotea la faceta artística de mi actividad redactora. Es, podría decirse, lógico, está acostumbrado: en España se pisotea a menudo la faceta artística que por fuerza han de tener muchas, por no decir todas, de las actividades que las personas hacemos en esta vida.


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