lunes, 18 de mayo de 2009

El Test de la Bomba

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"Hay que sembrar el terror, dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros."
 [Instrucción Reservada nº 1 de 25 de mayo de 1.936 escrita por el General Mola - Golpista del Ejército Español]



 En cierta ocasión caminábamos mi buen amigo Gumersindo Amador y yo, aunque cueste creerlo, nada menos que por el campo. Ya saben, ese sitio donde aún queda vegetación, y se oyen a los pájaros, y los sonidos no son un tronar de vehículos de combustión interna. En realidad era tan sólo una pequeña carretera rural, pero a nosotros, indígenas de ciudad, aquello nos parecía poco menos que el Amazonas.
 De repente oímos lo que al principio me pareció un trueno, y después comprobamos era un disparo. Y vaya si lo comprobamos, que la bala impactó en las ramas de un árbol, no muy lejos de nosotros. Sospechando haber sido confundidos por robaperas o algo similar, nos quedamos paralizados casi esperando percibir los ladridos del subsiguiente mastín ahuyentador de zagales que aparece en estos casos.
 En lugar de ello aparece un hombre sin boina con una escopeta, con gesto preocupado, preguntándonos si estamos bien, y disculpándose por lo desviado de su disparo. Ocurre que estaba el buen señor haciendo prácticas de tiro con su escopeta de caza, en lo alto de una loma, apuntando en sentido opuesto al nuestro, y a una considerable distancia de nosotros, a pesar de lo cual la bala había rebotado, desviado, cabriolado y hasta tirabuzonado para enrutarse hacia los dos inocentes urbanitas en tierra extraña.
 Acabado el incidente con el hombre, lo cual me costó lo suyo porque no vean cómo se me pone Gumersindo a veces echando reprimendas, le consulto por el tema, ya que él hizo el servicio militar cuando era obligatorio (ya verán, ya, la que les voy a dar también con este tema, que me lo ha contado todo de pe a pa, y con alguien tengo que pagar las historietas soporíferas que me larga mi buen amigo):

- No me entra en la cabeza, Gumersindo, que una bala se haya desviado tanto de su trayectoria. Si es que parece la bala que mató al Kennedy ese de lo que ha hecho, que hasta había la tira de obstáculos por el camino. Y el desnivel que ha cubierto, que es que parece que nos buscaba.
- Pues que no te extrañe. Todo el que medio aprende a manejar un arma de fuego sabe de su impredecibilidad. Son algo peligrosísimo y, sobre todo, treméndamente destructivo. Que es que en las películas parece que si el disparo no acierta la bala se desvanece en el aire, poco menos. Pues nada de eso, una bala rebota, mata, lisia y ni te haces una idea de la que puede armar. Precisamente recuerdo ahora mismo una vez, en la mili, al Terrones cuando...
- Espera, espera... - le interrumpo, porque las historias del Terrones, que era muy bruto, creo que ya me las sé todas y sé que van para largo - si una sóla bala puede hacer eso, ¿qué me dices de algo más destructivo, como un mayor calibre, o una granada de mano?
- ¡Eso ni te lo imaginas! La debacle que causa un arma conforme vas subiendo en potencia de la misma es horrenda. Precisamente, como te decía, el Terrones, que estaba en mi destacamento y era muy bruto, me dice un día... - a partir de aquí mejor omito la conversación con Gumersindo. En primer lugar por su carencia de interés en esta historia, en segundo lugar por su carencia de interés, y en tercer lugar por respeto al Terrones, que era muy bruto.

 Pienso en la imagen que las armas de fuego me han dejado a lo largo de mi vida, mayormente a causa de la filmografía: balas que matan a buenos o a malos, pero que cuando fallan lo más que hacen es dar en la pared o romper alguna ventana, que los vidrios son frágiles, ya se sabe; el Equipo A disparando 7.322 tiros causando como mucho agujeros en la carrocería de un automóvil o rompiendo como mucho un surtidor de agua para los bomberos de esos que se ven por las calles, pero sin que nadie sangre; grandes explosiones en las narices del héroe ante las que le basta con encogerse un poco, como cuando le echan a uno agua en la piscina, etcétera.
 Tras darle vueltas al tema concluyo que, si bien puede permitirse el uso de armas de fuego en los cuerpos de seguridad, y exclusivamente para su uso en casos extremos, una bomba, del tipo que sea, es otro cantar. Las bombas causan daño a diestro y siniestro, no dirigido ni controlado ni previsible. Las bombas destruyen todo y a todos. Para eso fueron creadas.
 Dentro de lo difícil que es hacer esta afirmación, pienso que se puede saber quiénes son los malos por un sencillo detalle: usan bombas. Del tipo que sean: bombas de mano, bombardeos, trampas bomba, lanzagranadas, bazocas o cualesquiera otras. No se trata de atacar "énclaves estratégicos donde se ocultan los terroristas", sino de causar el terror y la destrucción por doquier. Tampoco debe llamarse "ejecución selectiva de alguien que se lo tiene merecido" a un acto que aprecia tan poco la vida y las creaciones del hombre o de la naturaleza que las destruye en un área determinada. No es el cirujano cortando con el bisturí para mejorar la vida, es el asesino con un hacha.

 Los malos usan bombas. Simple y llanamente.
 Como las ha usado la OTAN, ETA, el ejército EEUU, Israel o muchos otros.

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