sábado, 28 de febrero de 2009

Conversaciones de Automóvil - La Juventud

 Me cuenta un amigo el otro día de sus condiciones laborales, mientras íbamos en su automóvil. Confieso que es donde más hablo con la gente, si es que hablo algo; el resto del día estoy en mis asuntos, o en asuntos mútuos que no dejan lugar a conversaciones. Adivino, triste desgracia de nuestra época, que como mucha otra gente. El automóvil, sin embargo, y por mucho que yo me oponga a la automoción como medio de transporte para una sociedad, tiene quizá ese algo de momento de calma proclive a la conversación.
 Resulta que el hombre tiene trabajo en una fábrica de productos alimenticios los días que lo llaman y si lo llaman. Es decir, que le contratan para un día de trabajo. Entra a trabajar a eso de las 2 de la tarde, y lo llaman sobre las 12 y media. Además cuando lo llaman tiene el tiempo justo de ir al lugar donde debe firmar el contrato (contrato para ese día exclusivamente), situado en otro sitio distinto (y alejado, para más inri) del lugar de trabajo, volver a casa a por un bocadillo y tirar directo para la fábrica. A deslomarse, no se crean que el trabajo es jugar al parchís.
 Toma castaña condiciones laborales. Me ha recordado todas esas veces en la historia en las que los padres "alimentaban a sus hijos por la tarde con el dinero que habían ganado por la mañana". Y yo quejándome de que el mes de vacaciones debería ser pactado entre el trabajador y el empleador: dos semanas que las asigne el empleador y otras dos las selecciona el trabajador.
 Pero más miga tiene su opinión al respecto:

- No, si yo lo veo bien. Pero para gente joven.

 Anda María, como suele decirse. Vaya uno a saber porqué, me acordé de cuando en el Telediario, con aquello del ciclismo, alguien dijo, creo que fue de un tal Alberto Contador (ciclista de esos, me parece): "Tiene 24 años, pero tiene la cabeza bastante en su sitio."
 Resulta que a la gente joven, entendiendo por tal a esos sujetos, en muchos casos estudiantes, que no tienen un duro y que todavía tienen ilusiones y hasta ven sentido a la vida, la encierra nuestra sociedad una burrada de horas al día en un Ciclo de Enseñanza Reglada escuchando (¿oyendo, como se dice de la misa, más bien?) desmotivados a un profesor más desmotivado, se la desprovee de bienes, respeto, futuro y casi hasta de derechos... y encima de todo podemos darle los trabajos más míseros en las peores condiciones.

 Creo que, si yo estuviera en su lugar, me iría al botellón. Y a perseguir féminas. Y que me quiten lo bailado.


jueves, 26 de febrero de 2009

Fauna y Flora de Nuestra Sociedad - Los Regalamealgo

 El presente análisis tiene por objetivo tratar de iniciar la comprensión de la anomalía social conocida como la afección del "Regalamealgo" o simplemente los "Regalamealgo". El autor agradecerá se le suministren a su dirección de correo electrónico ejemplos o datos que pudieran ayudar a profundizar en el tema del análisis.


 Los Regalamealgo. Una descripción inicial.

 Nuestra sociedad se encuentra aquejada de una actitud por parte de algunos individuos que debiera ser calificada, si no de infrecuente, sí al menos de peculiar. A falta de un término más científico, y en homenaje al antiguo chiste de los "buanaminos" o los "aminobuanas", definiremos por ahora a estas personas como los "Regalamealgo".
 Entenderemos por persona "Regalamealgo" a aquél que solicita de los demás regalos, cesiones o transferencias de propiedades varias sin haber entregado ni tener intención futura de entregar ningún tipo de contraprestación a cambio. El Regalamealgo puede precisar lo que desea que se le regale con mayor o menor exactitud, pero nunca dejará la selección del regalo al completo libre albedrío de la persona que debe hacer el regalo (persona "Caratontoparece" desde ahora).
 El Regalamealgo actúa solo o cuanto menos sin otros Regalamealgo en las proximidades. La presencia de personas de actitud incondicionalmente favorable o cuanto menos amistosa hacia el Regalamealgo será propicia e incluso agradecida por éste último; el Regalamealgo podría tratar incluso de utilizar a estas personas como cómplices indirectos que confirmen su (a sus ojos, al menos) sensata y justa actitud demandante de prebendas a la persona "Caratontoparece".
 El regalo que el Regalamealgo solicita será inevitablemente algo que él no tenga o, cuanto menos, solicitará regalos de algún tipo que el Caratontoparece tenga o aparente tener en mayor cantidad, cuantía o calidad que él mismo.


 Motivaciones de Fondo de los Regalamealgo.

 El autor de este estudio opina que, contrariamente a lo que pudiera pensarse, los Regalamealgo no actúan movidos por intenciones de nivelar las desigualdades de riqueza o patrimonio existentes en nuestra sociedad. No parecen estar detrás de las actitudes de los Regalamealgo seguimientos de doctrinas políticas o filosóficas igualitarias como los dictados de Jesucristo, el socialismo o el comunismo. Así lo revela el hecho de que los individuos Regalamealgo tengan en sus vidas actitudes tan individualistas y competitivas como cualquier otro integrante de la sociedad en el primer mundo.
 Asímismo los Regalamealgo, en no pocas ocasiones, conceden poco uso e importancia al regalo recibido caso de lograr su objetivo. Ello sugiere que el regalo en sí mismo no constituye necesariamente un fin para su actitud.
 Tampoco hay razones para pensar que el Regalamealgo sienta afecto y pretenda con su actitud intimar o hacer amistad con el Caratontoparece. Así se desprende del hecho de que el Regalamealgo no parezca tener más respeto por el Caratontoparece caso de que éste último acceda a sus pretensiones. De hecho, la persona Regalamealgo resulta ser gradualmente menos respetuosa con quien más confianza tiene. Digamos que la actitud respetuosa del Regalamealgo hacia el prójimo es a menudo, y muy especialmente con los Caratontoparece, inversamente proporcional al grado adquirido de confianza e intimidad.
 Incluso existen evidencias de casos en los que ni siquiera parece que los Regalamealgo logren alcanzar una mayor felicidad en sus vidas mediante un incremento de su patrimonio, por mucho que ésta sea la consecuencia lógica que hasta ellos mismos cabrían esperar de su actitud. Podremos encontrarnos los regalos conseguidos por un Regalamealgo en sus correrías olvidados y guardados en un baúl de su domicilio, tal vez desde el mismo día que los obtuvo.


 El Regalamealgo. Conclusiones Finales.

 El autor de este estudio opina que el individuo Regalamealgo no es posiblemente consciente de su actitud parasitaria. Seguramente sea un personaje insatisfecho de su propia existencia y de la vida que está llevando, por lo que, durante sus ataques al Caratontoparece, está en realidad buscando formas de encontrar algo de felicidad en su vida mediante:

  a.- La consecución de bienes materiales.
  b.- Algo de daño leve a un prójimo al que él considere como víctima propiciatoria.

 Ambos factores a y b son inducidos, en mayor o menor medida, a toda la sociedad individualista y competitiva del primer mundo. El factor a es inducido mediante la propaganda mediática continuada que asocia felicidad, dignidad y realización de la persona a la posesión de bienes materiales. El factor b es más bien una reacción encubierta de venganza por parte del individuo hacia una sociedad que lo aplasta y no le permite florecer. Tristemente el Regalamealgo, y esto último pudiera ser extensible a cualquier habitante promedio no afectado de su mal, acostumbra a no hallar, en realidad, un consuelo efectivo en ninguno de ambos factores a y b, al menos durante tiempo prolongado: apenas recién adquirido el nuevo bien material, o recién ejecutada su/nuestra pequeña venganza-resarcimiento en el prójimo, los ciudadanos del primer mundo acostumbramos, con denodada frecuencia, a volver a estar vacíos.
 Es posiblemente a causa de ello que, al estilo del conocido aforismo de la sabiduría popular que dice que "Se cree el ladrón que todos son de su condición", el Regalamealgo ve en el Caratontoparece a un consumista como él mismo que tampoco valora sus bienes materiales; no le producirá con sus demandas, piensa, sino un "daño leve al prójimo".
 En resumen, no hay malicia como tal en el Regalamealgo. Más bien podemos ver en ellos uno más de los nefastos resultado de un sistema socioeconómico que fagocita a sus hijos y les hace a veces buscar la felicidad a través de un supuesto desagravio en forma de actitudes poco respetuosas hacia los demás.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Más sobre el Consumo a Toda Costa

 Me telefonea mi buen amigo Gumersindo Amador para hablarme de mi reciente artículo publicado en esta mi web, en el que me pronuncio en contra del consumo continuado como sostén de una economía:

- Creo que no tienes razón. Parte de la crisis sí la están causando actitudes temerosas de personas, por ejemplo funcionarios, que continúan cobrando el mismo salario pero no gastan por el miedo a que vengan tiempos peores.

 De ser así, lo primero que se me ocurre es que esa gente que "tiene dinero" lo está, en efecto, guardando supongo que con miras al futuro. Pero lo veo poco probable. Más bien diría que aquí todos estamos más o menos con el agua al cuello como para tener mucho margen de ahorro. Sobre todo porque uno de los orígenes del problema (por problema me refiero a eso que llaman Crisis, y que mucho me temo que sea algo bastante más gordo) es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades durante años: esa frecuente renovación de teléfono móvil, esa televisión de plasma, ese automóvil, esa segunda vivienda, y otros muchos dispendios en los que no entro por no extenderme; todo ello, por supuesto, pagado a plazos. Parece que hace mucho que todos estamos ya pagando (o sea, gastando y consumiendo) al mes tanto como podemos. Funcionarios y trabajadores de salario fijo incluídos.
 Pero es que, aún cuando sea verdad que hay gente que, por mucho que pueda, no gasta porque no quiere, pues qué quieren ustedes que les diga: me parece perfecto y lógico. Lógico porque con tanto embate de FalsiMedia en su cantinela del "Vienen tiempos malísimos" para que aceptemos rebajas en nuestros derechos sociales y laborales, cualquiera se atreve a gastar en cosas que no le son estrictamente necesarias.
 Y me parece perfecto que esas personas no gasten porque ¿a santo de qué para que les salgan las cuentas a los cerebritos que adoraron al Becerro de Oro del Crecimiento Continuado tenemos ahora los demás que gastar sin necesidad nuestro dinero, tan trabajosamente obtenido?
 Aunque parezca simplificar demasiado el problema, opino que el único motivo de que se nos haya adoctrinado para el consumismo es que nuestro gasto continuado enriquecía a unos pocos, mayormente los dueños de las multinacionales, que eran (y son) los vendedores y beneficiarios últimos de casi todo lo que comprábamos.
 El pequeño problemita del método era que nos empobrecía a nosotros. ¿O sería quizá eso mismo parte del objetivo buscado? En todo caso que no vengan a pedirnos que sigamos con el derroche.

 No nos dejemos ahora engañar por las mentiras que promulgan desde sus púlpitos mediáticos: el derrumbe económico no es culpa nuestra, ni mucho menos, por más pies que se le busquen al gato.

martes, 24 de febrero de 2009

Sujétame al Niño

 Algunas veces miro la prensa convencional. Sí, ya sé que soy el primero que da la tabarra con que es todo una sarta de mentiras, que no reflejan la realidad, y tal y cual. Digamos que le presto atención por razones que no tienen que ver diréctamente con informarme de lo que pasa en el mundo. Por ejemplo, para ver lo que sería de mí si sólo tuviera a FalsiMedia como fuente del saber. Algo así como una vez que me crucé con un vecino que venía "encopado" de más y supliqué a los hados no acabar así nunca. A juzgar por su reacción, creo que no debí haberlo hecho en voz alta, pero esa es otra historia.
 Leo en la prensa que los padres de alumnos, al parecer, están "indignados" por la llegada de un puente de esos que supondrá unos días festivos pero que únicamente afectará a la enseñanza.
 Retorcido como soy, la primera pregunta que a menudo me hago es cómo narices sabe la prensa lo que piensan o sienten "los padres de alumnos", porque me da a mí que no han ido haciendo encuestas significativas, o ni tan siquiera hablando con las asociaciones de padres de alumnos. Dejémoslo estar.
 O al menos dejémoslo estar en beneficio de la segunda cuestión: resulta que, concretando más el tema, me cuenta el medio de prensa que los padres no tienen quién vigile a los vástagos durante esos días. Me trae a la cabeza otra ocasión en que escuché a un padre oponerse a reducciones en el número de horas de clase diciendo que "entonces están todo el día por aquí triscando, y eso no puede ser". Ya me voy enterando yo del tema.
 Se trata de que los caballitos estén en el redil. Y a otra cosa, que ya hemos barrido el problema debajo de la alfombra.
 Pero, según tengo entendido, son tanto sicólogos como educadores los que afirman que el desarrollo a diversos niveles de un niño requiere de la frecuente presencia y atención de los padres. Las razones son numerosas: es de quien mejor aprenden los hijos, refuerza el vínculo emocional, es mejor para su siquismo, y no sé cuántas más. Por otra parte, es como siempre han sido criados los hijos humanos.
 Sin ir más lejos, Carl Sagan en un excelente libro de divulgación científica llamado "El Mundo y sus Demonios" y refiriéndose a nuestras tendencias inconscientes de imaginar peligros o apariciones afirma: "Durante toda la historia de la humanidad las crías humanas han dormido junto a sus padres. Y ahora, a edades cada vez más tempranas, les damos las buenas noches y los encerramos en una habitación a oscuras".
 Y sin embargo el tiempo que los padres del primer mundo pasan junto a sus hijos resulta reducidísimo.
 Pero es que, como ocurre con la mayoría de las cosas malas del mundo, los padres casi siempre tienen, cuanto menos, algo de justificación; de hecho, la más recurrente de todas: ¿Qué otra alternativa les queda, si han de pasar el día entero trabajando?
 Tenemos que trabajar mucho porque se nos empuja a ello. Cuando no para llegar a final de mes (esto es, para tener comida, casa, ropa y poco más), sí para pagar todo nuestro consumismo. Consumismo que, dicho sea de paso, enriquece a los poderosos del mundo a través de sus multinacionales.

 Estando tan ocupados, terminamos por buscar adónde atar al niño. Y luego crecen como crecen. ¿O debería decir crecemos como crecemos?

lunes, 16 de febrero de 2009

Gumersindadas - La Ley del Más Fuerte

 Existía antaño en España un personaje cómico llamado Macario, un muñeco manejado por un ventrílocuo llamado José Luis Moreno. Macario era la parodia del hombre rural íbero: bruto, inculto, bonachón, simplón y de mirada bobalicona. Dado que mi divorcio de la televisión dura ya demasiado como para tener siquiera información fehaciente de si sus números cómicos siguen en activo, no recuerdo todos los detalles. Por ejemplo, ahora mismo no caigo si para realzar más la cerrazón molleril, ésta, me parece a mí, extensiva a todo ese pueblo (rural o no) del que Antonio Machado dijera lo de "De cada diez cabezas, una piensa y nueve embisten", se creó el muñeco de Macario de manera que fuera unicejo. Pero como si lo fuera.
 Sí recuerdo de Macario una graciosa escena en la cual el ventrílocuo conversaba con él al respecto de las elecciones y decían algo parecido a:

- Bueno, Macario, ¿y usted a quién hubiera votado en estas elecciones nacionales que acaban de celebrarse? - preguntaba el ventrílocuo.

- ¿Yo? Pues a los que ganen. - respondía en su simpleza Macario.

- Er... pero vamos a ver... eso no puede ser... suponga usted que las elecciones las ha ganado Alianza Popular - la antigua versión del actual Partido Popular de España ¿he dicho ya que mi divorcio con la tele viene de largo?

- Pues a esos.

- Pero Macario, que usted no puede saber quién va a ganar antes de las elecciones, así que no puede votarle. ¿Y si hubiera votado usted a Alianza Popular y entonces las hubiera ganado el PSOE?

- Pues a esos otros. - decía con total tranquilidad Macario.

 Cuento esto porque hace algún tiempo estaba yo tratando de explicarle a mi buen amigo Gumersindo Amador el tema de Israelíes-contra-Todos que acontece allá por el Medio Oriente. Como ya sabrán mis amables (imagino) lectores, Gumersindo obtiene toda la información que necesita saber del mundo que le rodea a partir de la televisión, o a lo sumo de la prensa escrita y la radio; es decir, lo que los internáutas de pro llamamos FalsiMedia. Y, cuando no, se me va a Libertad Digital, para arreglarlo.
 De modo que, como Gumersindo otra cosa no, pero buen amigo sí que es, decido ilusamente cumplir con mi deber e informarle:

- ... así que, como te digo, el estado de Israel se creó por la fuerza arrebatándoles tierras a los países de la región allá por el 1948. Y desde entonces los israelíes han ido invadiendo cada vez más territorios de los países circundantes. Claro, tratan como a perros a los habitantes originarios de la zona que se han quedado en los terrenos que van ocupando.

- Normal. Si es que ponen bombas. Son terroristas. - me responde él, adivino que sin forzar mucho la materia gris.

- Hombre, como que les están echando de sus casas, y pasando los tanques por encima de ellas, y bombardeando sus infraestructuras: potabilizadoras de agua, carreteras, hospitales, colegios, locales sociales como sinagogas... pues claro que ponen bombas.

- Pues que dejen de hacerlo. Y si no allá ellos, los bombardeos que les caigan se los merecen.

- Pero vamos a ver, Gumersindo, si les están atacando, invadiendo y matando. Además, ya que me hablas de los muertos israelíes que causan con sus bombas, ¿qué me dices de los muchos más muertos y daños de todo tipo que causan los israelíes con su mayor y mejor armamento y tecnología?

- Es la Ley del Más Fuerte, como tiene que ser.

 Cuando me recuperé de la impresión (ya he contado a veces que Gumersindo sabe cómo impresionarme) que me generó la sinpar respuesta, lo cual fue, debo confesarlo, mucho después de escucharla, le di vueltas al asunto, a ver qué sacaba.

 Y es que el sentimiento de apego al fuerte porque es fuerte es algo que a veces cala hondo en nuestra sociedad. Son muchas las personas que, como Macario, quieren subirse al carro ganador o qué sé yo, así que en temas como el de la guerra de Medio Oriente se apuntan, aunque sea tan sólo ideológicamente, al bando de Israel-EEUU, que son guapos, visten más bellos uniformes y tienen armamento más reluciente. Los otros, esto es, los "moros", son sucios, visten túnicas polvorientas, chapurrean en un lenguaje que no es el de las canciones de moda y tienen los dientes picados y no alineados por costosos aparatos que ponemos a nuestros niños.

 Como Macario, no sé cuántos de quienes eligen sus adhesiones con tales baremos serán unicejos.
 Pero como si lo fueran.

viernes, 13 de febrero de 2009

Decreciendo

 El arte, qué duda cabe, contiene a veces escenas dignas de conservar para siempre en la memoria. Quizá por lo que nos enseñan, o tal vez porque ilustran o ponen de relieve aspectos de la realidad que a menudo se nos escapan. Me gustó particularmente la frase del pintor suizo Paul Klee: "La tarea del arte es hacer visible lo invisible". De hecho, no logro encontrar una definición de la palabra "arte" que me parezca más apropiada.
 Recuerdo ahora mismo una de esas escenas del arte. En concreto de un cómic (tambien llamado novela gráfica, historieta ilustrada, o incluso en su día en España tebeo) del personaje de ficción Superman titulado "Las Cuatro Estaciones". En un escena a doble página el granjero Jonathan Kent, padre de Clark Kent (el alter-ego humano de Superman), contempla, herramienta de labrador en mano, una puesta de sol sobre la extensa llanura que es su plantación, tan hermosa que corta el aliento.
 Su hijo llega hasta él. Clark, forjado en la sensatez propia de quien ha crecido también en zona rural, lejos de la caótica gran ciudad aunque ahora (el trabajo de Superman a tiempo parcial tiene eso) se vea obligado a vivir casi contínuamente en ella, se para también a apreciar el momento. La calma propia de la salida y la puesta de sol, los momentos que la filosofía oriental considera de equilibrio de energías positivas y negativas, los rodea a ambos.
 No obstante, Clark pregunta:

- ¿Nunca te cansas de esto?

 Su padre, que duerme profundamente 8 ó 9 horas al día (quién las pillara, ¿verdad, amable lector?), que sabe que el silencio (sí, en algunos lugares del planeta todavía existe) rural es para él lo que el agua sería para un pez, que se alimenta de platos sencillos y poco procesados industrialmente (ni envueltos en plástico ni saben a plástico) de los que le sacian a uno el hambre durante más de media hora, su padre que saluda alegremente a vecinos que le devuelven el saludo y le consideran una persona en vez de un competidor, le responde:

- No. Nunca.

 Jonathan Kent vive en una población, SmallVille, donde no se cambia de teléfono móvil cada 3 meses, ni de automóvil cada 3 años. A SmallVille no llegan las últimas cámaras de vídeo japonesas, y ni siquiera existe el concepto de "ir de compras" por el mero hecho de tener nuevos bienes, los que sean. En SmallVille no hay ricos, pero la gente saluda "¿Cómo estás?" esperando una respuesta. Los habitantes de SmallVille no esperan ganar cada vez más dinero o quitarse de trabajar "ampliando su empresa" y echándole encima el trabajo a panolis a cambio de cuatro perras, mientras ellos se quedan con el grueso de los beneficios; pero en cualquier sitio que se reúnan varias personas se formará una conversación exenta de sonrisas forzadas o notas bajo cuerda para pegar puñaladas más tarde.

 Si queremos sobrevivir ha llegado la hora de decrecer.
 Y si diéramos los pasos adecuados no tendría, en realidad, porqué ser una desgracia.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Consume Hasta Morir

 No deja de hacerme cierta gracia cómo dirigen el rumbo de la economía del país los políticos. Digo gracia siempre que uno se aguante las ganas de llorar, claro. Resulta que el nuevo eslogan que promulgan desde sus púlpitos (o sea, su obediente FalsiMedia) nuestras cabezas pensantes es "Hay que consumir. Que si no la economía se hunde".
 Y lo peor es que la trola cala en mucha gente. Sin ir más lejos, mi buen amigo Gumersindo Amador me vino una vez explicándome que la crisis de allá por los años 20 en EEUU (ya se sabe: si ellos estornudan, nosotros nos resfriamos, así que hay que tener un ojo puesto en ellos, y hasta en su historia) se produjo "porque la gente dejó de comprar cosas, gastar y consumir, así que las empresas que vendían se fueron a pique y la economía se hundió".
 Toma castaña, por usar una metáfora florida.

 A ver si lo he entendido: si yo compro una cantidad de, pongamos, comida a la semana, para comer, claro, ¿ahora ocurre que tengo que ponerme a comprar más comida de la necesaria para comer? ¿Y qué hago con esa comida extra que he comprado para que no se hundan los comercios, léase supermercados explotadores de mano de obra semiesclava (lo que algunos llaman puestos de trabajo)? ¿Me la como aunque reviente, y así de paso, y por seguir con la directriz, ayudo a que no se hunda el gremio de enterradores y fabricantes de ataúdes? ¿O se la doy a los gatos de mi barrio?
 Habrá quien afirme: "Al menos cambiemos el consumo extranjero por el consumo local". Pues miren ustedes, eso ya me parece algo mejor. Pero es que eso deberíamos llevar haciéndolo mucho tiempo.
 Aún diría más: el comercio/consumo no debiera haber dejado nunca de ser algo más bien localizado a la zona. Ello hubiera evitado cosas como la deslocalización de los trabajadores, el paro causado por los traslados de empresas a zonas de mano de obra más barata (o sea, esclava, esta vez casi literal), el destrozo ecológico, ya en fase terminal, que causa tanto transporte innecesario, por citar sólo unos pocos, e, incluso, la misma globalización neoliberal de la economía. Si las economías deben ser mayormente locales, ¿por qué el asunto no se regula así por ley?

 En todo caso, se me ocurre que si prestamos atención al tema, lo mismo los ciudadanitos de a pie hasta terminamos por entender algo de los problemas que causa el llamado librecomercio. Va a resultar que esto de la crisis pudiera llegar a servir para algo bueno.

martes, 10 de febrero de 2009

Breve Análisis (y Tanto) del Tema de Guantánamo

 Nos viene FalsiMedia (nombre que los internáutas de pura sangre damos a la Prensa en general, con especial énfasis en la televisión) con que los gobiernos europeos están buscando una forma de "ayudar a EEUU a cerrar" el campo de concentración que estos tienen en territorio ilegalmente invadido de una región cubana llamada Guantánamo.
 En concreto "se pretende" (el vocablo "se" apesta cuando lo usa FalsiMedia, qué quieren que les diga) que los países europeos acojan, encarcelen, reciban, o qué sé yo, a los "prisioneros sin cargos" que tienen los gringos en el campo de concentración.
 No me caí de espaldas al enterarme porque estaba sentado.
 Si una persona está detenida, arrestada, en prisión, o como lo queramos llamar, pero "sin cargos", esto es, sin acusación alguna, ¿por qué no la ponemos en libertad, ya que está ilegalmente prisonera, o, dicho a las claras, secuestrada?

 A veces FalsiMedia se pasa, como suele decirse, tres pueblos en sus operaciones de adoctrinamiento de masas.
 Pensándolo bien, se pasa a diario.

lunes, 9 de febrero de 2009

Y No Tiene Novio

 Escucho (sin intención, era gente que hablaba alto) en el supermercado (¿queda alguna "tienda del barrio" por algun lado?) una conversación ajena:

- No tiene novio, es vicedirectora de una sucursal bancaria, se ha comprado el coche, un piso, así que no tiene novio. Se va a ir a Venecia una semana.
- Vaya, ¿y qué edad tiene? - aquí ya me empiezo a repatear, como el que dice.
- Tiene [nn] años. - perdónenme, amables lectores, pero no recuerdo el número. Es una peculiaridad mía. Pero con esa tizona les arrearé otro día. Entretanto, siguen los contertulios - Y ya te digo: su puesto de trabajo en el banco, su coche recién comprado y su piso. De modo que de novio nada. - queda repetido el hecho triunfal autosuficiente de la referida gloriosa fémina triunfadora. ¿Tendrá también el afecto de sus vecinos, o se subirá en el ascensor con incómodos silencios, como le pasa a todo quisque? ¿Tendrá salud, o dolor de espalda por estar metida en este jaula de monos masiva que es cualquier ciudad contemporánea? ¿Dormirá bien, o a poco que reseque un poco el tiempo la alergia la tendrá sofocada?

 Dejando de lado el debate acerca de eso que en nuestra sociedad se llaman logros, me paro a pensar en la interfecta, que, como ya puede ganarse la vida por si misma, pues no necesita novio.
 Lo primero que se me ocurre es que es habitual esa actitud de las mujeres: hay que buscar un hombre para que las mantenga. A ser posible, y perdónenme por la consonancia histórico-carpetovetónica-mamarrachal, "atado y bien atado". Léase "que firme".
 Ya puestos, recuerdo otra conversación, esta vez con el que suscribe de participante (es un decir lo de participante; el que suscribe más bien repetía el estribillo "Sí, cariño" por la cuenta que le traía):

- Pues no, que os gusta mucho a los hombres eso de no casaros. Que entonces como sois hombres y sois fuertes, cuando os da la gana agarráis la puerta y os vais. Y de eso nada: que tengamos papeles las mujeres, que os tengamos sujetos por algún sitio. - admirable la franqueza, eso sí.

  Supongo que lejos quedaron aquellos tiempos de Movimientos de Liberación Femenina de décadas pasadas, con su "Una mujer necesita a un hombre lo mismo que un pez a una bicicleta".

 Hasta aquí la conclusión misógina acerca del tema hubiera sido lo lógico. Incluso un alivio para quien no quiere darle más vueltas a las cosas. Tengo más de un conocido que elucubra acerca del tema hasta llegar al puerto de la misoginia, y ahí se queda, que se está a resguardo.
 Me temo que yo saco la barca a navegar por los mares de los devanamientos de cabeza demasiado a menudo. Por ejemplo, esta vez, en la que acabo concluyendo sobre tal actitud femenina: ¿Acaso les dejamos otra opción?
 Seamos claros y breves: normalmente una mujer tiene más difícil que un hombre eso que he calificado más arriba de "ganarse la vida", al menos si añadimos la palabra "honestamente": peores salarios, la carga de tener hijos que cuidar o incluso la cuasi-obligación de tener que bajar la mirada castamente cuando va por la calle o se cruza con hombres. Y múltiples trabas por parte del mundo masculino molesto por lo que ve como una lucha de igual a igual con la mujer, tras tantos milenios de lo que podríamos llamar primacía.

 Desde luego el tema de debate no acaba aquí. Habría muchos factores más que poner encima de la mesa a favor y en contra de mis conclusiones. Pero, aunque sólo sea por hacer algo constructivo, quisiera contribuír sugiriendo una posible solución al tema: quiero pensar que la implementación de la Renta Básica ayudaría con problemas como este.
 Si toda persona, hombre o mujer, cobrara del estado una cantidad, pongamos mensual, que al menos le permitiera vivir dignamente, es posible que eso ayudara a que las parejas no se formaran para que alguno de sus miembros resuelva lo de "ganarse la vida".
 ¿Y de dónde saldría ese dinero para pagar una renta básica mensual? Pues podríamos sacarlo de las rentas más altas, como los megabanqueros esos que cruzan miles de kilómetros en su avión privado la tarde que quieren comer la especialidad gastronómica de otro país.
 Que ya han tenido demasiada riqueza durante demasiado tiempo.

lunes, 2 de febrero de 2009

Esperando que Todo se Arregle

 Recuerdo una graciosa situación que creamos tres amigos hace años. Fíjense en el esquema: le pedí a mi buen amigo Gumersindo Amador un CD con ciertos documentos (pongamos, por decir algo, la versión digital escaneada de "La Historia de Aquí de Forges Antes de que se Pasara al Lado Oscuro") que él no tenía, pero que, afirmaba, podía conseguir. Al día siguiente Gumersindo, ni corto ni perezoso, que otra cosa no, pero buen amigo sí es, le pidió sin que yo supiera más detalles (llamémoslo, para que se entienda la historia, con nocturnidad pero no con alevosía) los documentos a un tercer amigo (pongamos, por decir alguien, Fulano de Copas) que, miren lo que son las cosas, me conocía de antaño. Fulano de Copas le dijo a Gumersindo que no tenía esos documentos, pero que conocía a alguien que los podía conseguir, que le diera un par de días y se lo arreglaba. ¿Me siguen?
 Pues lo gracioso, que hasta ahora ha sido poco, entra aquí: Fulano de Copas me llamó a mí al día siguiente, ya sin que Gumersindo supiera más detalles (también nocturnamente pero tampoco alevoso) y me solicitó si podría yo conseguirle esos documentos. De modo que cuando yo respondí "No los tengo, pero espérate un poco que me los van a dar en breve" fue cuando llegamos a lo que podríamos definir una situación de interbloqueo: cada uno esperando los documentos para dárselos a otro, y ninguno de los tres con posibilidad alguna de llegar a conseguirlos algún día.
 Poco después, por fortuna, se aclaró la cosa. Supimos a quién esperaba cada uno para cumplir con su entrega, y nos resultó muy divertido. Nos quedamos los tres con un palmo de narices en lo referente a conseguir los documentos, pero al menos sacamos unas risas de la cómica escenita.

 Esta boba situación, que espero haber explicado medio decentemente, es la que evoco ahora cuando me fijo en el panorama laboral y económico de la sociedad española: estamos, quien más quien menos, prácticamente todos a la espera de que las cosas se arreglen. El aparejador esperando que la constructora le pague por sus trabajos realizados, la constructora esperando que el concesionario de automóviles le pague por la nave que le construyó y así poder pagar al aparejador, y el concesionario de automóviles esperando que el aparejador le compre un automóvil para tener liquidez y pagar a la constructora. Ellos, todos, lo llaman "esperar a que la cosa mejore". Y nadie dice que no vaya a pagar, claro. "Espérate un poco", me figuro que les dicen a sus acreedores. Hace algunos días leo en una portada de prensa: "Los precios de la vivienda no bajan a pesar de la crisis". Los vendedores estarán esperando a que los compradores tengan liquidez, o a que los bancos den créditos.
 Y así estamos todos: esperando que todo se arregle.

 Me da a mi que esta vez los únicos que, si acaso, van a poder reírse de la situación son los que están arriba, muy arriba. Los que han acaparado riqueza a manos llenas, quitándonosla, por lo tanto, a los demás. Los culpables del desaguisado, por decirlo a las claras.