sábado, 28 de febrero de 2009

Conversaciones de Automóvil - La Juventud

 Me cuenta un amigo el otro día de sus condiciones laborales, mientras íbamos en su automóvil. Confieso que es donde más hablo con la gente, si es que hablo algo; el resto del día estoy en mis asuntos, o en asuntos mútuos que no dejan lugar a conversaciones. Adivino, triste desgracia de nuestra época, que como mucha otra gente. El automóvil, sin embargo, y por mucho que yo me oponga a la automoción como medio de transporte para una sociedad, tiene quizá ese algo de momento de calma proclive a la conversación.
 Resulta que el hombre tiene trabajo en una fábrica de productos alimenticios los días que lo llaman y si lo llaman. Es decir, que le contratan para un día de trabajo. Entra a trabajar a eso de las 2 de la tarde, y lo llaman sobre las 12 y media. Además cuando lo llaman tiene el tiempo justo de ir al lugar donde debe firmar el contrato (contrato para ese día exclusivamente), situado en otro sitio distinto (y alejado, para más inri) del lugar de trabajo, volver a casa a por un bocadillo y tirar directo para la fábrica. A deslomarse, no se crean que el trabajo es jugar al parchís.
 Toma castaña condiciones laborales. Me ha recordado todas esas veces en la historia en las que los padres "alimentaban a sus hijos por la tarde con el dinero que habían ganado por la mañana". Y yo quejándome de que el mes de vacaciones debería ser pactado entre el trabajador y el empleador: dos semanas que las asigne el empleador y otras dos las selecciona el trabajador.
 Pero más miga tiene su opinión al respecto:

- No, si yo lo veo bien. Pero para gente joven.

 Anda María, como suele decirse. Vaya uno a saber porqué, me acordé de cuando en el Telediario, con aquello del ciclismo, alguien dijo, creo que fue de un tal Alberto Contador (ciclista de esos, me parece): "Tiene 24 años, pero tiene la cabeza bastante en su sitio."
 Resulta que a la gente joven, entendiendo por tal a esos sujetos, en muchos casos estudiantes, que no tienen un duro y que todavía tienen ilusiones y hasta ven sentido a la vida, la encierra nuestra sociedad una burrada de horas al día en un Ciclo de Enseñanza Reglada escuchando (¿oyendo, como se dice de la misa, más bien?) desmotivados a un profesor más desmotivado, se la desprovee de bienes, respeto, futuro y casi hasta de derechos... y encima de todo podemos darle los trabajos más míseros en las peores condiciones.

 Creo que, si yo estuviera en su lugar, me iría al botellón. Y a perseguir féminas. Y que me quiten lo bailado.