martes, 17 de noviembre de 2009

A Pesar de los Míos

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"- Yo adoraba a mi hermano, como ya te dije, y a veces creía que era un santo viviente. Lo alenté en sus oraciones y meditaciones, y como dije, estaba dispuesto a que se fuera de mi lado para que entrara en el sacerdocio. Y si alguien me hubiera contado de un santo en Ars o en Lourdes que tenía visiones, le habría creído. Yo era católico; creía en los santos. Encendía velas delante de sus estatuas de mármol en las iglesias. Conocía sus imágenes, sus símbolos, sus nombres. Pero no lo creí; no en mi hermano. No sólo no creí que tuviera visiones, no lo pude considerar posible un solo instante. Ahora bien, ¿por qué? Porque era mi hermano. Podía ser santo, podía ser extraño, pero Francisco de Asís, no. Mi hermano, no. Mi hermano no podía serlo. Eso es egoísmo, ¿te das cuenta?"
[Confesiones de un Vampiro - Anne Rice]

"Nadie es profeta en su tierra."
[Refranero Español justificando idioteces]


Recuerdo no hace mucho que hablé con un amigo por teléfono:

- Ya me he enterado que recientemente se os ha muerto el cantante ese de tu ciudad, oye. - me dice. Creo que me lo mencionó porque se sentía obligado a darme un semi-pésame, o algo así.

En este caso del cantante, la imagen que transmite FalsiMedia trata, como hace tan a menudo, de ocultar la realidad: nos vende que tenemos/tengamos un sentimiento de pesar por alguien de nuestra provincia, sentimiento que no se refleja con la realidad, porque serán muchos los que sientan por ese deceso tanta pena como por los múltiples accidentados por el tráfico de esos mismos días en que falleció el cantante. En otras palabras, que a la mayoría nos trae casi sin cuidado que se muera ese hombre.
Entiéndanme: lamento la muerte de cualquier ser humano. Pero es que me fastidia que se usen estos sucesos para manipularnos convenciéndonos de que aquí las personas estamos muy unidas.

Déjenme que me extienda en el tema: ¿Han visto ustedes a las pandillas de jóvenes? Sean niños, adolescentes, o algo más creciditos, no resulta muy difícil ver cómo se tiran a muerte. Hagan la prueba: si tienen oportunidad, amables lectores, escúchenlos u observen su comportamiento durante un rato. Se insultan velada o directamente, se burlan cruelmente unos de otros, se pisan en cuanto pueden, o chismorrean con bien poco respeto sobre las privacidades del que no está presente, por ejemplo. Se pregunta uno para qué están en grupo, porqué van a los sitios, conviven y hacen las cosas juntos, si tan lejos está la realidad de la imagen de "grupo de amigos" que transmiten para un observador casual. Me figuro que están juntos porque, al estar solos, un instinto nos hace sentirnos a las personas tal que si hubiéramos sufrido algo parecido al rechazo social («si estoy solo será porque mi tribu no me quiere a su lado»).
Esta reflexión, me temo, podría extenderse no sólo a los niños, que al fin y al cabo probablemente tan sólo reflejen el mundo adulto; ya se sabe: los niños lo que ven. Es aplicable a compañeros de trabajo, e incluso a cónyuges o familiares. Pareciera que todo el que convive con alguien hubiera de acabar por llevarse mal con los que tiene próximos.
Y, claro, estando así las cosas, los logros individuales rara vez son no ya felicitados por nuestros allegados, sino incluso admitidos. Demasiado a menudo aquellos que tenemos cerca ni tan siquiera dan muestras de percatarse de cualquier cosa que uno consiga, así sea aprender a hacer la "O" con un canuto. Lo mismo pretenden que no se nos suba a la cabeza el logro conseguido. Lástima, porque más de uno habrá con la moral y autoestima pendiente de un hilo, y al que hubieran insuflado fuerzas aunque fueran unas gotas de reconocimiento de «los suyos».

En suma, que no sé a usted, amable lector, pero en lo que a mí respecta, me queda la sensación de que mis logros, hayan sido grandes o pequeños, los he obtenido en mi vida no tanto gracias a «los míos», sino más bien a pesar de ellos.
¿Cómo va a importarme un cantante de mi ciudad?


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