viernes, 14 de agosto de 2009

Explicación para Torpes Escrita por un Torpe - Los Préstamos con Intereses y su Efecto Destructivo

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"El capital debe protegerse a sí mismo de todas las maneras posibles, por combinación y legislación. Las deudas se deben exigir, los bonos e hipotecas deben exigirse lo más rápido posible. Cuando, por los procesos de la ley, la gente pierda sus hogares, se volverán más dóciles y se gobernará más fácilmente con la influencia del brazo fuerte del gobierno, aplicado por una potencia central monetaria bajo el control de los principales financistas.
Esta verdad es bien conocida entre nuestros principales hombres ahora empeñados en formar un imperio financiero para gobernar el mundo.
Dividiendo a los votantes a través del sistema político partidario, podemos hacer que pierdan su energía en luchar sobre cuestiones sin importancia real. Así, mediante acciones discretas podemos asegurar para nosotros lo que ha sido tan bien planeado y tan exitosamente ejecutado."
 [Revista del banquero de los E.E.U.U. del 25 de agosto 1924]

"Los pocos que pueden entender el sistema (cheques y créditos) estarán tan interesados en sus beneficios, o serán tan dependientes de sus favores, que no habrá oposición por parte de ese grupo. Mientras que, por otra parte, la gran cantidad de gente mentalmente incapaz de comprender la enorme ventaja que el capital deriva [N. del T: obtiene o roba] del sistema, llevará sus cargas sin queja y quizás sin incluso sospechar que el sistema es hostil (que hace daño) a sus intereses."
 [Extracto de una carta escrita por Rothschild Brothers de Londres a una firma de banqueros de Nueva York el 25 de junio de 1863]

"Pienso que las entidades bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que todos los ejercitos listos para el combate. Si el pueblo estadounidense permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos privados, y todas las entidades que florecerán en torno a ellos, privarán a los ciudadanos de lo que les pertenece, primero con la inflación y más tarde con la recesión, hasta que sus hijos se despierten, sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron."
 [Extracto de una carta que Thomas Jefferson, tercer Presidente USA, envió en 1802 a Albert Gallatin, entonces Secretario del Tesoro]

"La batalla que se ha filtrado bajo los siglos y que tendrá que ser luchada más pronto o más tarde es la de la gente vs. los Bancos."
 [Lord Acton - Lord Jefe de Justicia de Inglaterra - 1875]

"usura. (Del lat. usūra):
1. f. Interés que se lleva por el dinero o el género en el contrato de mutuo o préstamo."
 [Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española]



- Bueno, venga ya, ¿quieres ponerte un sombrero de copa, también, para darle más realismo a la cosa?

 El que había hablado era mi buen amigo Gumersindo Amador. Estaba sentado en una mesa junto a mí y otro amigo nuestro, llamado Godofredo, que llevaba unos auriculares en las orejas y escuchaba "el partido" (como no entiendo mucho de estas cosas, yo no sé si cuando alguien escucha "el partido" se trata siempre del mismo partido, pero prefería no preguntar). Se suponía que íbamos a hacer un experimento de economía, nada menos. O más bien un experimento para torpes, a ver si así lograba yo entender el tema de los créditos fiduciarios.

- Tú deja, Gumersindo, que esto puede seros formativo. Bueno, serte - dije yo mirando a Godofredo, que parecía un poco como en trance.

 Habíamos traído a Godofredo porque yo estimé que dos jugadores pudiera ser poco para representar el "universo de población". Él se había prestado a ello si le dejábamos llevar los auriculares esos, que decía que eran un modelo de no sé qué tecnología de cancelación de ruido ambiente que te aisla aún más del mundo exterior. En cuanto a Gumersindo, había venido más que nada porque, en su fuero interno, sabe que no es la primera vez que le enseño algo aunque de partida parezca que estoy haciendo alguna cosa rara. De hecho, tengo que confesar que, en un primer vistazo, yo casi siempre parezco estar haciendo o estar hablando de alguna cosa rara. Así que cuando le dije de jugar al Monopoly no se extrañó mucho que digamos.
 En realidad al Monopoly siempre habíamos jugado sentados en el suelo, pero ya se sabe, los años no perdonan y la espalda se queja, así que a la mesa tocaba. Comencé a repartir el dinero inicial, sacándolo de la caja ("la banca", supongo que procedía llamarla, un nombre muy apropiado, me pareció).

- Bien, - dije yo - como de partida los jugadores no tenemos ni un dólar, pues la banca nos hace un préstamo inicial de crédito al diez por ciento anual, de mil dólares a cada uno, y que el año sean doce turnos de juego, así que al primer año habrá que devolver 1100, o como te esperes al segundo, pues peor para tí, porque serán 1200 los que tendrás que devolver, y así ¿de acuerdo?
- Sí, de acuerdo. - dijo Gumersindo. Me pareció que ya se me impacientaba. Pues empezábamos bien.

 Godofredo no dijo ni mu. Estaba con la mirada perdida, así que me atuve a lo del "quien calla otorga", y nos dí 1000 dólares ($) a cada uno, que saqué, claro, de la banca. Godofredo miró el fajo de billetes cuando se lo pusimos delante, y lo dejó en la mesa sin tocarlo.
 Y nos pusimos a jugar, como cuando niños. Verán ustedes, para quien no sepa muy bien cómo va el Monopoly, básteles saber que uno tira sus dados para avanzar por el tablero y, en función de las casillas en las que caiga la ficha, unos jugadores ganan dinero de otros (dinero que han de pagarles los otros), y también ganan (de la banca) o pierden, pero de manera más o menos aleatoria: que si uno cae en la carcel, a pagar 5$ (a la banca), que si cae en una cartita de esas que le dan una herencia, gana 3$ (de la banca), etc. 
 A Godofredo, claro, le tirábamos los dados nosotros, le movíamos la ficha y le manejábamos el dinero, mientras él ni se inmutaba. Seguro que no tiene nada que ver, pero me acordé en aquel momento de que Godofredo estaba casado. Al menos no daba problemas, que ya les contaré otro día de un amigo de Gumersindo que de niño esnifaba pegamento y quemaba gasolina en su habitación, ya.
 De modo que el estado inicial de la cosa dineraria era:

Yo: 1.000$
Gumersindo: 1.000$
Godofredo: 1.000$
Total: 3.000$

 Pero hete aquí que al año de juego (12 turnos, ya saben), Gumersindo, que en realidad cuando deja de pensar con las emociones (o sea, cuando piensa) de tonto no tiene un pelo, se dio cuenta de algo interesante:

- Pero vamos a ver, esto está mal.
- ¿Qué es lo que está mal? - dije yo.
- !UY¡ - habló, por primera vez, Godofredo.

 Ambos lo miramos.

- Casi entra. - nos dijo sonriente. Se trataba de algo de "el partido". Ya decía yo.
- Seguro que usa los auriculares esos con tecnología de cancelación de sonido ambiental para no oír a su mujer, en casa. - dije yo maliciosamente. - Pero ¿qué me decías, Gumersindo?
- Que aquí hay trampa. - continuó Gumersindo, volviendo a lo nuestro.

 El estado del evento moneteril era:

Yo: 1.050$
Gumersindo: 980$
Godofredo: 1.030$
Total: 3.060$

- ¿Trampa? ¿Cómo que trampa? No empecemos, ¿eh? - dije yo. Gumersindo de niños siempre me decía que yo hacía trampa cuando jugábamos a los juegos, así que tuve un repentino "déja vu", sea lo que sea eso.
- Que no, que no digo eso, - respondió él, intuyendo mi "déja vu", aunque tampoco sabía lo que era eso - que digo que aquí en «un año» no hemos ganado bastante dinero como para devolver los 1.100$ por cabeza que tenemos que devolver cada uno. Yo creí que para estas alturas ya tendría yo 1.500$ por lo menos, y así devolvía el préstamo de la banca esa, y me quedaba con 400$. Pero es que ni quedándome con una mano alante y otra atrás. No me llega.
- Bueno, si quieres jugamos otro año más.
- Sí, hombre, que te lo has creído.
- O dos. O tres. - insistí yo.
- Tururú - se cerró en banda él - que cada año que pasa hay que devolver más. Que has empezado mal. Que ya he hecho yo cuentas y he visto la trampa.
- Bueno, ¿y cuál es la trampa? - dije yo.
- Pues muy fácil: que los préstamos son a un interés del diez por ciento, y los jugadores aquí no incrementamos nuestra riqueza total en diez por ciento, sino en mucho menos. Eso si es que la incrementamos, que tampoco me ha quedado claro.
- ¡GOL! - dijo Godofredo. Pero lo dijo como quien dice "Me han diagnosticado un cáncer de omóplato". Yo creía que los goles esos se decían con alegría.

 A continuación el experimento científico se interrumpió un poco, mientras Gumersindo se interesaba por el asunto del gol ese. Yo me enteré del tema en función de la atención que presté, así que poca cosa. Al menos aproveché el cambio de temática para que siguiéramos con lo nuestro, y probáramos un par de años de juego más, a ver qué pasaba.
 En tres años más, o sea, cuatro años desde que empezamos, la cosa estaba así:

Yo: 1.430$
Gumersindo: 870$
Godofredo: 1.140$
Total: 3.440$

 Gumersindo estaba ya que echaba chispas. Yo que lo conozco sé que era por ir el último, pero él, empeñado en demostrar que la cosa era un timo, me salió con otra lección de economía:

- Pero si es que mira: el mundo de juego tiene 3.000$ iniciales sumando lo que tenemos los tres, y al año hay que devolver 3.300$. Entre todos, claro. - dijo acalorado.
- ¿Y qué? - dije yo.
- Pues que no llegamos a 3.300$ entre los tres. La riqueza del mundo de juego, o sea, la nuestra, no se incrementa tan rápido como los intereses a pagar. Quizá alguno de nosotros llegue a tener bastante para quitarse la deuda con la banca de encima, pero será a costa de que lo hayan perdido los demás. Es decir, que la banca esa nos chupa la sangre. - dijo señalando a la caja, donde estaba el total del dinero del juego - No se pueden dar créditos cobrando luego un interés mayor del incremento esperado para la riqueza del mundo de juego. - concluye con, debo decir, una frase bastante académica. Al menos para él.
- Tienes razón. - admito yo - Incluso, si tenemos en cuenta que quizá la riqueza total del mundo de juego puede que ni tan siquiera se incremente, creo que la banca ni siquiera debería dar préstamos con intereses.
- Claro. Me alegra que lo hayas entendido. - sonríe él ufano.
- Quizá con el mundo real debería hacerse algo parecido, ¿no crees? - le golpeo yo a traición, como me gusta hacerle.
- ¿Qué? - me mira como si me hubiera vuelto loco. Cosa que hace con mucha frecuencia.
- Vamos, eso me parece a mí. - respondo yo para dejarlo pensar.
- Pero... pero... pero ¿qué tiene que ver el mundo real con el Monopoly este? - me dice convencido de que ya estoy desbarrando.
- Pues que en el mundo real también se dan préstamos. - respondo yo.
- Sí... sí... muy bien, sí, pero... pero... - se me atasca él.
- Y a esos intereses. O incluso mayores. - sigo yo.
- Bueno... bueno... sí, pero... - Gumersindo andaba como el que descubre que JesuCristo se ha reencarnado en el último novio de Ana Obregón.

 Ahí se quedó la cosa. Acabamos medio apesadumbrados, como quien dice. Godofredo porque al parecer había perdido "el partido" (se supone que él no jugaba, que para eso estaba escuchándolo desde otro sitio, pero a pesar de ello él usaba esa expresión), Gumersindo porque, sospecho, se le tambaleaban muchas cosas del ordenamiento de esta nuestra sociedad. Y yo... bien, yo había medio confirmado mis malos barruntos sobre el tema, sí, pero a pesar de ello me consolaba algo la posibilidad de haber encontrado una forma medianamente sencilla de entenderlo y explicarlo.
 Volviendo a casa, Godofredo, que no sabía qué habíamos estado haciendo, pero, a pesar de su tecnología de cancelación de sonido ambiental, había visto una partida al Monopoly, nos preguntó:

- ¿Y bien? ¿Cómo ha ido el «experimento»?
- Pues ha ofrecido resultados experimentales malos. Parece que los seres humanos tenemos sanguijuelas infiltradas que nos drenan. - le dije yo.
- Vaya, hombre. Pues habrá que avisar a la gente. - se me rio él.
- Lo veo difícil. Llevan todos los oídos tapados. - contesté.
- Con tecnología de cancelación de sonido ambiental. - añadió Gumersindo quien, por una vez, al menos por una vez, estaba en sintonía conmigo.

 Durante siglos en la historia de la humanidad la usura (préstamo con intereses) ha estado penada legalmente, incluso con la muerte, en muchas sociedades. Parece que nuestros ancestros, quizá más en consonancia con el no infinito mundo en que vivimos, lo hacían por algo.
 Recuérdelo, amable lector, la próxima vez que alguien le dé la tabarra explicándole con pelos y señales todo lo que FalsiMedia ha dicho sobre los orígenes de la crisis: que si las hipotecas NINJA, que si las inversiones basura, que si los rebotes de capital de unas cuentas a otras, que si la coyuntura taxonómica linfolítica ribonucléica, etc. Puede que haya una respuesta más simple: unos usureros ambiciosos que siempre quieren más se quedan con todo, incluso con más de todo, porque hasta quieren lo que tendremos mañana. Por eso nos prestan con la obligación de devolverles más de lo que nos han dado, más de lo que obtendremos, más de lo que habrá.

 La razón de fondo: el dinero fiduciario. Los préstamos con intereses puede que estén en el origen de la miseria que se nos viene encima.


 Para ampliar información:

- 2009-05-29 - Colapso Energético y Financiero - Algo Más que una Crisis Ninja - Pedro Pérez Prieto : Un mundo cuya Naturaleza (la capacidad de explotar su riqueza) se podría decir que crece a un ritmo del 3% anual como mucho, no puede dar créditos a más de ese 3% anual.
- 2006-04 - Quiero Toda la Tierra Más el 5 por ciento : Otra explicación, más profusa esta, de la bestialidad que es permitir los préstamos con intereses.

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