jueves, 27 de agosto de 2009

Paren de Parir

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"- Y a la Iglesia, todo esto de los anticonceptivos, ¿por qué le molesta tanto, Don Pablo?
- Pues porque quieren que tengamos muchos niños, Antonio."
 [Cuéntame Cómo Pasó - Eduardo Ladrón de Guevara]



 Esto del asueto estival, cuando uno logra sacar aunque sea un par de días para el merecido aunque nunca admitido por los demás reposo, está siéndome tela de revelador. Lo último de lo que me estoy dando cuenta es del bebercio (de "bebé", no de "beber", mi poca gracia con los juegos de palabras no debería serles una novedad, ya a estas alturas de leerme) que me circula por aquí. Circula mayormente en cochecitos de bebé, quiero decir. Con eso que en la prensa del corazón y del hígado (por la bilis) tienden a llamar "orgullosas madres" en el puente de mando del vehículo.
 Así que, era inevitable, me encuentro a unos amigos, padres (no sé muy bien si orgullosos) de uno de esos chiquitajos:

- Tiene la cabeza gorda. - siempre es lo primero que se me ocurre cuando los veo, así que se lo digo divertido, mirando al niño (o niña, que cada vez que me aventuro a tratar de acertar me equivoco, es matemático). La verdad es que son lindos los bebés, es innegable. Con la cabeza gorda, pero lindos.
- Anímate y ten tú uno, hombre. - me dice la madre. ¿O fue el padre? Tanto monta.

 Lo cierto es que estuve por decirles que, si recuerdo bien el procedimiento, me suena que primero hace falta una interfecta. Cooperante, como en las ONGs, a poder ser.
 Pero me llama más la atención la sugerencia. Supongo que por lo que me recuerda a la adolescencia, cuando todo quisque de la manada se empeñaba en que fumaras, o tomaras copas. Quiero decir: ¿y a ellos qué más les da que yo tenga prole o no? Lo mismo es que les queda algo de desazón por haberse equivocado teniendo churumbeles tal como están los tiempos, y algo al menos les consuela ver a allegados haciendo lo propio.
 Y es que creo que esta es la cuestión: fuera de los inicios, cuando la hermosa criaturita y la proximidad de su inocencia infantil resulta refrescante cual brisa de aire puro, ¿qué estamos haciendo al tener niños en esta época tan terrible?
 No faltará quien diga "pues en otras épocas estaban también muy mal las cosas, y se tenían niños, y más que ahora", argumento muy usado para referirse a la España franquista de la posguerra civil. Vaya un argumento. Antaño se tenían hijos porque no había anticonceptivos y porque lo decía Dios; y dí tú que no, que verás la que te cae. Simplemente los poderosos del mundo descubrieron hace ya mucho que si tenemos hijos somos más manipulables y manejables; que el padre que tiene hijos que alimentar estará a primera hora de la mañana en su trabajo y dará menos problemas a los de arriba, por ejemplo en forma de huelgas.

 Amables lectores, tener hijos en el mundo actual es algo tremendamente serio. Inoculados de violencia por el sistema, sus hijos empezarán a ser rebeldes y su instinto pataleara por encerrarlos durante todo el día en esa prisión en la que se están convirtiendo los colegios y, más tarde (si llega), los institutos. Como plan de contingencia, usted, agobiado por su propia vida, en la que no logra salir a flote, no pega ojo por las noches y tiene un dolor de espalda de tres pares a causa del estrés del tráfico y la desconfianza sistemática de todo el que le rodea, acabará por empezar a usar la mano dura, hábito tan íbero este, con lo cual las cosas no harán sino empeorar. Algún día el subconsciente de sus hijos deseará preguntarle: "¿Dónde estabas tú cuando otros destrozaban el mundo que me ibas a legar?". Con el tiempo posiblemente (y tristemente) sus hijos le odiarán, aunque puede que ni ellos mismos lo sepan. Y la obligación de tener que quedarse a vivir en el domicilio familiar disparará el riesgo de que las cosas se salgan de madre. ¿Acaso no hay entre mis amables lectores ningún padre que tenga la esperanza de que algún día sus hijos dejarán de pensar que es un cretino y volverá a gustarles?
 Téngalo claro, amable lector: si tiene usted hijos, estos tienen, en el mundo actual, y sobre todo en la España actual, muchas papeletas de ser profundamente infelices. Así están las cosas.

 ¿Y qué podemos hacer? Pues cambiar el mundo. Y que los niños no vengan a este nuestro planeta a enfrentarse a un cruel infierno donde están desvalidos y solos, aún rodeados de gente, aún rodeados de los que se supone que deberían ser "los suyos". Ahí es nada.

 Vaya unas soluciones que doy, ahora que me fijo.
 ¿De verdad entran ustedes a esta mi página web a leer estas perogrulladas? ¿Tan aburridos están?


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