martes, 21 de abril de 2009

Explicación para Torpes escrita por un Torpe - Qué es y Qué no es un Rico

 Antaño en España circulaba un chiste en el cual el comunista mayor (creo que era ambientado en la extinta Unión Soviética) le explicaba al comunista joven lo que era el comunismo:


- Mira, chaval, esto va de lo siguiente: si tú tienes una casa, pues se la queda el partido.
- Entiendo - respondía el joven.
- Si tienes un coche, pues se lo queda el partido.
- Bien.
- Si tienes una moto, pues para el partido.
- Eh, eh, para, para, que bicicleta sí que tengo, ¿eh? - decía el comunista joven ya preocupado por hasta donde habían llegado las cosas.

 Eran los tiempos en los que se extendió la idea: "Cuidado como vengan los comunistas, que os van a quitar hasta el cepillo de dientes". Y yo no entiendo mucho de comunismo pero, qué quieren que les diga, me parece a mí que el objetivo del comunismo no es quitarle las cosas a los demás para que se las queden cuatro listos.
 Llevaba yo tiempo dándole vueltas a este dilema cuando hete aquí que llegó a echarme una mano en su resolución mi buen amigo Gumersindo Amador. Verán ustedes, sucedió un día que le estaba yo amargando el día al pobre con el tema del reparto de la riqueza:

- Ya te digo, Gumersindo, tenemos que buscar un mejor reparto de la riqueza en nuestra sociedad. Creo que es una de las bases de nuestros males. - le repetía básicamente yo aunque variando las formas de decirlo.
- Pues mira, me parece muy bien. - saltó ya él cuando no aguantaba más - Te diré lo que haremos: unimos tu patrimonio y el mío y lo repartimos, ¿de acuerdo?

 Gumersindo vive convencido de que yo tengo más patrimonio que él y, como buen español, intentar convencerle de que me quite el sambenito es poco menos que misión imposible. De ahí que diga lo del reparto de riqueza entre nosotros dos.
 Pero lo importante de esta conversación es el hecho de que Gumersindo quisiera equilibrar su riqueza conmigo y no con la familia Polanco, Koplowitz, con el tenista Nadal, el piloto automovilístico Fernando Alonso o el especulador inmobiliario Florentino Pérez, todos ellos gentes con las que hubiera salido ganando, se lo aseguro.
 Pienso que se debe a algo muy simple: todos estos personajes que acabo de citar así como cualquier otro integrante de la categoría ricos sin mesura, simple y llanamente, no existen en la parte consciente de los cálculos de la sociedad. ¿Que nos dicen que van a subirnos el impuesto tal? Pues damos por sentado que nos lo van a subir a nosotros, no a ellos, por mucho que no sea así. ¿Que la nueva ley va a cobrar una tasa por los metros cuadrados de los que disponemos en nuestro patrimonio? A nosotros, a los que no llegamos a final de mes, no a ellos. ¿Que se crea un impuesto de lujo a partir de cierta cilindrada en los automóviles? Ni se nos pasa por la cabeza que a ellos también. Queremos, en el fondo, que sean intocables. Por si yo me hago rico.
 Y es por eso que cuando uno habla de nivelar las desigualdades de riqueza en la sociedad, el que le oye lo primero que piensa es "Me van a quitar algo a mí, seguro". Los megarricos, los de arriba, son intocables, o así los consideramos sin ni siquiera darnos cuenta.
 ¿Que alguien habla de repartir? Damos por sentado que se refiere a quitarnos a nosotros: la casa, el coche, la moto, o el cepillo de dientes. ¿Que se habla de los ricos como un problema para la sociedad? Estamos seguros de que están hablando aviesamente de nosotros por tener un terrenito minúsculo en el campo o automóvil de más cilindrada.

 Tengamos claro el error: si de repartir o reducir las desigualdades se habla no se refieren a nosotros. Al menos no antes de que hayan reducido su riqueza los que tienen palacios, islas, jets privados, grifería de oro y cuentas con tantos dígitos que se le va a uno un rato en contarlos.
 No caigamos en esa trampa. Sepamos lo que es y lo que no es un rico.