lunes, 20 de abril de 2009

Y Más Sobre el Consumo

 Me dice el otro día mi buen amigo Gumersindo Amador:

- Creo que exageras en tus artículos esos cuando despotricas del consumo.
- Vaya, ¿y eso por qué, Gumersindo? - le digo yo. No sé porqué pero me espero alguna burrada, así que me voy encogiendo como el que va a recibir un palo.
- Verás, sin ir más lejos, el consumo ha generado investigación y mejoras en tecnologías y ciencias. Piensa en los sistemas ABS y Airbag que se crearon para que la gente consumiera más automóviles. O los avances en cirugía estética, que se hacen tres cuartos de lo mismo, para que las clínicas privadas ganen dinero. Todos ellos son progresos para la humanidad obtenidos gracias al método del consumo.

 Bien, no ha sido demasiado burro el argumento. Al menos da pie al debate. Me desencojo. Y ni siquiera le voy a hablar de los no pocos de esos avances que tienen derechos de autor o copyright, por lo que sólo están disponibles para una parte de la humanidad.
 Mucha gente piensa, en efecto, que los avances de la humanidad, descubrimientos, mejoras tecnologicas, inventos y tal, fueron hechos, mayormente, por personas que buscaban a cambio un beneficio económico o similar. Pero tal creencia es una falacia. Se trata simplemente de la idea que nos han vendido los publicistas del sistema a través de sus medios de prensa.
 Puestos a tener avances a cualquier precio, también las dos guerras mundiales del siglo pasado han generado avances tecnológicos y científicos, mayormente destinados a matar más y mejor. Pero ¿tiene que ser esa la forma de innovar e inventar? ¿No puede la raza del homo sapiens tirar para alante por otras razones?
 El consumo desaforado genera tremendos problemas para la humanidad en forma de residuos, desperdicios, derroche de materiales y energías, y eso por no citar algunos otros como el individualismo y la competitividad que inducen en nuestras sociedades por conseguir continuamente más de esas baratijas. Justificar la existencia del consumo porque crea avances científicos es como justificar la existencia de la Iglesia Católica porque dedica una ínfima parte de sus inmensísimas riquezas a misiones de beneficencia y caridad, cuando el Vaticano, en cierto modo, no es más que otra multinacional dedicada a la obtención de poder, riqueza y privilegio.
 A Albert Einstein le bastó su mentalidad social, archidemostrada a lo largo de toda su vida, para tener razones para crear y publicar su teoría de la relatividad. Dudo mucho que buscara a cambio fabricar con ella algo que vender a troche y moche a sus contemporáneos.

 Invito al amable (supongo) lector a que piense en otros avances de la humanidad. Seguro que logra encontrar más de uno que no se hizo por vender más y mejor.