martes, 28 de abril de 2009

Haga Algo

"La meta de la ideología conservadora es hallar una justificación moral al egoísmo humano."

 [John Kenneth Galbraith - Ideólogo Economista]

 El otro día mi buen amigo Gumersindo Amador me resumió la forma de pensar, y quizá la causa última, que está destruyendo nuestro mundo. Es decir, me la resumió demostrando su adhesión a la misma:

- Mira, ¿sabes lo que te digo? Que a mí no me líes con todo esto de que si ecologías, que si revoluciones, que si manifestaciones, que si firmar para no sé qué, que si cambiar la sociedad y tal. Yo teniendo para mí y para los míos me conformo, que ya demasiado me cuesta lograrlo. Y los demás que se busquen la vida. Y no me refunfuñes, que al fin y al cabo es lo que hace todo el mundo.

 A veces creo que con Gumersindo se cumple algo así como la Ley de Murphy: si puede pensar al estilo zote lo hará.
 Me acuerdo de esto a santo de la actitud que está adoptando en estos días en España el Partido Popular (PP). Verán ustedes, yo opino, como mucha otra gente, que basta mirar un poco de manera objetiva y desapasionada (ahí es nada) el panorama político español para percatarse de que el dogma del PP cuando no está en el Gobierno es algo así como: "De qué se trata que me opongo", a diferencia de otros partidos políticos que, al menos, hacen sugerencias que son: a) distintas a las del Gobierno, y b) sugerencias propiamente dichas. El PP mayormente se queja y ya está.
 Estamos viendo, precisamente ahora, cómo tal actitud se extrema. Mariano Rajoy, líder (se supone) del PP, por ejemplo, está haciendo estos días declaraciones que, si bien no tengo un repertorio completo de sus quejas, me parecen de las más exacerbadas: "Se nos está hundiendo la economía", "Nos vamos a pique", "Este es el peor Gobierno que ha tenido España en su historia, repito, el peor, repito otra vez, el peor, repito por si no se ha enterado el acomodador, el peor", o el más hilarante por su inspiración de compañera del héroe en filmogramas hollywoodienses: "Haga algo, Sr. Zapatero".
 Y, en efecto, pocas o ninguna o simplemente iguales a las del Gobierno son las soluciones que ofrece: sin ir más lejos he escuchado recientemente en la radio al portavoz de Economía del PP afirmar que deben incrementarse las actuaciones para salvar a los bancos (esto es, pagarles aquí los de la plebe que a los de arriba se les hunda el negocio) y así lograr el crédito para los ciudadanos de a pie, que es mayormente lo que el Gobierno lleva haciendo ya rato.
 Además, para acabar de liarla, que este hombre es como Alfonso Guerra, que cuando hace algo los de su partido político son los primeros que se echan a temblar, ahora ha llegado a las portadas incluso José María Aznar, ExPresidente del Gobierno durante la época del PP, Bodeguero Mayor Anti Limitación de Velocidad en las Carreteras, Filólogo Anglosajón Suigéneris, Modulador de Acentos Hispanos y Privilegiado Testigo de las Tajantes Pruebas Secretas de la Existencia de Armas de Destrucción Masiva en Irak. Dado que no se debe juzgar a la gente por las apariencias, sus oscuras (ambientación estilo Batman) fotos del artículo en una revista dominical posando con un perro, en las que ni se me pasaría por la cabeza preguntar si el perro muerde, me preocupan menos que el contenido del artículo titulado "Yo sí tengo soluciones para la crisis", desarrollado luego diciendo más de lo mismo, claro, o sea, dando básicamente las mismas recetas que da su partido, si es que da alguna.
 Y el momento elegido para el arrecie del ataque, el propicio para llegar a la preocupada gente de a pie gracias a la superación de la barrera de los 4 millones de parados en el país, muestra que el PP no tiene soluciones a la mal llamada crisis. Sencillamente está siguiendo una "estrategia" (ya tiene su aquel que se use esa palabra entre los que deberían no ser sino servidores del pueblo) para derrotar al enemigo y ocupar su sitio.
 Y prensa, multinacionales, estamentos varios, todo eso que se llama "El Establishment" parece estar prestándose a ello. Supongo que piensan que con el cuento aliviante del cambio de gobierno se gana algo de tiempo para que la gente no se eche a las calles e inicien la revuelta. Barrer debajo de la alfombra, vamos.

 Otro día les contaré cómo algunos internáutas, a poco que prescindimos de la tele y nos informamos por La Red de Redes de lo que pasaba en el mundo, ya sabíamos hace años de la llegada de esta crisis. Recuerdo haber leído en su día varias opiniones parecidas a "Cada político, cuando el desastre llegue, culpará al del otro bando de la situación y prometerá devolvernos a los buenos viejos tiempos si lo elegimos a él". Me lo creí a pies juntillas.
 Pero "¿para qué puede querer alguien el gobierno de un país que está tan mal como España? la tarea de levantarlo es treméndamente ardua" se podrá decir. Fácil: levantar al país no es, ni de lejos, la intención de los políticos, aunque a veces ni ellos mismos se den cuenta. La intención de los políticos es cobrar el sueldo derivado de su trabajo durante 4 años, la pensión, obtener las retribuciones posteriores (consejero delegado de la multinacional tal o cual) al acabar su legislatura, los sobresueldos derivados de untadas (léase sobornos) varias y todo aquello que podría entenderse como "Chupar del Bote". De nuestro bote, claro. Y no se consideran culpables ni maliciosos, ellos mismos no paran de repetir a la menor ocasión que tienen "la conciencia muy tranquila".

 Me da que en la mayoría de casos siguen el mismo dogma de vida que Gumersindo: "Yo agarro para mí, y los demás que se busquen la vida. Al fin y al cabo es lo que hace todo el mundo".