martes, 28 de abril de 2009

Haga Algo

"La meta de la ideología conservadora es hallar una justificación moral al egoísmo humano."

 [John Kenneth Galbraith - Ideólogo Economista]

 El otro día mi buen amigo Gumersindo Amador me resumió la forma de pensar, y quizá la causa última, que está destruyendo nuestro mundo. Es decir, me la resumió demostrando su adhesión a la misma:

- Mira, ¿sabes lo que te digo? Que a mí no me líes con todo esto de que si ecologías, que si revoluciones, que si manifestaciones, que si firmar para no sé qué, que si cambiar la sociedad y tal. Yo teniendo para mí y para los míos me conformo, que ya demasiado me cuesta lograrlo. Y los demás que se busquen la vida. Y no me refunfuñes, que al fin y al cabo es lo que hace todo el mundo.

 A veces creo que con Gumersindo se cumple algo así como la Ley de Murphy: si puede pensar al estilo zote lo hará.
 Me acuerdo de esto a santo de la actitud que está adoptando en estos días en España el Partido Popular (PP). Verán ustedes, yo opino, como mucha otra gente, que basta mirar un poco de manera objetiva y desapasionada (ahí es nada) el panorama político español para percatarse de que el dogma del PP cuando no está en el Gobierno es algo así como: "De qué se trata que me opongo", a diferencia de otros partidos políticos que, al menos, hacen sugerencias que son: a) distintas a las del Gobierno, y b) sugerencias propiamente dichas. El PP mayormente se queja y ya está.
 Estamos viendo, precisamente ahora, cómo tal actitud se extrema. Mariano Rajoy, líder (se supone) del PP, por ejemplo, está haciendo estos días declaraciones que, si bien no tengo un repertorio completo de sus quejas, me parecen de las más exacerbadas: "Se nos está hundiendo la economía", "Nos vamos a pique", "Este es el peor Gobierno que ha tenido España en su historia, repito, el peor, repito otra vez, el peor, repito por si no se ha enterado el acomodador, el peor", o el más hilarante por su inspiración de compañera del héroe en filmogramas hollywoodienses: "Haga algo, Sr. Zapatero".
 Y, en efecto, pocas o ninguna o simplemente iguales a las del Gobierno son las soluciones que ofrece: sin ir más lejos he escuchado recientemente en la radio al portavoz de Economía del PP afirmar que deben incrementarse las actuaciones para salvar a los bancos (esto es, pagarles aquí los de la plebe que a los de arriba se les hunda el negocio) y así lograr el crédito para los ciudadanos de a pie, que es mayormente lo que el Gobierno lleva haciendo ya rato.
 Además, para acabar de liarla, que este hombre es como Alfonso Guerra, que cuando hace algo los de su partido político son los primeros que se echan a temblar, ahora ha llegado a las portadas incluso José María Aznar, ExPresidente del Gobierno durante la época del PP, Bodeguero Mayor Anti Limitación de Velocidad en las Carreteras, Filólogo Anglosajón Suigéneris, Modulador de Acentos Hispanos y Privilegiado Testigo de las Tajantes Pruebas Secretas de la Existencia de Armas de Destrucción Masiva en Irak. Dado que no se debe juzgar a la gente por las apariencias, sus oscuras (ambientación estilo Batman) fotos del artículo en una revista dominical posando con un perro, en las que ni se me pasaría por la cabeza preguntar si el perro muerde, me preocupan menos que el contenido del artículo titulado "Yo sí tengo soluciones para la crisis", desarrollado luego diciendo más de lo mismo, claro, o sea, dando básicamente las mismas recetas que da su partido, si es que da alguna.
 Y el momento elegido para el arrecie del ataque, el propicio para llegar a la preocupada gente de a pie gracias a la superación de la barrera de los 4 millones de parados en el país, muestra que el PP no tiene soluciones a la mal llamada crisis. Sencillamente está siguiendo una "estrategia" (ya tiene su aquel que se use esa palabra entre los que deberían no ser sino servidores del pueblo) para derrotar al enemigo y ocupar su sitio.
 Y prensa, multinacionales, estamentos varios, todo eso que se llama "El Establishment" parece estar prestándose a ello. Supongo que piensan que con el cuento aliviante del cambio de gobierno se gana algo de tiempo para que la gente no se eche a las calles e inicien la revuelta. Barrer debajo de la alfombra, vamos.

 Otro día les contaré cómo algunos internáutas, a poco que prescindimos de la tele y nos informamos por La Red de Redes de lo que pasaba en el mundo, ya sabíamos hace años de la llegada de esta crisis. Recuerdo haber leído en su día varias opiniones parecidas a "Cada político, cuando el desastre llegue, culpará al del otro bando de la situación y prometerá devolvernos a los buenos viejos tiempos si lo elegimos a él". Me lo creí a pies juntillas.
 Pero "¿para qué puede querer alguien el gobierno de un país que está tan mal como España? la tarea de levantarlo es treméndamente ardua" se podrá decir. Fácil: levantar al país no es, ni de lejos, la intención de los políticos, aunque a veces ni ellos mismos se den cuenta. La intención de los políticos es cobrar el sueldo derivado de su trabajo durante 4 años, la pensión, obtener las retribuciones posteriores (consejero delegado de la multinacional tal o cual) al acabar su legislatura, los sobresueldos derivados de untadas (léase sobornos) varias y todo aquello que podría entenderse como "Chupar del Bote". De nuestro bote, claro. Y no se consideran culpables ni maliciosos, ellos mismos no paran de repetir a la menor ocasión que tienen "la conciencia muy tranquila".

 Me da que en la mayoría de casos siguen el mismo dogma de vida que Gumersindo: "Yo agarro para mí, y los demás que se busquen la vida. Al fin y al cabo es lo que hace todo el mundo".

domingo, 26 de abril de 2009

Por Favor Elijan por Mí

 Estamos un día mi buen amigo Gumersindo Amador y yo hablando de unas recientes elecciones realizadas en España y me dice él:

- Ahora a aguantar a estos 4 años. Qué horror. 

 Como puede apreciarse, Gumersindo no estaba muy contento con el resultado de las elecciones. Ya sabrán mis pacientes (espero) lectores que Gumersindo aún considera que el sistema bipartidista no es un teatrillo creado para que aquí el rebaño no nos demos cuenta de que tanto unos políticos como otros hacen básicamente lo mismo cuando están en el poder. De modo que, por lo que a él respecta, hubiera preferido que hubieran ganado los otros.

- Bueno, la democracia tiene eso, Gumersindo. - me le consuelo yo.
- Sí, tiene que porque los que votan son idiotas ahora tengamos que irnos todos a pique. - se me luce diciendo él.
- Aún suponiendo que tengas razón, las decisiones tienen que ser tomadas entre todos aunque nos equivoquemos. Porque lo contrario sería dejar el poder en manos de una sóla persona o a lo sumo de unas pocas, y eso, entre otras cosas, es muy peligroso.
- Pues yo estoy dispuesto a arriesgarme. - dice él.

 Patidifuso es poco para describir cómo me deja Gumersindo a veces. Y, claro, huelga decir que el resto de nuestra conversación no sirvió para que cambiara de punto de vista.

 No mucho después ocurrió un hecho de esos que para mí que sólo pasan en nuestro país: un futbolista profesional se murió en el campo, no sé si de un paro cardíaco o algo así. Y a FalsiMedia le dio por orquestar una escandalera al respecto. Ya saben cómo son esas cosas: montones de documentales, noticias en todos los informativos, fotos de la dulce familia del fallecido, música triste de violines, escenas de los allegados llorando a moco tendido, en fin, bombardeo absoluto con el tema. Con tal condicionamiento mediático mucha gente que nada tenía que ver con el futbolista cayó en la trampa de sentir la pérdida como propia, y empujados por prensa y gente, los estamentos más o menos oficiales tuvieron que organizar exequias, homenajes, partidos de fútbol y seguramente hasta timbas en nombre del difunto: minutos de silencio en todas partes (además de en todos los partidos, claro), fotos suyas con coronas de flores en las terrazas, y hasta creo que el público se callaba de golpe en mitad de los partidos de su equipo al llegar el minuto catorce, que era, si no recuerdo mal, el número que vestía el futbolista.
 Por decirlo más brevemente: imbecilidades. Opino que toda esa gente que le seguía el juego a FalsiMedia y se dejaba insuflar la sensación de pena y apego al futbolista estaban comportándose como auténticos bobos. Me da a mí que de no haber sido sicocondicionados de tal manera, mayormente por la tele, la muerte de ese hombre les importaría tan poco como las de esas decenas de fallecidos que hay en accidentes de tráfico cada día en el país. En fin, los lavados de cerebro tienen eso.
 Pero he relatado este caso de bobería televidente (expresión redundante donde las haya), que no es sino uno más entre muchos, por lo que ocurrió un día que, por esas fechas, llegué a casa de Gumersindo y él, que estaba, cosa nada rara, con la televisión encendida, me enseñó la retransmisión del momento en el que salía el coche fúnebre con el ataud del desafortunado:

- Fíjate que idiotez, que retransmitan esto - dijo. Por una vez estuvimos plenamente de acuerdo en algo. Espero que no tenga que morirse alguien cada vez que lo estemos.
- Pues sí. Y mira, mira la de gente que hay esperando la salida del coche fúnebre. Es increíble. Pero si seguramente la mayoría de los que están ahí a ese hombre ni lo conocían. - le respondí yo boquiabierto - Y fíjate, están llorando a gritos algunos, y todos los demás aplaudiendo como si estuviera saliendo el Michael Jackson. Fíjate qué estruendo arman.
- Pues todos esos son los que votan en las elecciones. Para que tú veas. - dijo él, recordándome tanto nuestra conversación de días anteriores como su capacidad para llegar a conclusiones burras.

 Gumersindo, como muchos otros españoles, piensa, según sus propias palabras, que "Siempre alguien tendrá que mandar". Es de los que ven la historia exclusivamente como resultado de las decisiones de grandes hombres que configuran el destino de los pueblos. De ahí a convencerle de que "el pueblo no entiende de gobernar", como se enseñaba en los libros de texto de la enseñanza franquista, no hay mucho trecho. Con ello quedará destruída su conciencia democrática.
 Desde luego el hecho de que la población sea (seamos) lerda o meramente lo bastante desinformada para dejarse manipular complica esto de que las decisiones sean tomadas entre todos, o sea, democráticas. Como decía un amigo: ¿Qué libertad de elección tiene quien sólo sabe elegir quién abandonará la casa de Gran Hermano o la alineación del equipo de la selección nacional de fútbol?
 Y los de arriba colaboran en esto. Aún recuerdo al político Javier Arenas diciendo "Lo digo y lo repito: los niños no deben meterse en política". Para que vayan aprendiendo actitudes, se supone.

 La solución pudiera ser formar a la población en lugar de idiotizarla. De esa forma podríamos tomar las más de las decisiones entre todos y la concentración de mucho poder en pocas manos, fuente de corrupción, sería mucho más dificultosa. Pero no, todo esto la cateta mentalidad española lo considera "Muy bonito, pero no ocurrirá nunca".
 Pues bien, quizá algún ejemplo, por aislado que sea, nos proporcione algo de inspiración, el de Suiza.
 Si ellos lo han conseguido aunque sólo sea parcialmente ¿de verdad no podemos lograrlo nosotros también?



sábado, 25 de abril de 2009

Perdónanos Nuestras Déudas

 En mi época aprendí (qué remedio, cualquiera decía que no) a rezar el Padre Nuestro ese, uno de los cánticos, mantras, oraciones o como proceda llamarlo, de la Iglesia Católica de Roma, la del Vaticano, la de siempre. Había una parte que decía:

Perdónanos nuestras deudas
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores


 Desde el Vaticano decidieron, en años recientes, y me figuro que con la hilarante excusa de ponerse al día (?) cambiar esa parte por:

Perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden


 En principio uno, acostumbrado a que el Papa de Roma prohíba leer el horóscopo, disfrutar del erotismo, le condene al infierno (léase fuego) eterno después de muerto por no congregarse todas las semanas de todos los meses de todos los años de su vida a oír (que no escuchar) y ver los ritos de su Iglesia, y otras memeces varias, pues como que todo esto le trae mayormente sin cuidado. Que cambien lo que quieran. Tendría el día tonto Su Santidad, o yo qué sé.
 Pero las cosas de los poderosos, y esta Iglesia en concreto pertenece a ese grupo en puesto de honor, no suelen ser tan simples. Lo dijo mejor que yo (toma, claro) el lingüista Noam Chomsky:

"La clase especializada [está] formada por un porcentaje pequeño de la población total. [En este] grupo selecto [...] se habla primordialmente acerca de qué hacer con aquellos otros, quienes, fuera del grupo pequeño y siendo la mayoría de la población, constituyen [...] el rebaño desconcertado."

 En román paladino: algo tramarán.
 Si analizamos el tema de las deudas, la más gorda a la que se me ocurre que nos podemos ir es la llamada Deuda Externa del Tercer Mundo. Ya lo habrán oído alguna vez, aquello de las solicitudes de los movimientos sociales para la cancelación de esta deuda que los países pobres tienen con los ricos. Y razón tienen con pedirlo, porque es que, agárrense que vienen curvas, las condiciones de acuerdo para estas deudas fueron tan leoninas que, si bien esto cambia de un país al otro, la última vez que me informé del tema estos países habían pagado su deuda 7 veces y les quedaba por pagarla 4 veces más. Toma ya. Y nosotros (aunque suene a lo de mal de muchos consuelo de tontos) quejándonos de nuestras hipotecas.
 Así que los países del tercer mundo tienen una deuda que les ahoga (¿Dios aprieta...?) y en todos los rituales Católicos se oye lo del "perdónanos nuestras deudas". Vaya engorro. Alguno del gallinero podría ponerse a pensar que las enseñanzas de JesuCristo dejaron clarísimo lo de "No acaparéis riqueza", "Ricos No", "Ricos Go Home" y tal, mientras que el Papa y el Clero en general se llevan a partir un piñón con los países ricos, los que estrujan a los países pobres. Pues nada, nada, a cambiarlo por algo menos farragoso.

 Y es que estas cosas no pasaban cuando la misa era en latín.
 ¿Por qué será que se rumorea ahora que quieren volver a usar la lengua de los romanos para las misas?


viernes, 24 de abril de 2009

El Crítico de Cine que no ve Cine - Fast & Furious

 En cierta ocasión mi buen amigo Gumersindo Amador se fue a vivir a una zona residencial de esas que hay en todas las ciudades y que se catalogan de inseguras delincuentemente hablando. Lo cierto es que esos sitios me asustan, porque, si bien no todo el mundo, ni mucho menos, en esos barrios es lo que podríamos llamar gente de mala catadura, más de una de las pandillas que rondan (hozan) por la zona me recuerdan a los niños en el colegio que se pensaban si zurrarme porque tenía gafas, y que se convencían de hacerlo cuando sacaba buenas notas en algo o el profesor me daba el abrazo del oso (o sea, que me ponía de ejemplo de algo ante el resto de los alumnos; a quién se le ocurre). Esos grupos que le miran a uno con descaro y le silban o le gritan cuando pasa cerca, ya saben.
 Consultado al respecto, Gumersindo me tranquilizaba:

- Bah, no pasa nada. Tú haces que te respeten y ya está.

 Me preguntaba yo si para hacer que le respeten a uno había que matar a alguien el primer día, como el Espartaco de Stanley Kubrick, o algo así, pero preferí no abundar en el tema.
 Y me vino esto a la cabeza el otro día, caminando por la calle, cuando la propaganda invasiva en forma de cartelón en el sitio más visible del paisaje urbano me quería vender una película estadounidense llamada "Fast & Furious". Todo en ella me recordó esa actitud pandilleril.
 Por ejemplo la mirada de odio y mala leche de los protagonistas, que parece querer decir "Cuidado conmigo, que soy peligroso" o "Respétame o te la juegas"; las dos bellas mujeres también parecían tener su mala uva y agresividad, aún la que adivino como "compañera del héroe", cuya remota sombra de sonrisa más parecía querer mofarse: "Espero que des la talla". ¿Queda algo de la mujer que buscaba en un hombre algo más que un mono golpeándose el pecho?
 El póster también anuncia la ostentación automovilística como signo de estátus, que suena a máxima de todo el filme. Y no digamos los subtitulares: "Piezas originales"; diga usted que sí, hombre, no como esos donnadies que compran imitaciones. O el de "Nuevo Modelo"; sí, mira, me he comprado otro, que dicen que comprando coches se acaba la crisis.
 ¿Por qué será que sin ver la película ni tener intención de verla me huelo en ella un ambiente urbano de separación en grupos tribales? Eso sin contar la de cabriolas machacantes del mobiliario de la ciudad que, sálgame un sarpullido si me equivoco, me van a hacer tanto buenos como malos a lo largo de la misma; por las mismas calles por las que cruza nuestra abuelita, claro, que raro me sería que se fueran a un circuito de carreras para no molestar (ni de paso atropellar) a nadie.

 En definitiva otra película más lavante de cerebros para enseñarnos a ver nuestra vida en sociedad como un enfrentamiento continuo, al prójimo como un potencial enemigo y a la vida como un divertimento antes de que se acabe, que el que venga detrás ya arreará.
 Y a consumir, claro. Eso sobre todo, si quieres ser feliz.



miércoles, 22 de abril de 2009

No le Dejéis Hablar

 Comiendo el otro día con mi buen amigo Gumersindo Amador, a quien acostumbro a culpar de las veces que veo la tele, me sale en el telediario ese que se supone nos informa de lo más trascendente de lo que pasa en el mundo (fue entre medias de una noticia sobre gastronomía y otra acerca de un hombre que se come su propio pie) un monográfico (creo que hubo otras "noticias", pero poco rato) sobre la reciente publicación de un programa de televisión en el que se le hacen preguntas al politicastro de turno. Creo que se llamaba "Tengo una Pregunta para Usted". Y al parecer la televisión (pública) que lo emitió paga (pagamos) por ello a una empresa francesa que por lo visto tiene los derechos de autor de eso de hacer preguntas. Procuraré hacerle preguntas a la gente a escondidas a partir de ahora.
 Como ya se imaginarán, la noticia de interés nacional se basaba en el maquillaje que se pusieron los preguntadores, en lo nerviosos que estaban, en los focos del plató... etc. Esta se la guardo a Gumersindo.
 El caso es que hubo un momento que me llamó la atención particularmente, aunque sólo fuera por aquello del "de lo perdido saca lo que puedas": el presentador instruía a los preguntones del público diciéndoles con meridiana claridad que cuando el político esté respondiendo "si no entendéis algo no le dejéis que termine, interrumpidle".
 Muy interesante. Muy significativo de los tiempos que vivimos. Muy notorio del batiburrillo que es la información por televisión y el gallinero que por fuerza han de ser los debates en la misma.
 Y es que las ideas en televisión no se desarrollan con la extensión y el detalle necesarios. Simplemente hay que decirlo todo de manera resumida y apresurada, que "se nos acaba el tiempo". Una variante de esta economización de palabras/os la aplicaba frecuentemente George W. Bush, alias el Tejano Analfabeto, cada vez que sus subalternos le llevaban un informe escrito de algo: "Díganme lo que pone".
 Así mismo, si algún desinformado trata de comportarse en televisión de manera sesuda, moderada, educada, vamos, y deja hablar a su contertulio con la esperanza de permitirle que desarrolle íntegramente su razonamiento para que luego se le permita a él lo propio, se arriesga a quedarse, como quien dice, con un palmo de narices.
 Por ejemplo recuerdo una ocasión en que haciendo campaña electoral a pie de calle el político Jordi Pujol fue abordado por un agricultor molesto por su gestión. El Venerable le impidió hablar cuando el votante le enumeraba sus quejas con un contundente pero esperanzador "Primero hablo yo, y después habla usted". Pujol dijo con los ojos cerrados y mirando al suelo (se lo aseguro, es capaz de hacerlo, yo lo he visto) al hombre lo que estimó oportuno y, no bien hubo acabado, salió disparado del campo de batalla ante un quejumbroso señor que reivindicaba "Ahora hablo yo, ahora hablo yo...". Es un buen ejemplo del modo de debatir en televisión y de porqué el que pierde la oportunidad de decir algo puede que no la recupere.

 Dos enseñanzas me vienen a la cabeza.
 La primera es simple: como aquí hacemos todo como lo dice la tele, pues también a pie de calle ocurre que así es, lamentablemente, como hablamos y debatimos. Bien por esa televisión que Don Manuel Fraga decía en la época franquista que nos enseñaría muchas cosas. Por lo pronto ya nos ha enseñado (¿adoctrinado?) a no ser capaces de dialogar entre nosotros.
 La segunda es muy interesante, y la resumió el sabio con la frase "Sólo el que lee y el que escribe se obligan a pensar": ¿Han visitado ustedes algún foro de debate en internet? Si no lo han probado nunca, háganlo, porque quizá descubran, como yo, algo maravilloso: allí la gente puede hablar, desarrollar sus ideas en la extensión deseada. Y la cosa, milagrosamente, funciona. Como lo oyen. Es como si el destino nos hubiera regalado en los foros de la red de redes una (quizá la última) posibilidad de entendernos. Oh, sí, claro, hay actitudes cerriles y contertulios de todo tipo. E insultos a porrillo. Pero el lector del foro puede analizar los argumentos (y las actitudes y formas de decir las cosas) de unos y de otros de manera más fría y serena (esto es, pensando) que si estuviera participando en un debate cara a cara. 
 A día de hoy puede decirse que, gracias a los foros de debate con moderador (que si no la cosa se desmanda), la verdad, al menos para quien quiera buscarla, está en internet.

 Y el secreto de llegar a la verdad resulta que era fácil: bastaba con dejar hablar a los demás.


martes, 21 de abril de 2009

Explicación para Torpes escrita por un Torpe - Qué es y Qué no es un Rico

 Antaño en España circulaba un chiste en el cual el comunista mayor (creo que era ambientado en la extinta Unión Soviética) le explicaba al comunista joven lo que era el comunismo:


- Mira, chaval, esto va de lo siguiente: si tú tienes una casa, pues se la queda el partido.
- Entiendo - respondía el joven.
- Si tienes un coche, pues se lo queda el partido.
- Bien.
- Si tienes una moto, pues para el partido.
- Eh, eh, para, para, que bicicleta sí que tengo, ¿eh? - decía el comunista joven ya preocupado por hasta donde habían llegado las cosas.

 Eran los tiempos en los que se extendió la idea: "Cuidado como vengan los comunistas, que os van a quitar hasta el cepillo de dientes". Y yo no entiendo mucho de comunismo pero, qué quieren que les diga, me parece a mí que el objetivo del comunismo no es quitarle las cosas a los demás para que se las queden cuatro listos.
 Llevaba yo tiempo dándole vueltas a este dilema cuando hete aquí que llegó a echarme una mano en su resolución mi buen amigo Gumersindo Amador. Verán ustedes, sucedió un día que le estaba yo amargando el día al pobre con el tema del reparto de la riqueza:

- Ya te digo, Gumersindo, tenemos que buscar un mejor reparto de la riqueza en nuestra sociedad. Creo que es una de las bases de nuestros males. - le repetía básicamente yo aunque variando las formas de decirlo.
- Pues mira, me parece muy bien. - saltó ya él cuando no aguantaba más - Te diré lo que haremos: unimos tu patrimonio y el mío y lo repartimos, ¿de acuerdo?

 Gumersindo vive convencido de que yo tengo más patrimonio que él y, como buen español, intentar convencerle de que me quite el sambenito es poco menos que misión imposible. De ahí que diga lo del reparto de riqueza entre nosotros dos.
 Pero lo importante de esta conversación es el hecho de que Gumersindo quisiera equilibrar su riqueza conmigo y no con la familia Polanco, Koplowitz, con el tenista Nadal, el piloto automovilístico Fernando Alonso o el especulador inmobiliario Florentino Pérez, todos ellos gentes con las que hubiera salido ganando, se lo aseguro.
 Pienso que se debe a algo muy simple: todos estos personajes que acabo de citar así como cualquier otro integrante de la categoría ricos sin mesura, simple y llanamente, no existen en la parte consciente de los cálculos de la sociedad. ¿Que nos dicen que van a subirnos el impuesto tal? Pues damos por sentado que nos lo van a subir a nosotros, no a ellos, por mucho que no sea así. ¿Que la nueva ley va a cobrar una tasa por los metros cuadrados de los que disponemos en nuestro patrimonio? A nosotros, a los que no llegamos a final de mes, no a ellos. ¿Que se crea un impuesto de lujo a partir de cierta cilindrada en los automóviles? Ni se nos pasa por la cabeza que a ellos también. Queremos, en el fondo, que sean intocables. Por si yo me hago rico.
 Y es por eso que cuando uno habla de nivelar las desigualdades de riqueza en la sociedad, el que le oye lo primero que piensa es "Me van a quitar algo a mí, seguro". Los megarricos, los de arriba, son intocables, o así los consideramos sin ni siquiera darnos cuenta.
 ¿Que alguien habla de repartir? Damos por sentado que se refiere a quitarnos a nosotros: la casa, el coche, la moto, o el cepillo de dientes. ¿Que se habla de los ricos como un problema para la sociedad? Estamos seguros de que están hablando aviesamente de nosotros por tener un terrenito minúsculo en el campo o automóvil de más cilindrada.

 Tengamos claro el error: si de repartir o reducir las desigualdades se habla no se refieren a nosotros. Al menos no antes de que hayan reducido su riqueza los que tienen palacios, islas, jets privados, grifería de oro y cuentas con tantos dígitos que se le va a uno un rato en contarlos.
 No caigamos en esa trampa. Sepamos lo que es y lo que no es un rico.

lunes, 20 de abril de 2009

Y Más Sobre el Consumo

 Me dice el otro día mi buen amigo Gumersindo Amador:

- Creo que exageras en tus artículos esos cuando despotricas del consumo.
- Vaya, ¿y eso por qué, Gumersindo? - le digo yo. No sé porqué pero me espero alguna burrada, así que me voy encogiendo como el que va a recibir un palo.
- Verás, sin ir más lejos, el consumo ha generado investigación y mejoras en tecnologías y ciencias. Piensa en los sistemas ABS y Airbag que se crearon para que la gente consumiera más automóviles. O los avances en cirugía estética, que se hacen tres cuartos de lo mismo, para que las clínicas privadas ganen dinero. Todos ellos son progresos para la humanidad obtenidos gracias al método del consumo.

 Bien, no ha sido demasiado burro el argumento. Al menos da pie al debate. Me desencojo. Y ni siquiera le voy a hablar de los no pocos de esos avances que tienen derechos de autor o copyright, por lo que sólo están disponibles para una parte de la humanidad.
 Mucha gente piensa, en efecto, que los avances de la humanidad, descubrimientos, mejoras tecnologicas, inventos y tal, fueron hechos, mayormente, por personas que buscaban a cambio un beneficio económico o similar. Pero tal creencia es una falacia. Se trata simplemente de la idea que nos han vendido los publicistas del sistema a través de sus medios de prensa.
 Puestos a tener avances a cualquier precio, también las dos guerras mundiales del siglo pasado han generado avances tecnológicos y científicos, mayormente destinados a matar más y mejor. Pero ¿tiene que ser esa la forma de innovar e inventar? ¿No puede la raza del homo sapiens tirar para alante por otras razones?
 El consumo desaforado genera tremendos problemas para la humanidad en forma de residuos, desperdicios, derroche de materiales y energías, y eso por no citar algunos otros como el individualismo y la competitividad que inducen en nuestras sociedades por conseguir continuamente más de esas baratijas. Justificar la existencia del consumo porque crea avances científicos es como justificar la existencia de la Iglesia Católica porque dedica una ínfima parte de sus inmensísimas riquezas a misiones de beneficencia y caridad, cuando el Vaticano, en cierto modo, no es más que otra multinacional dedicada a la obtención de poder, riqueza y privilegio.
 A Albert Einstein le bastó su mentalidad social, archidemostrada a lo largo de toda su vida, para tener razones para crear y publicar su teoría de la relatividad. Dudo mucho que buscara a cambio fabricar con ella algo que vender a troche y moche a sus contemporáneos.

 Invito al amable (supongo) lector a que piense en otros avances de la humanidad. Seguro que logra encontrar más de uno que no se hizo por vender más y mejor.

sábado, 18 de abril de 2009

Abuelitos en la Cafetería

"La globalización es una fuerza benigna, una deus ex machina para muchos de los problemas que acucian al mundo en desarrollo, como la pobreza, el analfabetismo y la desigualdad. Lo único que tiene que hacer un país es abrir sus fronteras, reducir sus tasas de interés, atraer al capital extranjero, y en unas pocas generaciones, si no más brevemente, el pobre se hará rico, el analfabeto aprenderá a leer y la desigualdad se desvanecerá cuando los países pobres alcancen a los países ricos."
 [Branko Milanovic (economista del Banco Mundial)]


 Cuentan las malas lenguas que tras la segunda guerra mundial quedaron en Alemania, aún décadas después de finalizada, personas que continuaban obcecada y cerrilmente creyendo en Hitler y el Nazismo. Quizá incluso aún queden, vaya uno a saber. Abuelitos vetustos sentados en alguna cafetería, declaraban arcáicamente su adhesión a título póstumo al gobierno del pasado. "Aquello si que eran tiempos", "Qué momentos de gloria y de unidad tuvimos", "Tan sólo considero un error intentar invadir Rusia", "Y bien que vivimos entonces, al menos".
 Obtusos, convencidos por la propaganda mediática del momento de lo del Tercer Reich, de la grandeza de su Misión, de que duraría mil años, ya decidieron en su día su afiliación ideológica para el resto de su vida, no con razonamientos, sino como se decide ser de un equipo de fútbol: porque sí. Y ninguna lógica pudo hacerles cambiar de opinión. No se trataba de eso. Era una cuestión, digamos, emocional. Me figuro que por eso Carl Sagan dijo una vez que "Toda la historia del progreso humano puede reducirse a la lucha de la razón contra la superstición".
 Creo que les dieron a un enemigo al que atacar y culpar de todo lo malo, y ellos lo aceptaron como dogma. En resumidas cuentas, llegó un momento en que habían insultado demasiado a los que pensaban diferente a ellos, se habían burlado demasiado de quienes tenían otra opinión, habían hecho demasiados chistes, les habían puesto motes. Todo en el mundo quedaba explicado por el hecho de que el Tercer Reich era bueno y lo demás era lo culpable de cualquier mal que se imaginara uno. En definitiva, habían llegado demasiado lejos y no todos tuvieron la grandeza espiritual para admitir y corregir sus propias creencias equivocadas.

 Hoy, cuando ya incluso los mismos medios de prensa que durante décadas atacaron a todo aquel que hablara mal del Capitalismo viran de rumbo y lo declaran el culpable de los males del mundo, me consta que entre nosotros aún habrá muchos de estos carcas trasnochados.
 Puedo imaginármelos el día de mañana: "El Capitalismo es el mejor sistema socioeconómico", "El Capitalismo es el único sistema socioeconómico posible", "El Capitalismo funciona, lo que pasa es que hay corrupción", etc. Serán abuelitos que darán risa o lástima. A quien les preste algo de atención, claro.

 Obsoletos señores, entérense de una vez: el capitalismo, también llamado neoliberalismo o globalización, es un sistema socioeconómico que se basa en obtener cosas quitándoselas a los demás. Si usted consigue algo, se lo quita a su vecino, si su vecino y usted consiguen algo es porque se lo están quitando al vecindario, si el vecindario consigue algo es porque se lo está quitando al resto de la ciudad, y así hasta el nivel nacional: si un país con estructura capitalista progresa es porque está expoliando a otro (u otros), destrozando de paso lo que haya que destrozar, derechos humanos o ecología incluídos.
 Bastaba con razonar que podemos seguir metidos en esa espiral hasta que los demás se defiendan y en la hoguera resultante ardamos todos.

 ¿O para ustedes no es ya de razonar de lo que se trata?

viernes, 17 de abril de 2009

Salvar al Soldado Tradicional

 En la película "Salvar al Soldado Ryan", interpretada por Tom Hanks, un grupo de soldados son enviados durante la Segunda Guerra Mundial a devolver a casa a un soldado, Ryan, cuyos tres hermanos han muerto en combate. Tras las complicaciones para localizarlo en el frente, y viendo que sus compañeros están a punto de ser atacados por el ejército enemigo, Ryan se niega a abandonarles y volver con el grupo dirigido por el personaje que interpreta Hanks. Argumenta (cito de memoria):

- Díganle a mi madre que me quedé con la única familia aparte de ella que me quedaba. Lo entenderá.

 Y como que me pareció muy bien. Si la unión con otra persona es tan fuerte que puede ser llamada familia, ¿por qué no hacer lo propio con unos compañeros de fatigas que le salvan la vida en combate?
 Cuento esto porque andaba el otro día pensando en las manifestaciones que organiza el cardenal de la Iglesia Católica Rouco Varela, y se me vino a la memoria las escenitas (o escenotas) que montaba bajo el eslógan "En Defensa de la Familia", más tarde cambiado por "En Defensa de la Familia Tradicional". Verán, les explico esto: defender, lo que se dice defender, no se pretende defender a nadie, porque nadie está siendo atacado, sino que la palabra defender es un eufemismo (léase mentira tramposa sibilina) para la palabra atacar. "En Defensa de la Familia Tradicional" debe ser, de cara a su descifrado y posterior comprensión, traducido a "Al ataque, fuego a discreción contra toda familia que no sea la clásica de un hombre, una mujer, churumbelamen, un perro y una cortadora de cesped en el patio".
 Así que lo mismo hasta deberían declarar sacrílega o lo que sea a la película "Salvar al Soldado Ryan".

 Dice el cantante Julio Iglesias en una hermosa canción: "Cada amigo es la familia que escogemos entre extraños".
 En fin, que me quedo yo preguntándome quién es Varela ni su iglesia ni ninguna otra para venir a decirme a quién debo yo considerar mi familia.

jueves, 16 de abril de 2009

Tocando las Narices al Poder - Star Trek

 Creo que fue hace cosa de un par de años, cuando supe que los productores habían cerrado la magnífica saga de películas y teleseries Star Trek, que, hablando del tema con mi buen amigo Gumersindo Amador, él me dijo:

- Si la han cerrado es porque no daría un duro. Y punto.

 Gumersindo, además de ser buen amigo mío, lo es también de poner puntos de esos. Digamos que a menudo no se complica mucho el hombre a la hora de encontrar una explicación a las cosas, y menos aún a la de pronunciarse. Es su versión castroja del aforismo ese que dice "La verdad es concreta". Y punto.
 Yo, sin embargo, acostumbro a buscarle, como suele decirse, tres pies al gato. Así que me pongo a cavilar sobre la cinematografía de Star Trek.
 El primer detalle que me viene a la memoria es que la Flota Estelar de la Federación de Planetas es multicultural y acepta a cualquier raza, hasta el punto de que los agresivos Klingon, enemigos sempiternos de la serie, terminan por unirse a ella. Además las tripulaciones de sus naves de batalla no acostumbran a formar ni desfilar, ni siquiera a hacer gestos de saludo militar cualesquiera, o incluso ni llegan a ponerse firmes ante un superior, pese a todo lo cual se percibe un respeto y deferencia por los mismos. Pero es prácticamente el mismo respeto que el capitán Kirk de la astronave Enterprise suele mostrar por sus subalternos; no acostumbran a verse gritos ni órdenes malsonantes. La primera gran producción, "Star Trek - La Película", es una muestra clara de todo esto. Un tanto molesto para los poderosos del mundo de hoy, que prefieren a unos soldados adoctrinados cual hormigas y que maten sin preguntar, ¿no creen?
 Lejos de ser una saga al estilo "mamporro va, mamporro viene", en Star Trek las aventuras se basan más en el ingenio para resolver las misiones que en la furia combativa del héroe musculado de turno que al final se lleva a la chica, y las temáticas rondan más los dilemas ético-morales, filosóficos o metafísicos, que al clásico argumento "Defenderé hasta la última gota de mi sangre a mi querido planeta tierra". También poco útil para unos líderes del mundo real que tanto repiten la cantinela del "Estamos siendo atacados", me parece a mí. Por ejemplo, en "Star Trek Insurrección", el capitán Piccard, fastidiado por tener que ir a otra misión de rescate, dice a sus oficiales: "¿Alguien recuerda cuando éramos exploradores?"
 Siguiendo con "Star Trek Insurrección", la Federación encuentra un planeta con la peculiaridad de rejuvenecer a los seres vivos, habitado, casualmente, por una población llamada los Bakú. Ante la necesidad de evacuar contra su voluntad a los Bakú del planeta para poder investigar sobre él, el capitán Piccard tiene un rifirrafe con el corrupto almirante Daggerty de la Federación:

- Tenemos que echarlos de allí, Piccard. La investigación sobre las condiciones rejuvenecedoras de ese planeta podría salvar millones de vidas.
- ¿Y quiénes somos nosotros para tomar una decisión así, almirante Daggerty?

 El fin no justifica los medios. Creo que cada ser humano de la historia que ha tenido grandeza espiritual ha creído lo mismo. Pero en esta misma película el corrupto almirante Daggerty nos da más perlas:

- ¿Y qué importa tener que aliarnos con unos bandidos? En la tierra el petróleo transformó a unos bandidos en los dueños del mundo.

 Demasiado para los poderosos que los describan de una forma tan certera.
 Y las apelaciones a la unión más que a la confrontación son continuadas en Star Trek. En "Star Trek Primer Contacto" el primero de abordo Riker del Enterprise nos cuenta algo de lo que ocurrirá (ocurrió) en el año 2026 en la Tierra:

- Tras el primer contacto con vida extraterrestre todo cambia. El saber que no están solos en el universo une a la humanidad como nada antes lo había hecho. Hambre, guerra, enfermedad, todo será erradicado en un plazo inferior a un siglo.

 Por si fuera poco para los poderosos del mundo, necesitados de mantenernos en permanente batalla contra alguien (o entre nosotros, que también les vale), en esta misma película el capitán Piccard sube a la nave Enterprise a una terráquea del año 2026:

- ¿Cuánto vale esta nave? Yo tardé dos años en reunir el titanio suficiente para una pequeña cápsula.
- En el siglo XXIV no medimos el mundo en términos de dinero. - responde el capitán.
- ¿Quiere decir que no les pagan? - susurra ella mirando desconfiada alrededor.
- La obtención de riqueza ya no es la fuerza motriz de nuestras vidas. Trabajamos para mejorar nosotros y a nuestro mundo.

 Toma ya. Que el dinero no es la razón de vivir de alguien. Y del capitán, nada menos. Para que lo vean los adolescentes, tan sugestionables ellos, y dejen de querer tener el último modelo de automóvil o un teléfono móvil nuevo cada pocos meses. Hasta ahí podríamos llegar.
 Podrían contarse más casos: la ballena que traen del pasado en "Star Trek - Regreso a Casa" porque las extinguimos aquí los listos a base de cazarlas de manera despendolada en esta época, la decepción, ¡oh sacrilegio!, que supone encontrar a "Dios" y el paraíso en "Star Trek - La Última Frontera", misma trama de fondo en realidad para la primera "Star Trek - La Película", el comentario despectivo del capitán Kirk cuando, también en "Star Trek - Regreso a Casa", viajan al pasado (nuestro presente) y tienen que tomar el autobús: "Oh, vaya, aún usan dinero".
 Pero baste con recordar la idea ejemplarizante en toda la saga de que en esa sociedad la pobreza, el hambre y la enfermedad han sido prácticamente erradicadas de los mundos pertenecientes a la Federación de Planetas, así como el hecho de fondo de que un planeta, para unirse a la misma, debe no haber padecido guerras internas en el último siglo. En dos palabras: entendimiento y cooperación.
 Juntémoslo todo y encontraremos, a los ojos de los poderosos del mundo, que lamentablemente son los que ponen los fondos para que se hagan casi todas las películas, una saga filmográfica molesta. Incómoda, que podria llevarnos a aquí los del rebaño por ideas libertinas y veleidades democráticas que nos harían menos manejables.

 No. Creo que la mera rentabilidad económica puede no haber sido la única razón para el cierre de la saga.
 Y ahora, según he sabido, llega una nueva película de Star Trek. Lo mismo hasta la han estrenado ya, tengo que salir más al mundo exterior. ¿Será una nueva obra de arte que haga pensar y soñar a quien la vea?
 ¿O habrá sido transformada en otra película más del tipo "Mamporro va, Mamporro viene"?


miércoles, 15 de abril de 2009

El Crítico de Cine que no ve Cine - Confesiones de una Compradora Compulsiva

 En realidad a Hollywood se le ve el plumero.
 Es decir, se le ve el plumero si uno sabe mirar y no está lobotomizado por la televisión. O sea, que más bien no se le ve.
 Digo esto porque si en la época de la guerra fría los malos de las pelis (ver saga de un tal "James Bond") eran los aviesos rusos soviéticos bolcheviques (hasta Rocky Balboa le dio tunda a uno que, para variar, era un bacilón que no sabía con quién se la jugaba), si derrumbado el Muro de Berlín el mundo árabe tomó el relevo de maldad perversa en el cine (ver, si tienen estómago, "Air Force One - El Avión del Presidente" por ejemplo), si cuando tocaba alistar niñatos al ejército de EEUU y de paso hacerle propaganda hicieron "Top Gun" para cuasi-convencernos de que según entra uno allí le dan su avión ese para que haga cabriolas, si cuando había que justificar eso de que los EEUU fueran por el mundo invadiendo a otros países usando el derecho internacional de papel higiénico se hizo "StarShip Troopers", ahora que los genios economistas del sistema quieren arreglar con una huída hacia adelante el estropicio que ellos mismos han hecho tocaba hacer que la gente comprara. Consumiera, vamos.

- Tú compra que esto se arregla.
- Pero oiga, si eso llevamos haciendo muchos años, y miren a dónde nos ha llevado.
- Calla, idiota, que no te enteras de nada. ¿Quién es el que tiene el Master de Economía aquí? Yo ¿verdad? Y bien caro que me costó.

 Así que dicho y hecho: me encuentro el otro día yendo por la calle un anuncio de una película llamada "Confesiones de Una Compradora Compulsiva". Título original "Shopaholic"; es que con esto de la traducción los títulos a veces se quedan en nada.
 Ni la he visto ni ganas que tengo. Pero me atrevo a aventurar que quien le eche valor se va a encontrar muchas imágenes que muestren el goce inherente a ir de tiendas y a comprar por comprar. El éxtasis derivado de almacenar bienes materiales. Bueno, no tanto, que para entonces ya está uno harto de tanta cosa y no sabe dónde ponerla, pero al menos de volver con ellos a casa. Y de enseñárselos a los amigos. A quien le quede de eso, claro. Oh, y habrá seudo-moraleja final, me figuro, en forma de la lección que debe aprender quien derrocha comprando. Después de que la visión de compras desbocadas, destellantes templos del consumo y envoltorios de regalo nos haya sicocondicionado y nuestro hipotálamo repita borreguilmente "comprar, comprar, comprar...".

 A veces pienso que, si es cierto eso de que se conoce a una época por su arte, no veas tú el rompecabezas que les espera a los antropólogos del futuro cuando desentierren nuestros yacimientos (radiactivos, claro).

martes, 14 de abril de 2009

Explicación para Torpes Escrita por un Torpe - Pesimismo y Optimismo

"Toda la historia del progreso humano se puede reducir a la lucha de la ciencia contra la superstición."
 [Gregorio Marañón - Médico y Escritor español (1887-1960)]


 Como soy torpe me veo a menudo obligado, a la hora de entender las cosas, a recurrir al clásico "despacito y buena letra". Pero no me preocupa especialmente, máxime desde que veo que el método acostumbra a llevarme a una comprensión más clara de las cosas que usar la actitud mental del televidente (a saber: esperar que el conocimiento llegue por osmosis).
 Es por ello que, con la esperanza de haber comprendido aceptablemente bien los conceptos de optimista y pesimista, y viendo la necesidad social de ello, me he propuesto redactar una explicación para torpes al respecto.
 Para empezar, optimista y pesimista, como conceptos contrarios que son, quedan cada uno explicado en función del otro. Así que debería bastarnos con explicar uno, por ejemplo el pesimismo, y darle la vuelta para entender el otro. Esta es la parte fácil de la explicación. A partir de ahora la cosa empieza a complicarse.
 De modo que vamos a recurrir a la técnica instructiva primigenia del que no sabe expresarse: enseñar mediante ejemplos. Por ejemplo, usted pudiera definirse a sí mismo como pesimista si dice o piensa:

- Ay, Dios mío, que seguro que voy por la calle y me cae una maceta en la cabeza.
- Ay, Dios mío, que en cuanto lave el coche se pone a llover, lo estoy viendo.
- Ay, Dios mío, que seguro que me baño en la playa y se me mastica un tiburón.
- Seguro que salgo a dar un paseo por la calle y se les escapa el búfalo loco a los del circo, que han venido a la ciudad. - el "Ay, Dios mío" lo he quitado porque ya cansa, pero se sobreentiende. Además, así el ejemplo es aplicable a los no creyentes.
- Lo estoy viendo, me voy a quedar en casa para estar a salvo y se me va a caer el techo encima.

 Supongo que hasta ahora está claro. Ahora, para obrar por eliminación, vamos a tratar de entender lo que no es ser pesimista. Por ejemplo, usted no puede ser definido como pesimista si dice:

- En vista de los análisis realizados, señor paciente, debo prevenirle de que o deja usted de fumar o se me va al otro barrio.
- El trastorno climático - algunos, vaya usted a saber porqué, lo llaman cambio climático - motivado por el calentamiento global va a causar la pronta muerte de un porcentaje considerablemente elevado de la población mundial, así como sequías y escasez de alimentos en un plazo de unos pocos años o a lo sumo lustros.
- Cuando sea usted ancianito no va a haber pensiones, así que va pasarlas usted canutas.
- La contaminación radioactiva en el planeta tierra es tan elevada que la supervivencia de la vida humana a largo plazo es ya virtualmente imposible.
- El ser humano no puede llegar a Marte, sencillamente las cuentas no salen y hay complicaciones técnicas que lo impiden, al menos en los plazos que declaró hace algunos años el Tejano Analfabeto - premio para quien adivine quién es el Tejano Analfabeto.
- La Sociedad General de Autores Españoles son unas sabandijas que viven del trabajo ajeno.
- La inmensa mayoría de la población humana del planeta tierra puede ser considerada esclava, a la vista de sus condiciones laborales, horarios, obligaciones, desigualdad en el reparto de riqueza y reducidos derechos. - y eso sin contar la vivienda.
- El riesgo de acidente nuclear final a día de hoy, contando con el número actual de centrales nucleares en activo en el planeta tierra, es de una probabilidad entre mil por año. Si construímos más, ya ni hablemos. - si no sabe usted lo que es "accidente nuclear final" ni sus consecuencias para la raza humana, créame, vive más tranquilo no sabiéndolo.

 En efecto, usted puede ser definido de errado (sin "h"), inacertado, equivocado, se le puede decir que sus conclusiones son incorrectas, que sus cálculos han olvidado u obviado variables que generan otros resultados, se le puede pedir las fuentes de datos a partir de los cuales llegó usted a esas conclusiones, se le pueden pedir explicaciones detalladas para tan sorprendente afirmación, se le puede decir que ha sacado de contexto los datos, que ha exagerado las conclusiones, o hasta que está usted chiflado. Y no le preocupe, amable (espero) lector que le digan algo (o todo, ya puestos) de esto, porque todo ello es verificable, comprobable, demostrable, calculable. Se puede comprobar mediante revisar sus datos o leer a los analistas al respecto; a los serios, preferiblemente que no estén pagados por los poderosos, como esos que redactan informes del valor nutricional (?) de la comida de McDonalds o los que hacen documentales por la tele contra la insalubridad de la Coca-Cola.
 En cambio lo que nunca se le puede llamar por hacer alguna de las últimas afirmaciones es pesimista. De modo que vayamos concretando: el pesimismo es un estado de ánimo que motiva una visión negativista respecto de la evolución futura de algún acontecimiento, todo ello sin base alguna en la existencia de datos que hagan prever tal nefasta evolución (¿yo dije que esto sería una explicación para torpes? ¿cuándo?).
 En otras palabras: ante una visión de futuro negativa debemos centrarnos en los datos de apoyo: si existen, se podrán rebatir o no, pero no hay pesimismo; si no los hay y el único origen de la cataclísmica visión está prácticamente en las emociones del que divulga el negativismo, entonces sí podemos estar hablando de pesimismo. Casi incluso diría que de superstición, pues nunca me quedó muy claro que fueran enteramente diferenciables.

 Concluyamos la exposición con los siguientes ejercicios prácticos:

* Deduzca el lector si en la siguiente afirmación cabe tachar de pesimista al profiriente:

- A la vista de la cada vez mayor dependencia de la sociedad humana, mayormente los países ricos, respecto del petróleo para plásticos, asfalto, pinturas, adhesivos, neumáticos, gomas, fertilizantes, pesticidas, medicamentos, fibras textiles, otros miles de productos y, sobre todo, energía, y dado que las reservas restantes de petróleo aprovechable en el planeta tierra están disminuyendo, podemos afirmar que dentro de pocos años se producirá un colapso en nuestras estructuras socioeconómicas que supondrá el fin del mundo tal como siempre lo hemos conocido, así como un probable reajuste de nuestras formas de vida enormemente brusco y trágico, lo que podría incluír la muerte de cientos de millones de habitantes del planeta al no haber ya estructura que los mantenga.

* Ejercicio Avanzado: Deduzca el lector si en la siguiente afirmación, respuesta frecuente a la del ejercicio anterior, el declarante basa sus conclusiones en datos y argumentos racionales o en creencias comunmente difundidas en la sociedad pero sin fundamento alguno, esto es, en supersticiones:

- Tú tranquilo, hombre.Ya inventarán algo. Todo se arreglará.

sábado, 11 de abril de 2009

Muriéndose un Poco

 Voy a hablarles, hartitos les tengo, de mi buen amigo Gumersindo Amador. Verán ustedes, Gumersindo, pese a ser buen amigo, no me ha salido el hombre pero que nada deportista. Y para complicar más la cosa, goza y se ufana de comer pizzas hechas por encargo, coca-cola (el infeliz ha caído en la necia batalla de pepsi contra coca-cola, así que presume de su elección con carteles, camisetas y señales varias, con lo que le da publicidad gratuíta a la multinacional de las aguas negras) y hamburguesas, preferiblemente del McDonalds (también se ufana de esto último hasta el punto de haberse vuelto un bobo más de esos que cree estar haciendo una gracia cuando usa la expresión "Macnífico", con lo que más propaganda para otra multinacional; me alegraría que le regalaran un globo o algo así, que otra cosa no, pero buen amigo mío sí que es).
 Con tales antecedentes ya se imaginarán que Gumersindo acostumbra a parecer un poco una foca ártica. Como hasta presume de no hacer deporte, no les sorprenderá que un día tuviéramos una conversación como esta:

- Mira, yo de aquí a pocos años, de tan gordo que estoy, me da un subidón de noséquélitis, me da un paro cardíaco o qué sé yo, y para el otro barrio. Pero que me quiten lo bailado: ni he tenido que hacer deporte, ni cuidarme de comer coliflores de esas como tú, que pareces un conejo. - dijo, ya habrán adivinado, Gumersindo.
- Pues puede ser, Gumersindo. Y tu vida te habrás vivido, sin privaciones. - le respondí yo.
- Ah, claro. - Confirmó él tan triunfante de su filosofía como de lo poco que había tenido que laborar para destilarla.
- Aunque lo mismo lo que te pasa es que te vuelves diabético y tienes que cargar el resto de tu vida con una máquina de diálisis. - añadí yo cuando vi que ya se me había confiado.
- Er... - dijo él tan blanco, que me pregunté si lo de la diabetes no estaba ya en marcha.
- Y que aún pudieran ser muchas décadas. - rematé yo, por si le quedaran ganas de gresca. Lo cual además es verdad, pues Gumersindo es muy joven.

 Lo inaudito de esta ocasión es que, por una vez, Gumersindo aceptó la prevalencia de mi opinión. Es decir, no tanto, que para admitir los errores propios y para hablar de florecitas ya están los franceses. Más bien ocurrió que algún tiempo después comenzó a hacer ejercicio físico. Y hasta a cuidarse algo su alimentación.
 Y es que ya sabían los chinos lo suyo cuando concretaron las cinco virtudes (que ellos representan, dicho sea de paso y en clara demostración de que hay estómagos para todo, como cinco murciélagos) de su Filosofía: Salud, Felicidad, Longevidad, Sabiduría y Una Muerte Rápida.
 No obstante, el otro día va el hombre y me demuestra lo de que íbero redomado puede tropezar muchas veces con la misma piedra. El escenario fue otra de nuestras conversaciones en las que yo repito básicamente, con palabras que aparentan ser doctas y poniendo aire profesoral, algo parecido al "Que viene el Lobo": Que tenemos el planeta abarrotado ya de radioactividad imposible de limpiar, así que Nucleares No; que la automoción está machacando al medio ambiente, así que apostemos por un comercio mayormente local, que se nos va a acabar la energía, así que transformemos los engranajes de la sociedad para derrochar menos... y así.
 Gumersindo, para cuando está ya bastante harto de mis cantinelas, acostumbraba a soltar el consabido "Ya inventarán algo" para ver si así me callaba de una maldita vez. Pero claro, ese argumento ya no se sostiene, porque en estos días incluso FalsiMedia dice que llega el derrumbe. Así que ahora se me ha sacado de la manga el hombre un nuevo argumento comodín:

- Pues mira, cuando nos tengamos que morir nos morimos. Y ya está.

 Como Gumersindo, muchas personas del primer mundo se apuntan al "Que me quiten lo bailao": yo disfruto ahora pese a quien pese, y si el día de mañana eso me cuesta la vida, pues sea. Como Gumersindo, creo que ninguna de ellas se ha parado a hacerse la pregunta: ¿Qué te hace pensar que vas a tener la bendición de una muerte rápida?
 Estas personas no comprenden que una hipótesis de futuro perfectamente factible si en el primer mundo no hacemos otra cosa aparte de consumir y vegetar (o sea, tal como vamos) es la de un lento y penoso decaer, con décadas de sufrimientos y miserias.
 También la población alemana durante el nazismo obtuvo beneficios de los botines de guerra, y también ellos cerraban los ojos para no ver su origen. También ellos, posiblemente, pensarían "Bueno, pues cuando esto se acabe, se acabó. Y que nos quiten lo bailao". Un día el ejército ruso entró en Alemania y, entre otros saqueos, violó masivamente a sus mujeres para después marcharse dejando a la población en una vida de miseria y deshonra.

 Tenemos que cambiar este mundo que se nos va a pique por culpa de cuatro apandadores que, tras haberse adueñado de él, lo desatienden cual los Ladrones de Alí-babá con su Cueva. Hay que evitar el derrumbe, si no para nosotros, sí para los que se quedan, esto es, para las generaciones venideras, quienes quizá así nos odien subconscientemente menos. Tenemos que resolver esto no sólo por humanidad y por lógica, sino porque seguramente el consuelo del "cuando nos tengamos que morir nos morimos" tampoco sea ya un argumento válido.


 NOTA: Si usted, amable lector, aún cuenta con la vía de escape del "Final Rápido e Indoloro" y le faltan razones para decidirse a hacer algo, sírvase leer el siguiente relato futurista dividido en dos partes:

2006-12-24 - Nochebuena año 2050:
Parte 1
Parte 2

viernes, 10 de abril de 2009

 Me pregunta la gente estos días por la reunión del G-20. Que si qué opino, que si qué me parece, que si cual.
 Yo empiezo por preguntarles que qué es el G-20, que si es un explosivo plástico, o el nombre de un dispositivo secreto que han de recuperar Mortadelo y Filemón en su última misión. Amable y pacientemente me lo explican, que resulta que es una reunión de esas que se forman entre los de arriba para... algo.
 No hay manera, se me volverá a olvidar. No tengo remedio. Los acrónimos que crea la prensa tradicional para ahorrarse espacio en sus titulares no me acaban de entrar en la cabeza. Me consuelo pensando que lo mismo es que quisiera dedicar espacio en mi cerebro a recordar cosas más útiles o formativas, como eso de que los huesos de los animales voladores prehistóricos estaban, al parecer, rellenos de aire para facilitar el vuelo de tan grandes bichos.
 Pero, por dar una respuesta a la cuestión inicial, creo que esta vez debiera responder por mí quien mejor sabe hacerlo, que no todo va a ser protagonismo mío: Zapatero y la Cumbre del G-20

 Para quien no quiera asomarse al enlace de esta web de economía, le resumo lo que ha sido la cumbre esa en lo referente a soluciones económicas: Nada. O poca cosa.

domingo, 5 de abril de 2009

Pisando con Garbo

"- Veamos, para comenzar su análisis sicológico, dígame, señor Lobo, ¿por qué cuando los demás le molestan, le hablan o simplemente no le hacen nada usted les mata?
- Y yo qué sé, tío, cada cual tiene sus manías. Se supone que el rajado siquiatra eres tú."
 [Lobo, el Último Czarniano - DC Comics]


 El otro día me di un paseo en modo inadvertido por un centro de enseñanza. No me pregunten cómo, pero lo logré. El caso es que, notando algo raro en el lugar, encendí los subtítulos ambientales, algo así como los subtítulos del DVD pero para las personas del ambiente en el que se encuentra uno, y la frase de trasfondo más común que pude leer era la siguiente: "Parece estar tratando de hacer algo. Voy a pisarle a ver si le desanimo, no vaya a prosperar en lo que sea y el día de mañana sea mejor que yo en alguna cosa".
 Frustrante, ¿no creen? Preocupante, diría yo, incluso. ¿Cómo serán esos jóvenes cuando crezcan, sumergidos durante horas al día en ese baño pestilente?
 Cuando ya estoy a punto de decir para mis adentros "Yo en su época no era así" decido pararme y hacer memoria, por lo del pensamiento científico, y asegurarme y tal. Y me encuentro un par de cosas desagradables.
 El primer recuerdo que me viene a la cabeza es uno de los alumnos de Universidad, uno de mi mismo grupo, quien se había matriculado de un excedente de asignaturas y mostraba una atención e interés muy por encima de lo común en el resto del ganado (porque eso éramos los demás): preguntaba con frecuencia en clase, se acercaba al profesor después de la misma para consultarle dudas, se le solía ver repasando con sus apuntes en el periodo entre clases... etc. No tardamos mucho en ponerle motes y proferir mordacerías varias. El paroxismo llegó cuando sacó malas notas; más de uno iba diciendo que aquello le confirmaba que "Dios existe".
 A poco que fuerzo la materia gris, me empiezo a encontrar ejemplos similares. Cuando yo era niño nuestro intento de escalar un árbol con una cuerda que nos habíamos agenciado algunos amigos me hizo escuchar a otros niños decir: "¿Qué quieren esos? Ah, ya, subirse a un árbol. Qué idiotas". Mira tú, como si ellos nunca hicieran eso.
 Incluso se me ocurre que yo mismo le pisaba el castillo de arena al niño indefenso de la playa en cuanto se daba la ocasión. Y a más de uno se le ha quedado activado desde entonces el modo pisoteo.
 Más ejemplos: en el instituto en cierta ocasión le dije en voz alta al profesor: "Creo que soy el número 34, pero ahí está la lista, no obstante". Mi frase motivó risas y que mis compañeros de clase me miraran como si acabara de hacer una reverencia mariposona al estilo Luis XVI, al tiempo que alguno me aclaraba la cosa:

- Ooohhh, qué culto eres, sabes decir "no obstante".

 ¿Para qué seguir? Seguramente cada uno de mis amables (ojalá) lectores tiene ejemplos de su propia cosecha.
 Y es que los que mueven los hilos de nuestro sistema socioeconómico han hecho bien su labor de inoculado: la competitividad permea por sobre todo en nuestras vidas. Lo mismo algún día a alguno se le va la cabeza y empieza a matar gente, por ejemplo en uno de esos centros de enseñanza; no me extrañaría. Pero tampoco les importaría mucho: se usaría como excusa para incrementar la vigilancia sobre nuestra privacidad y para que la sociedad acepte más mano dura. Mano dura que hasta solicitaría la sociedad misma, el colmo ya.
 El caso es que llega un momento, cada vez más temprano en la vida de las personas, en que uno siente que nada de lo que intente merece la pena, pues nada constructivo o creativo que emprenda le devolverá una satisfacción así sea solamente moral: ni estudiar, ni aprender, ni formarse, ni aprender expresiones como "no obstante", ni hacer un castillo de arena. Nuestro entorno nos pisará cuando la obra esté hecha para que no sintamos orgullo de ella, cuando la estemos haciendo para que no la completemos, y hasta cuando la estemos planificando para que no nos animemos a iniciarla.

 Y así seguirá siendo, me temo, mientras el individualismo y la competitividad sean nuestro leitmotiv, o como se diga ese palabro. Mientras no cambiemos nuestro esquema de mundo por otro basado en justo lo contrario: compartir y cooperar.

sábado, 4 de abril de 2009

Explicación para Torpes redactada por un Torpe - La Renta Básica

 Como soy torpe tengo que entender las cosas despacito. Pero precisamente por ello creo que me pasa lo que a Forrest Gump: tanta atencion pongo, que al final más de una vez hasta aprendo las cosas. Así que me he dicho: "Si como torpe puedo entender lo que es la Renta Básica ¿por qué no redacto una explicación para torpes?".
 Y dicho y hecho:

 La Renta Básica es un concepto de Economía muy ignorado por la sociedad, principalmente a causa de que los poderosos del mundo se encargan de que no se oiga hablar del mismo. Esto de por sí ya nos da una idea de lo que les asusta a los de arriba y, por mera deducción, de lo beneficiosa que su aplicación podría ser para la sociedad.
 Para empezar la Renta Básica no es lo mismo que el Salario Mínimo Interprofesional. El Salario Mínimo es la menor cantidad de salario que se puede pagar en un contrato a un trabajador, y sirve para evitar que haya gente que trabaje y a pesar de eso se muera de hambre.
 La Renta Básica es, simple y llanamente, una cantidad de dinero (sueldo, quizá, podríamos llamarlo) que se paga periódicamente (mensualmente, por ejemplo) a todos y cada uno de los habitantes. Repito: a todo el mundo. Haga lo que haga, sea quien sea, sea como sea, diga lo que diga. A todos. Incluso podría pagarse a los menores de edad, pero ese tema ya complica la explicación, así que olvidémoslo.
 La Renta Básica se paga con independencia de que la persona trabaje o no, en un trabajo o en varios. Si la persona además trabaja, pues mejor para ella.
 ¿De dónde saldría este dinero a pagar a todo el mundo? Fácil: de las rentas más altas. Es decir, de los apestosamente ricos, esos que se van a las Seychelles a pasar un mes sí y otro no en su jet privado.
 ¿Y por qué va a trabajar la gente si le dan un sueldo sin hacer nada? En primer lugar, porque la renta básica sería una cantidad baja: bastaría para vivir, pero no para tener lujos o caprichos. Se podría comer y tener ropa, pero no ir de restaurantes ni tener ropa de marca. En segundo lugar, porque las personas no somos haraganes, por mucho que la sociedad nos haya hecho tomarle asco a trabajos en los que nos tratan como a perros.
 ¿Y qué beneficios obtendríamos con esa Renta Básica sobre el sistema actual? Pues supongo que a priori es difícil saberlo en los sitios en los que no se ha aplicado nunca. Pero se me ocurre que nadie aceptaría un trabajo con malas condiciones laborales. Y que la mujer maltratada dejaría con más facilidad a su pareja, al tener su propio sosten económico. O que más estudiantes podrían acabar sus carreras al no necesitar ponerse a trabajar para vivir. Por no citar a los artistas que nunca han llegado ni a existir por los mismos motivos. Incluso la bestia negra de nuestro tiempo, el individualismo y la competitividad, podría reducirse sensiblemente; después de todo, ya no sería tan grave que el prójimo nos quitara el puesto de trabajo.
 ¿Qué pasa si la gente, al tener esa renta básica, se echa a la vida alegre y nadie trabaja, con lo que quebraría nuestro sistema social? Piense en usted mismo, e imagínese con esta renta básica. Fuera de lo que ocurriría al principio, cuando, pudiendo tomarse un respiro (yo también lo haría) se tumbaría en la cama a zanganear, ¿permanecería así indefinidamente? ¿No querría hacer nada por la sociedad? Sí, en efecto, puede ser peligroso eso de que lo de la Renta Básica se base grandemente en la buena voluntad de las personas. Pero el método de hacer las cosas por las malas ha demostrado ya a dónde nos lleva.
 ¿Quién pierde si se implanta la Renta Básica? Aparte de los obscenamente ricos, supongo que todo aquel que tenga algún trabajador a su cargo en malas condiciones laborales arriesga perderlo si no lo trata mejor. Aún así, a su vez, el empleador también dispondrá de su Renta Básica, lo que le hará menos necesario explotar a otros para vivir. Digamos que la Renta Básica ayudaría a nivelar las desigualdades de riqueza, particularmente en los casos más desnivelados.
 ¿Se ha hecho esto alguna vez? Sí. Países como, por ejemplo, Alemania han tenido implementado un sistema de Renta Básica, y no parece que su economía se haya hundido ni se haya producido el caos social, sino todo lo contrario.
 ¿Se han hecho cálculos de viabilidad? En algunas comunidades de España, como por ejemplo en el País Vasco y en Cataluña se han hecho cálculos oficiales. También pueden encontrarse por internet cálculos a mayor nivel: estatal, o incluso por continente. Desde luego, todos ellos han tenido una bajísima difusión a través de FalsiMedia. Y los resultados han sido básicamente los mismos: las mayor parte de la población ganaría renta, mientras que a partir del diez por ciento de las rentas más altas perderían, mayormente a partir del uno por ciento con mayor riqueza, si bien en ningún caso tendrían menor patrimonio o renta que las clases que están por debajo de ellas.
 ¿Aparece en los programas políticos de algún partido político? Espérese usted sentado. En lo que al pueblo concierne, si queremos mejoras tenemos que exigirlas. Y el primer paso es informarse de ellas. En el caso de la Renta Básica es posible que, si el concepto llega a expandirse y la sociedad lo reclama, se falsee su idea de fondo y FalsiMedia nos convenza de que, caso de implantarse, ha de llevarnos por fuerza a una quiebra social. Por eso el primer paso es informarse para saber qué es y qué no es la Renta Básica, un concepto socioeconómico que nuestra sociedad desconoce pese a existir hace muchísimo tiempo.

 Queda en manos del amable (espero) lector meditar cómo serían las diversas situaciones particulares del mundo que ve a diario (ese mendigo de la esquina, ese funcionario que le trata con desdén, esa juventud que ve por las noches alcoholizada) si existiera la Renta Básica y decidir si apoyar o no su existencia.

miércoles, 1 de abril de 2009

El Turismo y No Saber - Mi Viaje a Chile

 "Lo contrario del saber es el turismo, que se limita a engarzar en una ristra una secuencia de «vivencias» inútiles y aisladas."
  [Santiago Alba Rico - Filósofo y Escritor]
 "¿Qué sabe el pez del agua en la que nada toda su vida?"
  [Albert Einstein - Físico]



 Estamos mi buen amigo Gumersindo Amador y yo hablando, y, como ese día estoy un tanto más pesado de la cuenta con "las cosas de internet" va y me suelta:

- ¿Tú es que te crees todo lo que te cuentan por internet, o qué?

 No veas la salida. ¿Cabrá pregunta más despectiva? Quien dice algo así da por sentado que el internauta vegeta frente a su ordenador demasiado ocupado con no atragantarse con sus propias babas y lo mismo puede ser víctima propiciatoria de un desconocido que pretenda venderle "estampitas" que de un correo electrónico tipo "Mande este texto a suficientes personas y recibirá de regalo un teléfono móvil completamente nuevo". 
 Hay tantas respuestas posibles a su pregunta que tengo que admitir que Gumersindo tiene su notable capacidad para frustrar a cualquiera que ejerza un poco de usuario de la razón. Opto por la que me parece más posiblemente constructiva, a ver si así avanzamos algo:

- Bien, ¿y de dónde crees tú que se debe sacar la información entonces?

 Me preparo para contrarreplicarle, o recontrarreplicarle o lo que toque: diga el canal de televisión que diga, el periódico o revista que se le ocurra, la radio que sea, ya me tengo yo preparados ejemplos de mentiras vertidas por esos medios de prensa.
 Pero él, hábil cual gato pardo (léase "cabezota como él solo"), me ve venir y maniobra sagazmente (léase "a la desesperada"):

- Hombre, está claro que como el contacto directo no hay nada. - responde. Y, ya viendo que no me esperaba esa salida (añádase "por peteneras"), continúa - Y de eso sí que no me puedes decir que has tenido. Porque tú todos esos países y personas de los que me hablas no los has conocido de primera mano.

 La afirmación me pareció interesante. Equivocada, pero interesante. Y me trae a la memoria una de esas veces que sí que tuve "primera mano" con una realidad. En concreto, con un país: Chile.
 Hace años, allá por cuando la trifulca del juez ese que nunca acaba nada con Pinochet, me tocó viajar, precisamente, al país que fue su cortijo: Chile. Augusto Pinochet, pensaba yo entonces, fue un dictador cruel y sanguinario que dio un golpe de estado contra el gobierno legítimamente constituído (por aquí sabemos también algo de eso) mediante sufragio universal en Chile. Según medio leí (digo "medio" porque lo había leído en la prensa, revistas y tal, y ya saben mis lectores lo que opino yo acerca de la veracidad de FalsiMedia), Salvador Allende fue el último presidente del gobierno chileno, un líder honesto y democrático que quería lo mejor para su pueblo, y anteponía los intereses de éste a los suyos propios. Así que fui yo para Chile sabiéndome la cantinela del tema regente. No es que tuviera yo planificado hablar con nadie de la cosa allí, pero nunca estaba de más saber.
 Una vez en Chile, a poco que se habló de la historia, algunos chilenos me explicaron su punto de vista: que si Salvador Allende era un corrupto, que si era un mal gobernante, que si la economía estaba hundida al poco de gobernar él el país, que si faltaban productos de primera necesidad como pasta de dientes o papel higiénico, que si su mujer se gastaba dinerales del presupuesto oficial en fiestas que organizaba en no sé qué edificios oficiales, que si la situación ya era insostenible... etc. Asímismo me relataron cómo, tras el golpe de estado que dio Pinochet, el orden se fue restableciendo, la economía volvió a funcionar, los escándalos cesaron, y la situación volvió a su cauce.
 Quienes así me hablaban eran personas que no parecían desquiciados fascistas, sino más bien padres de familia y ciudadanos trabajadores, aunque no de clase baja. Un tanto más difícil me resultó a mí explicarle a ellos porqué en España teníamos (y tenemos) un jefe de estado, a la sazón capitán general de todos los ejércitos, que no era democráticamente elegido sino un cargo vitalicio y hereditario. Pero eso es otro cantar.
 Muy bien, pues me volví de Chile dando por sentado que ahora ya me habían aclarado la realidad política chilena y que, en efecto, no había nada como el contacto de primera mano con la realidad. Esa pobre gente en mi país que se informaba por la prensa tradicional quizá nunca sabría esto y seguiría mitificando equivocada a Salvador Allende, pensaba yo.

 Pasaron los años y creo que fue en Noviembre de 2003 cuando la CIA desclasificó, esto es, dejaron de ser secretos, ciertos documentos acerca de Chile, sus intervenciones en el país y demás. ¿Intervenciones? ¿El servicio secreto de EEUU "interviniendo" en otro país? ¿Y esa cosa llamada Derecho Internacional qué? Había que informarse del tema.
 Pues bien, resulta que, y hay documentación oficial que prueba todo esto, el gobierno de Salvador Allende no convenía a las multinacionales estadounidenses. Decidieron que los recursos naturales de Chile, el cobre entre ellos, serían para los chilenos. Deseaban seguir comerciando con EEUU, así como con cualquier otro país del mundo, pero querían renegociar las condiciones, hasta entonces enórmemente (vergonzosamente, más bien) ventajosas para las multinacionales del norte. Digamos que, en el comercio como en otros aspectos de la política, el gobierno de Allende no se plegaba a las exigencias de EEUU. Había, pues, que quitarlo de enmedio.
 Dicho y hecho, se asesinó al máximo dirigente de los ejércitos del país (los documentos a los que me he referido contienen las partidas presupuestarias de armamento destinadas a tenderle una emboscada destinada a tal fin) dado que resultó ser insobornable (también se ofrecen pruebas documentales de los intentos de soborno). A otros altos mandatarios, muchos, sí se les pudo sobornar para que sus opiniones fueran afines a EEUU.
 Pero aquello no bastaba: los documentos a los que me he referido guardan constancia de las presiones o sobornos necesarios para poner a la prensa del país en contra de Salvador Allende. Ya lo hemos visto otras veces en FalsiMedia, se trata del Todo Vale, mentiras incluídas, para quitar a alguien de enmedio. Entre ellas, las historias inventadas sobre corruptelas de Allende y las fiestas con cargo a los presupuestos del estado de su mujer en edificios oficiales.
 Y hubo más: un acoso internacional, bélico-militar que generó un estado de sitio de facto durante el cual el comercio en Chile se resintió gravemente e incluso llegaron a faltar productos de primera necesidad. Me figuro que entre ellos estarían incluídos la pasta de dientes o el papel higiénico.
 Todo ello destinado, y así lo describen los documentos de la CIA, a generar la situación de malestar social en el pueblo necesaria para ayudar a un derrocamiento mediante golpe de estado del gobierno de Allende, al que, convenientemente desinformados, los ciudadanos culparían de los problemas del país.
 En efecto, cuando el golpe de estado triunfó, el bloqueo y los boicots de EEUU también lo hicieron, con lo que la economía, claro, se recuperó. Para el pueblo Augusto Pinochet había puesto en orden la situación. Instaurando el toque de queda, matando a unos cientos de miles de personas y otras lindezas, pero eso son menudencias.
 Dado que existe documentación al respecto públicamente accesible, invito al amable (ojalá) lector a que compruebe estos datos por sí mismo. No albergue nadie muchas esperanzas de que la televisión le cuente esto, desde luego.

 Muchos chilenos aún viven sin saber lo que ocurrió realmente en su país. A pesar del contacto directo. A pesar de haber conocido las cosas de primera mano.