miércoles, 30 de septiembre de 2009

Echándose en la Cuneta

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"¿Añado yo algún valor al mundo, o simplemente le succiono sus recursos para luego morirme?"
[Tira cómica de Dilbert - Scott Adams]

"Quiero lo usual: dominar la tierra, felicidad a costa de los demás, gratificación personal de mi ego..."
[Tira cómica de Dilbert - Scott Adams]

"Una vez que un hombre tiene mucho más dinero que el que puede gastar para sus placeres, ¿qué desafío queda para excitarlo? Para aquellos con una mentalidad de clase dominante, la respuesta es el poder - poder puro y completo sobre otros seres humanos."
[Quiero Toda la Tierra Más El 5 por ciento]

"- No puedo creer que el marciano ordinario sea tan filósofo que se conforme con vivir esta horrible y dura vida en aras de un futuro que debe estar a cientos de generaciones de distancia.
- No, no es exactamente así. [...], los marcianos son parecidos a los terrícolas, lo que significa que son seres humanos, y los seres humanos son poco dados a la filosofía. De todos modos, es importante vivir en un mundo que va creciendo, lo vea usted o no.
»Cuando llegué a Marte por primera vez, mi padre solía enviarme cartas. Era contable, y nunca dejó de ser un contable. La Tierra no era muy diferente cuando murió de lo que era cuando nació. Nunca vio ocurrir nada. Cada día era como cualquier otro día, y vivir era sólo una forma de pasar el tiempo hasta la muerte.
»En Marte es distinto. Cada día hay algo nuevo, la ciudad es mayor, el sistema de ventilación da un paso adelante, las conducciones de agua de los polos se perfeccionan. [...] Si no ha vivido cuando las cosas van creciendo a su alrededor, jamás comprenderá lo maravilloso que es y lo que se siente.
»No, Congresista, Marte es difícil y duro, la Tierra es mucho más cómoda, pero me parece que si se llevara a nuestros muchachos a la Tierra serían desgraciados.
»Probablemente la mayoría no sería capaz de comprenderlo, pero se sentirían perdidos, perdidos e inútiles. Me parece que muchos de ellos no se adaptarían jamás."
[El Sistema Marciano - Isaac Asimov]

"Vuela amigo, vuela alto
no seas gaviota en el mar.
La gente tirar a matar
cuando volamos muy bajo"
[Vuela Alto - Julio Iglesias]

"Y en la sombra mueren genios
sin saber de su magia
concedida mucho tiempo antes de nacer."
[En Algún Lugar - Duncan Dhu]

"Del salón en el ángulo oscuro
de su dueño tal vez olvidada
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en la rama
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas.
¡Ay! pensé, cuantas veces el genio
así duerme en el fondo del alma
y una voz como Lázaro espera
que le diga «Levántate y anda»."
[El Arpa - Gustavo Adolfo Bécquer - Poeta Español]


En una hermosa película llamada "El Club de los Poetas Muertos" ambientada, si mal no recuerdo, en la Inglaterra Victoriana (antes del 1.900), el profesor de Literatura de uno de esos prestigiosos internados británicos tradicionalistas que forman y educan a la sociedad media-alta, trata de usar otras técnicas de enseñanza más progresistas, digamos distintas de la clásica repetición robótica del "Rosa, Rosae, Rosam".
Me llamó especialmente la atención una escena en la que el profesor pide a un tímido y retraído estudiante que invente un poema ante el resto del aula. El joven se siente especialmente asustado ante la situación; y no le culpo, cualquiera que haya pasado por un ciclo de enseñanza sabe que salir a la pizarra es algo así como ponerse en el punto de mira. Quiero decir en el punto de mira de una pandilla de canallas (la palabra que usaría un desinformado es «compañeros») que están buscando despiadadamente sus fallos y hasta deseando burlarse de él. Pero hete aquí que el profe logra distraer su mente (le hace dar vueltas con los ojos cerrados, tipo gallinita ciega; no me imagino yo al profe de Filosofía que tuve en el instituto usando esa técnica; más que nada porque no me imagino yo al profe de Filosofía haciendo nada que no sea hablarle a la pizarra escribiendo esquemas) para que pueda crear el poema ignorando la existencia (y las mofas) de sus compañeros. Y, ante el pasmo de los demás alumnos, el tímido estudiante se revela como un estupendo poeta, inventivo y original.

Sospecho que, aplicando este ejemplo de retrahimiento y bloqueo inducido en la personalidad al mundo real, no sólo todos conocemos casos similares: es que nosotros mismos tenemos o hemos tenido, sin duda, inhibiciones, culpas o miedos inducidos por el resto de la sociedad.

En el mundo animal, del cual provenimos y del cual no puede decirse que hayamos salido aún, existen progresiones individuales muy condicionadas por las circunstancias: cuando los individuos sienten que ha llegado su hora se desarrollan, expanden sus capacidades. Cuando se ven fuera del hábitat, inútiles, inapropiados, una molestia quizá, se retraen (a distintos niveles: biológico, emocional, cerebral, de atención) y, en última instancia, mueren. Digamos que, notando mediante lo que podría ser una especie de instinto evolutivo, que ha llegado la hora de quitarse del camino y dejar a otros el protagonismo, se echan en la cuneta a dejarse morir.
Hay multitud de ejemplos. En las tribus de monos se observa cómo el macho dominante es más fuerte, más grande, tiene el pelo más lustroso y se aprecia más sano y despierto. Si otro macho, quizá hasta entonces en apariencia igual que los otros, va camino de desafiar su primacía en la manada, no es extraño ver como sus alteraciones hormonales lo van cambiando: comienza a tener desarrollo muscular, tamaño, pelo lustroso, atención y el resto de características. Esto parece sugerir que la hipótesis del «Sentirse Vivo» no es descabellada. Más aún, si el macho dominante (macho alfa se le suele llamar) es destronado, sus cualidades decaerán, quizá hasta el nivel de un individuo más de la manada, si no más aún: decaerá su musculatura, su atención, su resistencia a enfermedades, el lustre de su pelo, etc.
Lo que estoy diciendo es que la relación causa-efecto pudiera no ser como parecía en principio: los individuos del mundo animal no están saludables, fuertes, veloces, atentos, ágiles, despiertos, vivos en definitiva, y como consecuencia de ello sienten que desean vivir. Al menos en gran medida, es a la inversa: el individuo del mundo animal que se siente, por las razones que fuere, con razones para vivir la vida, se desarrolla en todos o casi todos sus niveles posibles.

Nosotros también portamos ese instinto. Quizá sea genético, o algo así. La persona que se ve necesaria, útil, poderosa, dominante, en el foco de luz, o cualquier otra situación que la haga sentirse viva, se desarrolla: sus niveles de atención mejoran, su sistema inmunológico es más duro de vencer para las enfermedades, piensa mejor, está más fuerte, hábil, decidido, confiado, valiente, y en general no pocas de sus capacidades progresan. También, probablemente, se sienta más feliz. Nos ha pasado a todos, ¿verdad, amable lector?
Pero en nuestro caso pudiera ser levemente diferente, por el hecho de que somos una sociedad. Permitan que me explique: quizá queden seres humanos para los cuales su destino es tener cuanto más mejor. Para un capo de la mafia tener y acrecentar su poder, grandes fincas, extensiones de terreno en la costa y un harén de mujeres (como me lea el Berlusconi me caigo con todo el equipo) puede ser su motivo de vida, y razón de felicidad suficiente. Para los dueños del planeta reunir y amasar más y más riqueza, poder y privilegio seguramente también lo sea. Estas son sus razones para no desmotivarse e irse apagando. Sin embargo, para la mayoría de los demás, por mucho que nos traten de convencer de que nuestro objetivo en la vida es una televisión nueva, un automóvil, u otras migajas diferentes, sospecho que el único motivo profundo de felicidad, aunque la mayoría no se hayan dado cuenta, se llama «Hacer un Mundo Mejor».
Piénselo, amable lector: cuando logra usted apartarse de la televisión y, por lo tanto, tiene aceptables posibilidades de comenzar a pensar, ¿nunca analiza usted su propia vida? Las enfermedades de degenerescencia (cáncer, diabetes, infarto...) se están multiplicando porque algo en nuestra raza nos dice que somos sanguijuelas que no hacen otra cosa que consumir recursos hasta el día de su muerte, bajo la nana adormecedora del «Pan y Circo» de nuestros tiempos: deporte, televisión, sexo y juegos por Internet, consumo, drogas, alcohol, y religión. Nuestro instinto no se deja engañar, y sabe que no tenemos razones para existir; por eso nos está matando. Por eso nos está echando en la cuneta a morir. Los avances médicos, con toda su legitimidad, no hacen en realidad en esta situación sino alargar nuestro sufrimiento.

Y nosotros cooperamos en nuestra propia extinción. Demasiado a menudo cuando observamos que alguno de nosotros crece, se desarrolla, expande sus alas para tratar de volar, le descerrojamos un trabucazo para que vuelva al suelo. Esto lo mismo vale para quien trata de hacer deporte, como para quien trata de adelgazar, aprender a tocar el piano, emigrar a otro país, escribir (como el joven alumno de la película) poesías o incluso tomarse en serio su trabajo o el resto de cosas que hace en su vida: hay que hacerlo caer. Que se quede en tierra, junto a nosotros. ¿Para qué quiero que su logro me recuerde mi fracaso?
Y así frustramos la posible creación de un deportista, un pianista, un poeta, o simplemente una persona saludable. Incluso frustramos el surgimiento de algo tan simple como es una persona feliz. Con el tiempo lo desmotivamos para todo, sea lo que sea lo que pretenda hacer, así que no hace nada, ni pensar (es decir, que se pone a ver la tele). Con el tiempo, el posible gran poeta siente más el deseo de echarse en la cuneta y morirse que el de seguir viviendo. ¿Para qué vivir? ¿para seguir consumiendo recursos? ¿para que cada día sea una búsqueda de algo que hacer por matar el tiempo hasta que llegue la muerte?
Y ¿por qué no habría de ser así? ¿por qué no habríamos de pisarlo? Al fin y al cabo se trata de un competidor, un enemigo en potencia. Su desarrollo como persona, ya sea a nivel de confianza, salud, fortaleza, inteligencia, formativo ¿no podría hacer que me quitara el día de mañana recursos, algo (por ejemplo el puesto de trabajo)? Que ya se sabe, nuestro planeta no tiene suficiente para todos. Que se echara en la cuneta a morirse no me vendría, a fin de cuentas, tan mal.

Esta es la disyuntiva a la que se enfrenta nuestro mundo. Poetas, escritores, pintores, artistas, científicos, deportistas, médicos, investigadores, aventureros, y en general cualquiera que sepa hacer algo mejor que sentarse frente al televisor (o sea, cualquiera que sepa hacer algo), todos ellos echándose desmotivados en masa a la cuneta, todos ellos, con, al igual que los animales antes citados, sus capacidades frenadas, reducidas, apagadas, bloqueadas por ellos mismos, por su propia sique que no quiere «contrariar» a «la gente» obteniendo ningún éxito por pequeño que sea. No podía ser de otra manera a consecuencia, en resumidas cuentas, de un esquema social basado en el individualismo y la competitividad en cuya raíz está la necesidad de «tirar a matar» a cualquiera que pretenda lograr... algo, lo que sea.

La solución, habrá que repetirlo siempre: compartir y cooperar en un mundo que, si está basado en poner límites a la acumulación de riqueza, tendrá para todos. Para que así los logros ajenos no nos quiten, en última instancia, nada. Para que los éxitos de los demás terminen por traernos beneficios a nosotros. Para que lo que otros alcancen sea también nuestro triunfo.

Para que nadie termine por desear echarse en la cuneta y morirse cuando aún tenía mucho que hacer.


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martes, 29 de septiembre de 2009

Borregos con Bolsas

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"No conozco un mayor valor que el necesario para mirar dentro de uno mismo."
[Maestro Índio Osho - Místico Espiritual]



Les aseguro que he estado cerca de empezar este artículo pidiéndoles que no hagan ni caso de la campaña iniciada por el estado para que economicemos en bolsas de plástico. Ya sabrán algo, seguramente: que si las bolsas tardan siglos en biodegradarse, que si generan mucho CO2 en su fabricación, que si debemos llevar nuestras propias bolsas a la tienda y guardarlas para reutilizarlas otro día, etc.
No nos confundamos: todo eso está muy bien, dado que esas medidas y otras muchas deberían haberse implementado hace ya mucho tiempo. Pero aquí hay dos cuestiones que son de todavía más importancia.
La primera es el motivo de fondo para hacer esto: se está acabando el petróleo. Sí, señores, por mucho que la sociedad se haya reído en la cara de los que avisábamos del desastre, el petróleo no es infinito, y estamos llegando al punto (si es que no hemos llegado ya) que se define como Techo del Petróleo (Peak Oil o Cénit del Petróleo, como también se le llama) en el que gastamos más de lo que extraemos de la Tierra (lo cual significa que va a comenzar a escasear, ya sea por subida meteórica de precio o por carencia propiamente dicha), así que hay que economizarlo. Ahora bien, si economizamos en el líquido elemento, que economicemos todos: no sólo el ciudadano de a pie debe ir a todas partes con sus tres o cuatro bolsitas, sino que también otros muchos usos del petróleo deben ser reestructurados, reducidos o eliminados: jets privados, vehículos bélicos que derrochan una barbaridad, autopistas de muchos carriles, automóvil privado, plásticos desechables por todas partes (envoltorios, por ejemplo), transporte aéreo a mansalva para turismo, comercio global que hace que haya plátanos en España que vengan de Costa Rica con el derroche de combustible que ello conlleva, y muchos otros. Oh, pero todo eso no les gusta a los poderosos del mundo: quieren poder declarar sus guerras de rapiña, poder viajar en su jet privado, o enriquecerse vendiéndonos automóviles a destajo o con el derrochador comercio internacional. Es más fácil decirle a la tele que nos convenza aquí a los de abajo de ahorrar un poco de petróleo en bolsitas, y de paso algo de tiempo gana la macroeconomía en el tema. Apretarse el cinturón sí, pero los de abajo.
Lo cual me lleva de lleno a la segunda cuestión: vamos a hacer esto de las bolsas porque nos lo ha dicho la tele. Si antaño uno llevaba sus bolsas encima para reutilizarlas, declinaba las que le ofrecían en los comercios ("No, déjelo, para una sola cajita no necesito una bolsa, y ahorramos en petróleo y medio ambiente."), o hablaba de los siglos que tardan en biodegradarse, se le quedaban mirando a uno con una sonrisita de condescendencia un tanto insultante. Eso, desde hace pocas semanas, ha cambiado, y ahora los mismos de las sonrisitas condescendientes van a ser los que te insten con sus moralinas a hacer aquello de lo que se mofaban antes. Mucha gente va a seguir la campaña, no porque hayan razonado el tema y les haya parecido sensato, sino más bien porque otros lo han decidido por ellos. Esto del control que los de arriba tienen sobre nosotros funciona de perlas.

Por ambas dos razones creo que no somos más que un rebaño de borregos. Y no nos damos cuenta de cómo nos dirigen con el palo (tele) porque no queremos mirar. Tememos ver dentro de nosotros mismos nuestra actitud de rebaño.
Hasta para hacer las cosas bien.


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domingo, 27 de septiembre de 2009

Pues Apueste Hombre

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"Cuando se apuesta, a la larga siempre se pierde."
[Star Wars - La Amenaza Fantasma]



Me encuentro a mi buen amigo Gumersindo Amador:

- Voy a echar una quiniela. - me dice.
- ¿Una quiniela? No puedo creerlo de tí. - le respondo. Gumersindo y yo nos conocemos desde niños, y ni él ni yo hemos caído nunca en la trampa boba de las apuestas en los juegos de azar.
- Bueno, es que la echamos entre varios amigos. Tocamos a pagar poco. Y, mira, nunca se sabe: como están los tiempos, lo mismo le toca a uno algo y tiene un aliviadero económico.

Constituye para mí toda una sorpresa ver caer en esto a Gumersindo. No debería necesitar que le repitiera que los juegos de apuestas se basan en que muchos pierden un poco, y unos pocos ganan mucho. Así que, a la larga, el que ha apostado mucho habrá perdido mucho.
Pero, por lo visto, todas esas inferencias lógicas no sirven de mucho. No contra el poder supremo, es decir: se lo ha dicho la tele. Y si la tele dice que se apueste, pues se apuesta, faltaría más.

En efecto, voy comprobando ultimamente que, si bien de siempre la mayoría de gobiernos fomenta los juegos de azar con apuestas, ahora la cosa está yendo a más. Recientemente oí por la radio (Radio Nacional de España, para más inri) un reportaje sobre los campeonatos de póquer (apostando un potosí, claro). Y, fíjense ustedes, más que en plan ludopatía insana, la cosa era descrita como "auténtica profesión", "cuantiosos premios", entrevista a un "profesional" del tema que lleva años dedicándose a eso (el caso que yo escuché era alguien con carrera universitaria y master en EEUU, nada menos, o sea, que de borracho fracasado nada)... vamos, que la radio promulgaba lo que podría llamarse un "Adelante, pasen y jueguen".

¿Y por qué los poderosos del mundo fomentan eso de los juegos de azar con apuestas?
La explicación es muy simple: en primer lugar, ganan (nos quitan) riqueza, dado que tales juegos los suelen organizar ellos, y en segundo lugar nos sirve de placebo ante la esperanza de poder salir de la miseria de golpe y porrazo.

¿Organizarse para cambiar las cosas y repartir la riqueza, de modo que nadie pase miserias? No, hombre, no, eso es muy trabajoso. Váyase mejor a apostar.



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miércoles, 23 de septiembre de 2009

Como las Cremas

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"Combate los síntomas sin atender a sus causas profundas. Es la mejor fórmula para el fracaso a largo plazo."
[Alberto Piris - General de Artillería del Ejército Español en la Reserva]



Aconsejé hace algunos meses a un amigo que llevaba lo suyo echándose cremas para la piel, la ingesta de elevadas cantidades de agua. Nada del otro mundo, los médicos lo aconsejan frecuentemente, sólo que no lo hacemos. Pero este amigo me hizo caso y la maniobra le dio muy buenos resultados, incluso mejores que los de las cremas. No me extrañó; verán ustedes, la piel crece de dentro hacia fuera, es decir, se genera en las capas interiores, y sale al exterior hasta que la descamación va haciendo que se caiga. Por lo tanto, si tenemos una buena hidratación en nuestra alimentación, esta piel, con el paso del tiempo, nacerá y surgirá más hidratada, con las múltiples mejoras que ello conlleva, también la de belleza, por supuesto. Las cremas, por contra, mayormente se podría decir que únicamente nutren (y si acaso mejoran) las capas más exteriores, las que están próximas a caerse por la descamación. Ello hace que tengan un efecto menos duradero, lo que es perfecto para el fabricante ya que tendremos que ir a comprar otro bote, aunque más inmediato, lo que es también idóneo para venderlo, dada la búsqueda de satisfacción inmediata que rige nuestras formas de vivir.
Claro, yo comprendo que adquirir buenos hábitos de ingesta de agua requiere su tiempo, recordar llevar agua encima, acostumbrar al estómago (al principio se le resiste a mucha gente), y si además tenemos en cuenta a quienes recomiendan no beberla con la comida (por su reducción de la efectividad de los jugos gástricos, ya se lo explico otro día), pues más difícil todavía. No es llegar, como quien dice, y besar el santo. Y además tarda su tiempo en hacer efecto. Y todo eso sin citar que la interrupción demasiado temprana de este buen hábito lo mismo hace que toda la operación no nos haya servido para nada.

El tema este de las cremas para la piel es un ejemplo de cómo nuestra sociedad no ataca la raíz de los problemas, sino a sus efectos. En lugar de buscar qué está mal para arreglarlo, se tapan los destrozos o como mucho se reparan los daños sufridos, y a otra cosa.
¿Que el niño hace alguna travesura a causa de la violencia que el sistema le ha inoculado? Se le da un sopapo o un castigo, y a otra cosa. ¿Que la desmotivación de una vida en la que será (ya es) una hormiga trabajadora, una tuerca del engranaje sin iniciativa o recompensa por el esfuerzo personal, le pone los estudios cuesta arriba a los estudiantes? Sus progenitores les inflan a reprimendas para «que estudie más»: "Que eres un desconsiderado, que nos esforzamos mucho para pagarte los estudios, que parece mentira, hombre".
¿Que tiene alguien celulitis? Intervención quirúrgica al canto, y como nuevo. Sí, una dieta saludable con alimentos bajos en índice glucémico y ejercicio físico sería mejor, y arreglaría de paso el páncreas, pero eso es mucho trabajo.
¿Le preocupa a uno que los niños estén solos jugando en la placeta de la urbanización? Se ponen más puertas, vallas más altas y cámaras de vigilancia en vez de hacer una sociedad donde haya menos delincuentes.
¿Que hay una gotera? Se pinta el techo por dentro, y ya no se ve.
¿Más delitos? Pues más policías.
¿Dolor de muelas? Un spray calmante y a seguir el día a día.
¿Dificultades para dormir? Su pastilla, y a roncar.
¿Más gente se accidenta por el tráfico? Multas más elevadas. Incluso de carcel, ya puestos. Yo estoy por sugerir la amputación de miembros, como los sumerios.

Pero el niño crecerá hecho un zombi malhumorado y desagradable, el estudiante aprenderá exclusivamente los cuatro truquillos para salir del paso, la celulitis volverá igual que la gotera, la muela empeorará hasta dañar la encía, el sueño artificial producido por las pastillas no nos aportará la necesitada estabilidad síquica, etcétera.
Un día nos encontramos que no hay calor humano en unas calles atestadas de zombis malhumorados, ni trabajos bien hechos por profesionales competentes que dominen en profundidad su labor, un día la obesidad nos mata de un paro cardíaco tras hacernos vivir años de (paradójicamente) sinsabores, etcétera.
Y, claro, es más difícil actuar sobre la raíz (lo que se llama «ser radical», por mucho que los medios de prensa se refieran tan sólo al otro significado de esta expresión) de los problemas. A menudo es dificilísimo.

Así que nos ponemos una crema.
Que tengas suerte, raza humana, con todo lo que estás barriendo bajo la alfombra.


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martes, 22 de septiembre de 2009

Lo que Deberíamos Hablar

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"Está claro que somos una sociedad acomodada, consumista, y absolutamente alienada con la versión moderna de «pan y circo»: hipotecas a 50 años, periodismo rosa-amarillo y fútbol."
[Jorge Cortell - Libertario Internauta]



Soy tan inadaptado social, que demasiado a menudo me exaspera incluso oír retazos de las conversaciones de los demás. Permitan que les ponga ejemplos de ellas:

"Yo al cocido le echo un hueso nada más, y un pedazo de jamón, pero con la mitad de tocino."
"... y te da una rentabilidad del tres por ciento. Para mí no está mal."
"... con 6 cilindros más y 4 válvulas, pues ya me dirás. Y los asientos son sillones auténticos..."
"... esta temporada no ha metido ni la mitad de goles. Lo único que hace es dar algún pasecillo por la banda, y poco más..."
"... conocerá a alguien especial que... espera, espera que acabe con el mío, ¿no?... conocerá a alguien especial que le impresionará. Buenas perspectivas laborales, pero cuidado con ese compañero de trabajo que le tiene ojeriza. Salud: tenga cuidado con su dieta, los dulces pueden ser tentadores, pero..."

Ya ven. Justo lo que necesitamos en sociedad en estos tiempos. A ver qué les parecen estas otras:

"El salario de los barrenderos hay que subirlo, hombre. No se les actualizó más que el IPC en los dos últimos años..."
"... yo no digo que esté mal poner algún tipo de construcción significativa a la entrada de la ciudad, pero una obra de ese coste me parece un derroche."
"No nos faltan médicos. Nos falta que no se vayan. Que se les dé mejores condiciones laborales. Una reducción de un par de horas no sería mala cosa, propongo yo. Mi primo trabaja en el hospital de aquí al lado, y dice que hacen jornada de ..."
"... bien, no lo sabía, si las han roto en años anteriores, me retracto. No me extraña, entonces, que no pongan bombillas nuevas en las farolas. ¿Y no habrá alguna forma de hacerlas más seguras? Creo que hay algún sistema de luces refractarias que tienen la bombilla apuntando hacia arriba."

El segundo grupo me gustaría más encontrármelo que el primero. Pero no suele ocurrir. Corresponde, para quien no lo sepa, a lo que podrían llamarse «discusiones políticas», también llamadas «sobre política». Oh, sí, ya sé que usted, amable lector, pensaba que hablar de política era increparse mutuamente diciendo "los tuyos son peores que los míos", transformando el diálogo en una desagradable situación de enfrentamiento. Supongo que estará usted harto de verlo, así que por eso esquiva usted el tema siempre que puede, y prefiere hablar del cocido o leer el horóscopo. Pero no, no es eso. Hablar de política es hablar de las decisiones que nos afectan a todos, de los pasos necesarios para hacer de este mundo un lugar más exento de sufrimientos. Del salario de los barrenderos, en suma. Y de las obras que hacen falta a la entrada de la ciudad, de las condiciones laborales de los médicos y de las farolas del barrio o de la aceptación de una base militar extranjera en nuestro país. Son los poderosos del mundo los que han logrado convencernos de que hablar de política es debatir sobre las cualidades personales de cierto líder político y poco más.

En plan campo de pruebas, le consulta a mi buen amigo Gumersindo Amador:

- Oye, Gumersindo ¿a tí qué te parecería si tuviéramos algún sistema de decisión conjunta en las poblaciones? Que todos votáramos y eligiéramos sobre temas que nos competen diréctamente. Como el salario de los barrenderos de la ciudad.
- Pero ¿qué dices? Eso no sería posible. ¿Y qué sé yo del salario de los barrenderos, por ejemplo? ¿Cómo voy a decidir? - me responde.

Se le ve perturbado por el tema. Gumersindo es más bien de los de "Tú has votado, ¿no? Pues ¿qué más quieres?". Para mí que lo que le gusta es que otros le quiten el trabajo de encima y además poder quejarse de ellos, pero desde la barrera, que tener que elegir le expone a uno al riesgo de equivocarse. De repente le dices que va a tener que hacerse dueño de su propio destino, y se le viene el mundo encima.

Creo que esta cita de un tal Bakunin puede aclararnos la cosa:

"En el tema de las botas, yo me refiero a la autoridad del zapatero; en relación con las casas, canales o líneas férreas, yo consulto al arquitecto o ingeniero. Para tal o cual cimiento especializado yo recurro a tal o cual científico. Pero yo no permito que ni el zapatero, ni el arquitecto, ni el científico impongan autoridad alguna sobre mí. Yo los escucho libremente y otorgo mérito a su inteligencia, a su carácter, a su sabiduría, reservándome siempre el derecho irrenunciable a la crítica y a la censura. Yo no me limito a consultar a una única autoridad en rama especializada alguna; consulto a varias; comparo su opinión, y elijo la que me parece más convincente. Pero no reconozco a ninguna autoridad como infalible, aún en cuestiones especiales."

Tenemos que elegir nosotros, no ellos. No los de arriba, por mucho que pretendan convencernos de que el pueblo no debe mandar, que de eso no sabe. Pero a esto, a una verdadera democracia participativa, es a lo que de verdad los poderosos del mundo le temen. Y es que saben que nuestras decisiones, por pura lógica de convivencia (y hasta de supervivencia) no tardarían mucho en llevarles a una reducción de su poder, riqueza y privilegio. Por eso se esfuerzan tanto en que aquí, de democracia, tan sólo el título, y muchas gracias por participar, vuelva dentro de cuatro años.

¿Imposible de cambiar? Puede. Al menos por ahora.
Pero empecemos por tener siempre claro que las cosas no se están haciendo como deberían hacerse. No aceptemos su punto de vista de lo que es una democracia, por mucho que nos lo diga la tele. A ver si, a partir de ahí, pudiéramos dar el siguiente paso.


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lunes, 21 de septiembre de 2009

Encima y Debajo de la Línea

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"Lo primero que ustedes los elbonianos han de entender del capitalismo es el sistema de incentivos: Si son ustedes capaces de trabajar doce horas al día, eventualmente el dueño de su fábrica se hará rico. Y entonces ustedes podrán sentarse en casa a ver programas de televisión basados en la vida de los millonarios."
[Tira Cómica de Dilbert - Scott Adams]

"Al autor del programa no le molesta que la reina sea la mujer más rica del mundo. No le importa en absoluto que cada año se gaste en uno de sus numerosos placeres la misma cantidad de dinero que necesitan 6.000 familias inglesas para vivir durante ese mismo espacio de tiempo. No se le ha ocurrido preguntar por qué la reina se gasta más de 3.000 millones en el cuidado y entrenamiento de los caballos. Lo obvio le resulta impensable. Es feliz con que ella sea rica. Tiene la mentalidad sumisa del esclavo."
[La formación de la mentalidad sumisa - Vicente Romano]

"- Eh, capataces, me noto un poco cansado. Haced vuestro trabajo y venid a darme unos cuantos latigazos."
[Asterix - La Residencia de los Dioses]

"Existe una línea marrón que divide a la humanidad en dos grandes grupos: aquellos que nacen por encima de la línea de flotación y tienen una vida, y los que nacemos hundidos en la mierda y tenemos que darnos de hostias por salir a respirar."
[Fuckowski, Memorias de un Ingeniero - Alfredo de Hoces García-Galán]


El otro día tuve que llevar a mi buen amigo Gumersindo Amador al trabajo. Se le cascó su coche (¿o acaso alguien trabaja todavía medianamente cerca de su lugar de residencia como para no necesitar ir en vehículo?) y me pidió que lo llevara en el mío, a lo que yo accedí, claro, porque, otra cosa no, pero, Gumersindo, buen amigo sí que es.
Paliza a veces, pero buen amigo. Me esforzaba en recordarlo mientras me daba una murga inacabable desgranándome la lista de automóviles que tiene el futbolista David Beckham ese, el de las colonias, o cremas de afeitar, o marcapasos, que qué sé yo lo que anunciará ya. Les ahorraré los detalles; baste decir que, por la fascinación con la que relataba Gumersindo, me quedó la impresión de que mi abuelita, que en paz descanse, veneraba menos a Fray Leopoldo de Alpandeire y a la Virgen del Santo Remedio.
En estas estábamos cuando, ya llegando al trabajo, le señalo el automóvil de quien, por aparcar en la misma zona sería, seguramente un compañero de trabajo:

- Mira, Gumersindo, ese le ha puesto un tubarro a su coche. - le digo, a ver si así desvío el tema sin que se me note mucho.
- Eso no es un tubarro. Es un alerón. - me corrige él. Tengo que aprender más de estas cosas. Algún día. - Y ese lo que tiene es enchufe, y por eso gana más que yo y trabaja menos. - responde con un cierto aire de asco.
- Vaya, pues entonces, ¿qué opinión tienes de las personas con rentas más altas, esto es, de los ricos? - inquiero yo. Imagino, ingenuo de mí, que si la injusta relación trabajo-riqueza le molesta con un compañero suyo, este pilla a Bill Gates o a Donald Trump y me los fusila tres veces.
- Ah, yo, por mí encantado. Quien sea rico, pues ole él, aunque sea explotando. - me sorprende él. Gumersindo, como mis amables lectores sabrán, sigue sorprendiéndome por más que pasan los años.
- Pero vamos a ver... tus jefes, por ejemplo, o los de la empresa, que trabajan poco y ganan... casi todo - iba a decir "mucho" -, ¿eso te parece bien?
- Hombre, claro, es que nosotros tenemos trabajo gracias a ellos, que son los que se buscan la vida para que la empresa funcione. - me contesta muy convencido.
- Repítemelo. - Gumersindo está en pleno canto del cisne, de tanto sorprenderme.
- Son los que montan la empresa, y se quiebran la cabeza para ponerlo todo en marcha, y el papeleo, y tal. Y los que corren con los riesgos, que si las cosas fallan... - aquí se dilata un poco en encontrar las palabras.
- ¿Tendrían que ponerse a buscar trabajo, como todo quisque? - le echo una manita yo.

A Gumersindo, como a tantos otros españoles, le pasan varias cosas. La primera es que, como dice Michael Moore en un capítulo de su libro "Estúpidos Hombres Blancos" llamado "Sé Realista: Nunca vas a hacerte Rico", conserva, en algún recoveco de su alma (tras los «colores» de su equipo de fútbol, supongo), la posibilidad de hacerse rico él tambien el día de mañana. O, al menos, de llegar a ser como esos jefes que aparecen un par de veces al año por la empresa con aire campechano sonriendo a todo el mundo. Así que le gusta que los de arriba sean más o menos intocables.
Lo segundo que le ocurre es lo de siempre: que se lo ha dicho la tele. Oh, no, perdonen, lo diré con otras palabras: que los medios de prensa y la cultura establecida en el sistema le ha mostrado durante toda su vida, como algo completamente natural, un mundo en el que se permite que algunas personas amasen inconmensurables fortunas sin dar, como suele decirse, un palo al agua, y aún hasta se les respeta o incluso idolatra.
Así que la cosa sigue para él una evolución gradual: si los de abajo ganan un poco más haciendo el mismo trabajo, pues le repatea. Si los de arriba, los que ya han pasado la línea, ganan muchísimo más haciendo casi nada de trabajo, pues le parece perfecto.

Esclavos. Y además sumisos.


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domingo, 20 de septiembre de 2009

Sabidurías de Gollum

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El otro día fui a casa de mi buen amigo Gumersindo Amador. Visita de cortesía. Léase salir del ciclo trabajar-automóvil-comer-dormir.
Y el hombre se pone a hablarme de las noticias de interés nacional. Es de agradecer su intención, ya que lo hace (espero) porque sabe que mi seguimiento de FalsiMedia no es muy profuso, y Gumersindo otra cosa no, pero buen amigo sí que es. Es de agradecer su intención, pero nada más. Porque eso que él llama "noticias de interés nacional" no son sino las cosas que dicen, por ejemplo, los telediarios; esos telediarios que siempre dan noticias sobre recetas de cocina, o que relatan cómo un elefante se ha metido en una cristalería, o que publicitan una nueva película o un nuevo disco del grupo de música Los Ignotos. Así que ya se me imaginarán cómo me informa el hombre.
Y yo, como nobleza obliga y porque algo de gresca tengo que montar, le salgo con la cantinela de siempre:

- Gumersindo, no deberías guiarte por la prensa tradicional para informarte de cómo es el mundo. Piensa que lo que lees en un diario es lo que a la empresa propietaria del mismo le interesa que leas. No tienen porqué informarte en realidad.
- No, hombre, no, nada de eso. Si ya sé yo que estos barren para su casa, y aquí quien más quien menos no es de fiar nadie. Por eso tienes que leer a unos y a otros y así sacar tú tus propias conclusiones. - responde él al tiempo que me enseña, no sin algo de orgullo, un ejemplar de El País, otro de El Mundo... y se le resbala de detrás de este último uno del Marca, que cae al suelo. - Bueno, bueno, este no. Lo compré por saber los horarios del tenis nada más.

Y, por una vez, Gumersindo me recordó algo de literatura más, digamos, clásica.
Me explico: En la novela épica de espada y brujería "El Señor de los Anillos", escrita por J.R.R. Tolkien hace más de medio siglo, y llevada al cine magistralmente por Peter Jackson hace pocos años, el poderoso mago Gandalf el Gris persigue y logra capturar a la criatura llamada Gollum, un hobbit al que un anillo mágico maléfico ha conferido una longevidad antinatural que, dicho sea de paso, lo tiene hecho un adefesio, al tiempo que le ha ido envenenando la mente con ideas pérfidas y tal. Eso por no decir que está, diréctamente, un tanto ido de la chaveta.
Tal es la importancia de conocer el origen del anillo que porta Gollum, que el bienintencionado mago se ve obligado a someterlo a largos interrogatorios. Y tal es el embrollo que me tiene el Gollum en la cabeza, que al pobre Gandal lo trae de idem. Al final consigue la información que quería, pero se queda como el que se casa, canturreando lo del "Como yo tenga que pasar otra vez por esto...".
Háganse una idea: para empezar habla en plural de sí mismo, como el Papa ese, así que donde Gollum dice "Nos maltrataban" hay que entender "Me decían que como siguiera robando en el pueblo me echarían de allí"; donde dice "El malvado Deagol" (su hermano, al que, como quien dice, pasaportó) "quería quitárnos nuestro tesoro" hay que traducir a "Mi hermano Deagol encontró el anillo antes que yo y no veas el coraje que me dio"; si larga "Tomamos nuestro regalo de cumpleaños" hay que traducir "Le dije a Deagol que como era mi cumpleaños, me regalara ese anillo o lo dejaba seco allí mismo". Y no se crean que cuando dice "La cara blanca viene a perseguirnos por la noche" se refiere a un espíritu o fantasma nocturno que lo acosa, sino a que le fastidia que en noches despejadas a menudo haya luna en el cielo (del sol ni les cuento). Para colmo cuando le preguntas por lo que de verdad tiene miga, esto es, por el jefe de los ejércitos enemigos (Sauron, para quien no lo sepa), se encoge gimiendo y no dice ni mu. Eso cuando no miente diréctamente el bicho o se pone a relatar cháchara insulsa y hasta carente de sentido. O a canturrear. Así que Gandalf tiene que amenazarle frecuentemente con, como diría Sancho Panza, "santiguarle las espaldas" con el palo ese que llevan todos los magos.

Con nuestros medios de prensa ocurre algo parecido. ¿Que hablan de un "atentado" con bomba contra un mercado en Irak? Lo mismo han habido ese día ochenta y tres bombas en Irak, o han ido dirigidas más al ejército invasor que a la gente del mercado, o hay decenas de bombas al día, o ha habido otros cientos de bombas por parte de la aviación USA contra civiles que no nos cuentan. ¿Que dicen que ha salido un nuevo ordenador último modelo que hace no sé cuántas maravillas? Puede que ese ordenador saliera al mercado hace ya meses, y sencillamente ahora quieran promocionarlo disfrazándolo de noticia, o que haya otros ordenadores mucho mejores a los que no citan. ¿Que cuentan pestes de los análisis a la comida de los establecimientos árabes en nuestra ciudad? No dicen nada de que la Coca-Cola Zero tiene el edulcorante E-952, prohibido por cancerígeno en muchos países. Ni de las mucho peores hamburguesas de los establecimientos de comida rápida. ¿Dicen que se ha accidentado un turismo en la N-4 y ha habido dos muertos? Quizá ayer hubo quince accidentes y los muertos fueron 20, pero no entraba en el guión mencionarlo. O puede que nada de lo por ellos relatado sea cierto, sin ir más lejos. Y nosotros con nuestro "Enciende la tele, que van a dar las noticias, a ver qué ha pasado en el mundo".
Las noticias, a día de hoy, tienen más trampas que una película de chinos. Las noticias importantes no se dan o se dan de forma falsaria, se encumbran noticias irrelevantes a puestos de máxima importancia, se crea una monotonía cansina con noticias reiterativas sin importancia real que reduce la atención del expectador (no vaya a conseguir pensar), o directamente no se divulgan muchas noticias que la población debería conocer.

Gandalf era sabio y logró, tras ingentes esfuerzos y mucho tiempo, sacar la verdad de las mentiras de Gollum. ¿Somos nosotros tan sabios como él? ¿Dedicamos nosotros tiempo a meditar acerca de lo que hemos oído para encontrar lo que no tiene pies ni cabeza y discriminarlo de lo importante? Gandalf podía, en última instancia, presionar a Gollum y lograr que hablara ¿tenemos nosotros, llegado el caso, algún control o posibilidad de exigir algo a unos medios de prensa cada vez más libertinos y cuyos amos son, en definitiva, las multinacionales?
¿Podemos correr el riesgo de tener que tomar decisiones en base a lo que nos dijo Gollum, una pobre criatura amargada, desquiciada, pérfida, que sólo busca sus propios intereses, corrupta de cuerpo, alma y moral?

¿O es preferible informarnos por los medios de prensa alternativos que podemos hallar, mayormente, por internet?


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viernes, 18 de septiembre de 2009

Un Maldito Error

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"Es un principio fundamental de la cultura intelectual que propugnan las élites gobernantes que no podemos hacer daño, aunque podemos cometer errores, como el esfuerzo por «liberar Irak»: una «equivocación estratégica», en palabras del mismo Obama."
[Noam Chomsky - Libertario]



En la película "Aliens: El Regreso", dirigida por Ridley Scott y magistralmente interpretada por actores como Sigourney Weaver en el papel de la valerosa Helaine Ripple, hay cierta escena de tinte libertario (esto es, anti poderosos del mundo) que me pasó desapercibida durante muchos años hasta tiempos más recientes. Permitan que se la relate.
Una tropa de Infantería de Marina se desplaza a un planeta en proceso de colonización y terraformación con el que la Tierra ha perdido contacto. Se sospecha de la existencia de organismos xenomorfos alienígenas. Bichos, vamos. Pero a lo bestia. Ya en la superficie del planeta, y tras comprobar los registro de actividad, Ripple se encara con Carter Bourke, el delegado de La Compañía, una megacorporación con tentáculos de poder en todas partes (¿les suena?):

- Oiga, esos dos especímenes valen millones para la división de armas biológicas. Si es usted inteligente los dos podemos salir de esto como héroes y solucionarnos la vida para siempre. - dice Bourke, para el que los xenomorfos son más bien sacos de dinero con patas (con muchas patas).
- Está usted loco, Bourke, ¿lo sabía? ¿Cree que puede conseguir que un organismo peligroso como ese pase la cuarentena? - le pregunta Ripple, quien ya se huele el montaje de Bourke para ser enviado a ese planeta junto con los marines y apuntarse el tanto (un tanto de muchas cifras) del descubrimiento de unos seres con ácido concentrado como riego sanguíneo.
- ¿Cómo van a rechazarlo si no saben nada de él? - el actor que interpreta a Bourke se lo curra, porque el personaje tiene el permanente gesto taimado del cobarde, la mirada esquiva y huidiza del que no quiere que vean, en esas ventanas que son los ojos, su ennegrecida alma, la actitud inquieta del que no tiene honor ni decencia pero el mucho tiempo que lleva disimulándolo le ha dado práctica para ocultarlo a otros.
- Pero lo sabrán, Bourke, por mí. Igual que sabrán que usted es responsable de la muerte de 157 colonos. - dice Ripple furiosa.
- Espere un momento... - dice Bourke.
- Usted les envió a esa nave.
- Se equivoca...
- Acabo de revisar el diario de la colonia. Orden fechada el 12 del 6 del 79 firmada por Carter Bourke. - ¿y ahora qué, listillo? A la protagonista de la peli se la vas tú a dar con queso - Los mandó usted ahí y ni siquiera les previno.
- Sí, lo sé ... - admite Bourke con el mismo aire compungido que nos pone la presentadora del telediario tan a menudo. Ya saben, esa misma que en la siguiente noticia va a hacer un sutil gesto de alborozo si procede. Ambos, timadores los dos, saben que es cuestión de estar a lo que toca.
- ¿Por qué no les previno, Bourke? - aquí ya Ripple parece que hasta le va a morder. No le gusta que mueran otras personas, aunque sea de un planeta lejano. Por aquí tenemos una estirpe de politicastros obedientes que podrían aprender del ejemplo.
- Bueno... oiga... ¿y si la nave no hubiera existido? ¿Ha pensado en eso? ... Yo no lo sabía - Bourke trata de parecer elocuente. Palabra de honor que cuando veo la escena me encantaría sacudirle un sopapo. - si yo hubiera creado una situación de máxima seguridad todos estarían involucrados: la administración interviene y no hay derechos exclusivos para nadie. Nadie gana. - horrible, se me queda el hombre sin su maldito porcentaje del beneficio - Así que tomé una decisión y fue... equivocada. Fue una equivocación. Fue un error. ¿Comprende?
- ¿Un error? - Ripple, contradiciendo su aire femenino, lo agarra por el chaleco - Esa gente está muerta, Bourke. ¿No tiene usted idea de lo que ha hecho aquí? - le dice Ripple iracunda, que es como furiosa, pero más.

"Pero qué canallas los de la Compañía esa", pensamos allí todo Dios en el cine, "No les importa que muera gente. Lo que hacen por tener más dinero". Eran otros tiempos, claro. Ahora más bien damos por sentado que a las grandes corporaciones les importa tres pepinos todo. A Monsanto le trae sin cuidado que sus semillas "Terminator", durante la polinización, maten a las semillas de otras plantas; a Repsol le importan tres pepinos las masacres ambientales que hacen sus refinerías; las farmacéuticas ni se paran a pensar que, al precio que los ponen, millones de personas en los países pobres mueren al no poder pagar sus medicamentos. Básicamente, no son capaces de mirar más allá de la última línea de su cuenta de resultados. Oh, y no tienen alma, claro.

Pero es otro detalle el que quisiera yo poner de relieve: Bourke define lo que fue una actuación suya carente del más mínimo respeto a la vida humana, y destinada exclusivamente a buscar su propio beneficio pase lo que pase, como "un error". Y se queda el hombre tan a gusto. No lo llama "asesinato", "genocidio", o "crimen", ni siquiera "barbaridad". Probablemente porque ni siquiera cree que lo sea.

Del mismo modo que Bourke, son muchos los que pretenden quitarle hierro a actitudes canallescas u homicidas llamándolas "error". Pulsaron el botón incorrecto. Se equivocaron, nada más. Podría pasarle a cualquiera sin que tenga por ello que ser malicioso, y no digamos ya ser castigado.
Hace algunos años, cuando el Papa de Roma aún era Carol Wojtyla, su Iglesia (o sea, él, que esto es mi cortijo y aquí mando yo) pidió "perdón por los errores del pasado". Los "errores del pasado" son la tira de gente quemada (viva, que se trataba de montar un fire-show para escarmentar) por la Inquisición, guerras santas, o la oposición al "progreso" (literalmente; lean si no me creen las encíclicas publicadas a finales del siglo XIX, lean), a la luz eléctrica, al baile agarrado y hasta a leer el horóscopo. Oh, y la tira de niños violados en sus internados.
Pero no sólo la Iglesia Católica se sabe el truquito. Todos los políticos también lo usan. A poco que lleguen las elecciones sueltan el consabido "pido perdón por los errores que hayamos podido cometer".
Y, en general, la muletilla del "si te he molestado en algo lo lamento" resulta muy socorrida en nuestra poco meditabunda sociedad. "Tú dile que perdone, y a otra cosa" parece que pasa por la cabeza de demasiada gente. Esa es, en definitiva, la forma de usar el truco del "error": no hay admisión de lo que estuvo mal hecho ni intención de no volverlo a hacer..

Rastrero método donde lo haya. Más bien yo diría que pedir perdón por un error es, en sí mismo, casi un contrasentido, ya que los errores son, por definición, no intencionales, y si no hay intención no hay, al menos de manera directa, culpabilidad. No es que haya hecho algo que esté mal o que haya tenido una actitud reprobable, es que se ha equivocado. Si nos dejamos engañar por la treta exculparemos automáticamente al del "error". Después de todo nosotros también los cometemos a veces, ¿no?

Ripple en la película no se dejó engañar por el burócrata sibilino.
Me pregunto si nosotros, a día de hoy, estamos tan despiertos como ella.


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lunes, 14 de septiembre de 2009

La Barquita de Cáscara de Nuez

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"¿Es una de esas cosas que nos sirve para evitar que nos ocupemos de resolver los problemas reales de la gente? Pues adelante con ello."
[Tira cómica de Dilbert - Scott Adams]



En el sitio donde he pasado unos días de playa este verano me he encontrado con algo curioso. Resulta que las aguas marinas están, a causa de los vertidos residuales sin depurar que hay, hechas una boñiga. Literalmente, además. Aunque varía por horas dependiendo, me figuro, de la marea. Esto no es lo curioso, claro; creo que ya toda la costa Española estará, más o menos, por el estilo.
Los regentes del municipio, esto es, los políticos, por aquello del qué dirán (qué dicen, ya, más bien, o sea, que la gente se preguntaba que qué hacen sus mandamases electos que no arreglan esto), pusieron en años recientes un sistema de limpieza y saneado móvil que depura las aguas en zonas cercanas a la orilla. Esto es, un tío con una barca que lleva una redecilla con un palo, de esas que se usan para recoger algo que se ha caído a la piscina, vamos. Y una sombrilla, que no le dé mucho el sol al hombre. Y la barquilla es prácticamente una cáscara de nuez, no se vayan ustedes a creer que pasa por ahí limpiando el Enterprise.
Imagino el pleno en el Ayuntamiento:

- El siguiente punto del día: los vertidos residuales sin depurar en las zonas de baño.
- Ah, sí, tenemos que hacer algo con eso. Da hasta asco bañarse a algunas horas. La gente está ya que echa chispas.
- Podemos poner a alguien con una barquita que vaya limpiando el agua con un cazamariposas de esos.
- Pero hombre, eso no va a limpiar casi nada, por muchas horas que esté al día. ¿Y qué va a decir la gente? Pensarán que los estamos tratando de tontos.
- Bueno, podríamos ponerle otra redecilla por debajo a la barquita, para que al desplazarse sobre el agua limpie algo más.
- Y la gente no dice nada, hombre, tú tranquilo. La gente está demasiado ocupada viendo el fútbol.
- Además, la barquita al menos se ve y aparenta que estamos haciendo algo. Y le podemos poner el título "Servicio de Depuración de Aguas del Ayuntamiento".
- Pero esto de la barquita es ridículo. Podríamos prohibir los vertidos residuales de toda la industria de la zona. Exigirles que construyan un sistema de procesado de residuos o les cerramos las empresas. O los denunciamos.
- Ya, claro, y se marcharían a otro municipio, con lo que nos quedamos sin sus impuestos. O darían orden a la prensa para que nos crucificara por algo, por ejemplo, por la pérdida de esos puestos de trabajo. ¿O te crees que estos no controlan a los periódicos?
- Y a las radios locales. Cuanto menos.
- Er... adelante con lo de la barquita.


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domingo, 13 de septiembre de 2009

Condición Femenina

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"La inocencia de un niño. Qué gran cosa es."
[Maestro Yoda en "Star Wars: El Ataque de los Clones" - George Lucas]



El otro día estuvimos mi buen amigo Gumersindo Amador y yo con más gente en casa de otro amigo nuestro llamado Godofredo, cuya principal peculiaridad para nosotros, solterones de poca monta, es que está casado. De hecho, nos solemos citar en su casa porque su mujer pone grandes trabas para dejarlo irse por ahí con esos «sus amigotes».
Y tiene una hija pequeñita que se vino a la habitación en la que estábamos haciendo nuestras estupideces. Como no había sillas para ella, la niñita, jugando, aprovechó un momento en que Gumersindo, profuso catador de bebidas carbonatadas, fue al cuarto de baño, para quitarle el sitio con una sonrisa pilluela. Volviendo Gumersindo de su alivio, hizo las bromas de rigor:

- ¡Pero bueno! ¡Qué niña más sinvergüenza! Me ha quitado el sitio. Pero ¿esto qué es? - dijo, con notable alborozo de la chiquilla.

 La niña estuvo riendo muy divertida hasta que hubo de bajarse del sillón para hacer alguna otra chiquillada (literalmente) y Gumersindo, raudo sólamente para hacer trapacerías y que de bastardo tiene un rato, le arrebató por la ley de hechos consumados el asiento que en el comienzo fuera suyo.
Ella, no bien vio lo que había ocurrido, rompió instantáneamente a llorar a moco tendido y a berrido distendido, con lo que acudió su padre a consolarla. Y Gumersindo, que, como ya he dicho, de bastardo tiene lo suyo, hizo ademán de levantarse distraidamente:

- Bueno, pues voy otra vez al cuarto de baño. - dijo. Lo cual, tratándose de él, no es imposible, porque las comidas rápidas tienen eso. Pero los demás ya sabíamos que era una treta.

Ipso facto la tierna niñita llantera cambió sus facciones otra vez a las de la risa divertida, mientras se abalanzaba a recuperar el sitio que ya, a estas alturas del enfrentamiento bélico, no se sabía de quién era. Gumersindo, claro, más rápido que ella porque estaba más cerca (si no, quizá perdiera la carrera, porque además de bastardo está un tanto gordo), se volvió a dejar caer en el cómodo sillón riéndose:

- Que no, que es broma, que el sitio es mío.

Sí, ya lo habrán imaginado: de divertida infante, la hija de Godofredo se transformó en menos de medio segundo en desconsolada plañidera gritona. Les aseguro que hasta temíamos que la oyera la madre y viniera corriendo a ver qué maldad le habíamos hecho a su hija.
Y el experimento prosiguió, por obra y gracia de Gumersindo (¿he dicho ya que de bastardo tiene lo suyo?): se levantaba del sillón diciendo que se iba, reía la niña abalanzante, se sentaba Gumersindo, lloraba la niña, y así hasta que nos cansamos (nos cansamos los demás y le pedimos que parara, que Gumersindo haciendo bastardadas es casi infatigable). Los allí presentes, compungidos por el sufrimiento de la niña al principio, estábamos ya fascinados por su veloz conmutabilidad emocional. Incluso divertidos. Excepto tal vez Godofredo, que temía ganarse una buena si aparecía la madre.
Me llamó la atención que una niña tan pequeña difícilmente podía tener ya dentro de ella la malicia social necesaria para fingir en un montaje teatral de ese tipo. Y dudo mucho que, de haber sido niño en vez de niña, su comportamiento hubiera sido el mismo.

Creo que esta experiencia tiene que revelar algo de la naturaleza de la condición femenina. Pero no me atrevo a aventurar el qué.
Ya saben, sobre ciertos temas especialmente complejos, admito que tengo mis limitaciones.


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jueves, 10 de septiembre de 2009

La Crisis - Plazos

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Para todos los que se han tragado las trolas vociferantes de FalsiMedia, se lo voy a decir muy clarito: La Crisis no se está acabando. Está más bien empezando. ¿Ha quedado lo bastante claro?
Y que conste que, si los hados me crearan con el don de equivocarme en un sólo vaticinio en mi vida, me encantaría que fuera en este.

(Dedicado a todos los que gustan de que mis artículos sean cortos)


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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Espera un Poco que Nos Enfrentemos

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"- ¿Por qué se han enemistado?
- Nadie se acaba de acordar muy bien de por qué. Los viejos dicen que el tío abuelo de Ocatarinetabelachitchix se casó con una chica del clan Talasoterapix, de la que estaba enamorado un primo lejano de un antepasado de Figatelix... pero otros aseguran que es por cupa de un asno que el bisabuelo de Figatelix había rehusado pagarle al cuñado de un amigo íntimo de los Ocatarinetabelachitchix, con el pretexto de que era cojo (el asno, no el cuñado de Ocatarinetabelachitchix)... En todo caso, es muy grave."
[Asterix en Córcega - Goscinny&Uderzo]

"En verdad la situación del currante manual en esta primera fase del movimiento industrial es calamitosa. Buscando costos cada vez más bajos, los amos emplean a los obreros con unos salarios de hambre y con jornadas laborales agotadoras. El despido es absolutamente libre; las condiciones higiénicas y de seguridad, pésimas; la vivienda, mísera y el desamparo en la enfermedad, el paro y la vejez, total. A pesar de esta triste y cruda realidad, la mentalidad del amo raya en las más puras creencias feudales: dueño absoluto de su fábrica, los obreros le deben sumisión, respeto y obediencia... y bendecir su nombre por las cuatro perras que les paga por un trabajo agotador. Hubo, desde luego, algunas honrosas excepciones a esta concepción esclavista del trabajo en la fábrica, pero por regla general el amo despreciaba a su personal, le acusaba de indisciplinado e irresponsable, y se ponía a sí mismo como ejemplo de trabajo, sacrificio y abnegación." [Historia Forgesporánea - Sobre la España de mediados del 1800]
[Antonio Fraguas Forges - periodista y dibujante.]

"El enemigo no está bien de la cabeza. Se cree que nosotros somos el enemigo, cuando es evidente que el enemigo es él."
[Pierre Desproges - Humorista Francés]



A mi buen amigo Gumersindo Amador lo trae de cabeza su jefe en el trabajo. Verán ustedes, resulta que lo ascendieron hace pocos meses. Y cualquiera que sepa un poco cómo va eso de la empresa moderna (léase «granja gallinero de ganadería intensiva») coincidirá conmigo en que a menudo un ascenso significa subir un poco el salario y un mucho el trabajo y las responsabilidades. Así que me lo tienen al pobre con la lengua fuera, como quien dice. Que si localizable el día entero por teléfono, que si montones de horas extra (no pagadas, claro, esto es España), que si agobios, que si culpas, etc.
Y quiere volver a su antiguo cargo. Dice que esto del ascenso no era lo que él se esperaba. Vamos, que hasta prefiere quedarse sin trabajo antes que seguir ahí, con eso se lo digo a ustedes todo. Pero ahora es el jefe el que no quiere. Mayormente porque le cuesta conseguir que algún iluso dure en ese puesto. Así que le va dando largas:

- Señor jefe, que yo quiero dejar el puesto este de encargado. Quiero volver a mi antiguo puesto.
- Bueno, bueno, tú espérate un poco más, que yo busque a alguien.

A la semana siguiente:

- Señor jefe, ¿ha encontrado usted ya a alguien para el puesto de encargado, que me vuelva yo a mi antiguo puesto?
- No, aún no, dame un poco más de tiempo.

Y así todas las semanas.
Yo, que lo conozco, y que algo me sé ya de estas situaciones, sospecho que al final Gumersindo cortará por lo sano y se marchará de esa empresa. Eso sí, habrá pasado algunas semanas (o meses) sobreexplotado, incluso para lo que a día de hoy es lo habitual en los trabajos. Y llevándose de bagaje para el futuro su odio por la patronal.

Es caso frecuente entre empleador y empleado. El primero piensa «Me reviento trabajando de Lunes a Domingo para que mis empleados puedan tener un puesto de trabajo, ¿y cómo me lo agradecen? Escurriendo el bulto y robándome siempre que pueden», así que abusos de este tipo en el trato hacia ellos no le parecen excesivos. El segundo piensa «Abusan de mí, así que yo me lo cobro como pueda». Escalada bélica, como pueden ver.

Así estuvieron las cosas en España durante las décadas previas a la Guerra Civil. Supongo que es otra faceta de eso que se llama Las Dos Españas, enfrentadas, intransigentes e irreconciliables.

Al final, claro, no importará quién inició el comportamiento deshonesto. Y nadie se acordará muy bien de por qué. Porque para entonces estaremos aquí todo quisque dándonos de palos, cada una de las partes pensando que está siendo atacada.

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martes, 8 de septiembre de 2009

Explicación para Torpes Escrita por un Torpe - Estadounidenses, No Americanos

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"Sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean una verdad -pensó Bernard, especialista en hipnopedia-."
[Un Mundo Feliz - Aldus Huxley]

"¿Qué es ya Egipto, sino el granero de Roma?"
[Lestat el Vampiro - Anne Rice]

"Y entonces ibas tú y le decías: «Me he comprado unas gafas de sol que polarizan el rayo solar siempre que su inclinación visual no sea superior a noventa y cinco grados, es decir, que no me hieren la retina diréctamente, porque, con una forma cóncava, expulsan el refrejo al exterior y lo anulan.», y él te decía «¿Pero se ve?», y yo respondía «Que digo que son americanas». «Ah, americanas, ¿dónde?», y se compraba otras el imbécil."
[Miguel Gila - Filósofo Español usualmente disfrazado de Humorista]




Veo a menudo a la gente decir «América» cuando quieren decir "Estados Unidos", y «americano» cuando quieren decir «estadounidense». Ello es incorrecto, y tiene sus implicaciones y hasta riesgos (para la sociedad, tranquilos, no para el que lo dice). De modo que, desde mis limitadas capacidades que, lo confieso, me hacen algo torpe para algunas cosas, he decidido concretar los puntos claves de esta cuestión. De manera simplona, ya que tampoco doy para más.

¿Por qué se debe decir «estadounidense» y no «americano»?
Porque está mal dicho. América es un continente, y Estados Unidos es una nación. Si la selección de fútbol de España le gana a la de China, en el subsiguiente destrozo etílico-inspirado de mobiliario urbano la gente, junto al "Cucurru-cucú" (que se cuenta que cantan siempre los borrachos), no corea "Le hemos ganado a Asia". Por muy beodos que vayan. Es, en cierto modo, una manipulación como la que pretenden cuando quieren hacernos decir «Danone» en vez de «yogur».
En realidad es tan fácil de entender que hasta los mismos estadounidenses podrían entenderlo. Si se lo explicaran, claro. Puede que hasta un político llevado al puesto de ministro por alguna secta religiosa lo entendiera.

Entonces ¿por qué no se(nos) los explican para que lo digan (digamos) bien?
Al ministro porque el hombre tiene sus limitaciones.
Para los demás, se llama invasión cultural. Estados Unidos ha estado desde siempre invadiendo/subyugando gradualmente al resto de su continente, al que considera su granero, su patio trasero, o algo así, su alacena de donde coger cosas. Y les viene bien que los demás no veamos eso con malos ojos. ¿Cree usted, amable lector, que usted no se deja engañar por este sicocondicionamiento de grandeza, simpatía y disculpa hacia los USA por sus intervenciones bélicas (léase guerras o invasiones) en el resto de América? Yo también lo creía.

De acuerdo, entonces, ¿por qué lo decimos mal?
Porque los poderosos del mundo, controlando Hollywood al completo, producen películas de cine donde, siempre que es posible, sistemáticamente se dice «americanos» cuando debería decirse «estadounidenses». Sencillamente, que no cuenten con rodar escenas en portaaviones, ni impactantes escenas bélicas con los últimos modelos de aviones los directores de cine que no se plieguen.
Los medios de prensa y los fabricantes de videojuegos hacen tres cuartos de lo mismo.

Qué exageración. Reseñarle a alguien tan pequeño error es ponerse demasiado puntilloso ¿no?
Pues sí, en cierto modo sí. Es que las técnicas de lavado cerebral son sutiles. Por eso ésta ha progresado tanto.
Pero mejor no caiga en la trampa. Cuando uno habla por internet con algún habitante del resto de América, por ejemplo un chileno, comprueba que se molestan ante este uso incorrecto de las nacionalidades. Y tienen razón.
Corríjase y corrija a los demás. Que sea un primer paso para dejar de permitir que FalsiMedia transforme las mentiras en verdades a su libre albedrío. Fíjese lo que ocurre con las palabras «cayuco» y «patera»: ambas son embarcaciones sin quilla, especialmente estables a efectos de permanecer parado en un estanque cazando patos, pero no aptas para navegar a mar abierto, por lo que los inmigrantes que cruzan el estrecho de Gibraltar no pueden hacerlo en ellas; sin embargo la prensa lo ha repetido erróneamente tantas veces, que ya poca gente sabe esta verdad.

Está bien, ¿y si digo «norteamericano»?
En Norteamérica están Canadá, EEUU y Méjico. Con lo que estaremos en las mismas. ¿Y si lo dice usted bien? Acabamos antes. Y no es tan difícil, aunque a los otros les suene inusual.


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lunes, 7 de septiembre de 2009

Reflexiones de un Inadaptado Social - Porqué Escribo

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"Los hombres que no tienen nada que decir hablan a gritos."
[Enrique Jardiel Poncela - Escritor Español]




Les contaré algo divertido (ya era hora, ¿no?) de mi existencia: algunos de mis amigos, suponiendo que tenga de eso, que esa es otra, me aplican a menudo la consigna de "Cuando él hable, tú déjalo". Así, sin más. ¿Que digo que se está acabando el petróleo? Pues como si no hubiera hablado. ¿Que hablo del enésimo golpe de estado o del enésimo campo de concentración que tienen los EEUU por ahí por el mundo? Pues tres cuartos de lo mismo. Ni debate, ni discusión, ni contrastar puntos de vista, ni tratar de que aprendamos aquí todos un poco de la vida. Ellos saben que así, tarde o temprano me callo, de modo que usan su silencio como el menos malo de los sistemas para poder seguir vegetando tan a gusto, sin tener que pensar.
Así que, ante tal coyuntura, y dadas mis intenciones de tratar de hacer un mundo mejor, fui no hace mucho a una reunión de vecinos de la comunidad. Ahí sí que podría yo ayudar en lo que sea. Más entre gente seria, padres de familia preocupados por su sociedad y tal. O al menos me callaría si procedía y aprendería de la experiencia, que también está bien. A veces la mejor forma de alimentar un debate es guardando silencio, y vaya que necesita proliferar en debates esta nuestra sociedad en la que sólo unos pocos elijen (mayormente subirse el sueldo).
Era una reunión un tanto tumultuosa, porque en la urbanización somos muchos vecinos. No bien el administrador sacó el primer punto del día, pintar el edificio, surgieron las discusiones por el color:

- Pues yo sugiero pintarlo de verde. - dice un vecino.
- Anda, hombre, ¿cómo lo vas a pintar de verde? Qué barbaridad es esa. Para que parezca esto una botella de vino. - le increpa mano en alto otro vecino, sonriéndose ante su ocurrencia. Yo no me sonrío mucho, no, al menos hasta que me imagino de dónde se la ha sacado. - Esto tiene que ir de blanco.
- ¿De blanco, con lo sucio que es? Tú estás loco. - dice un tercer vecino.
- Loco tú, que tienes al perro ese que se pasa el día ladrando. - dice un cuarto vecino de trifulcas.
- Mi perro no ladra. Al menos cuando yo estoy en casa. - responde el tercero levantándose de la silla.
- Bueno, bueno, caballeros, volvamos a la pintura por fa... - trata de decir el administrador.
- ¿Y tu niño, que deja la bicicleta atada en la escalera, a pique de que alguien tropiece y se parta los morros? - dice un quinto. Por lo visto esto es como las peleas de las películas USA esas, en las que dos se enzarzan, y se empieza a pegar todo el bar.
- Señores, señores, yo creo que verde no es un mal color. - logra decir el administrador alzando las manos como el que se rinde en la guerra.
- Claro, como que tu cuñado es el de la fábrica de pinturas. A saber qué comisión te llevas por ese color.

En fin, les ahorraré más detalles. Más que nada porque no sé mucho más, ya que me marché cuando al poco rato la cosa había degenerado hasta el punto en que un grupo de vecinos empezaron a corear "¡BLANCO!¡BLANCO!¡BLANCO!". El abuelete del cuarto piso, que estuvo preso tras la guerra civil y anda medio sordo, me confesó después que creía que estaban coreando "!FRANCO¡!FRANCO¡!FRANCO¡". Así tenía esa cara de susto, el hombre, cuando yo salía por la puerta; él sí que se había quedado blanco.

 Decidí que lo mejor sería irme a mi ordenador a seguir escribiendo, con la esperanza de que alguien me leyera lo publicado y pudieran, aunque sólo sea a pequeña escala, iniciarse debates constructivos sobre el mundo que nos rodea.

A día de hoy no conozco otro método. Gracias, internet.


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domingo, 6 de septiembre de 2009

Medicandose por Afición

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FalsiMedia, que ya he dicho en alguna ocasión que es el nombre que los internautas de pro (o sea, los más inadaptados sociales de todos) damos a la prensa escrita, radio y televisión, nos corea a menudo que no debemos aconsejarnos medicamentos entre nosotros (esto es, sin médicos ni farmacéuticos por medio), e incluso cita a la automedicación como uno de los grandes problemas de salud en nuestra sociedad. "Ante cualquier duda, acuda a su médico" nos dicen.
Bien, pues algo de razón tienen, que más de una vez me ha dicho el amigo de turno: "Tú te compras Polimorfindurrín 10mg, te tomas media tableta, y se te quita eso, fijo", y luego nada de nada, tiempo perdido.
Pero también eso me ha pasado con el médico hecho y derecho, ¿a quién no? Con la diferencia de que he tenido que pedir hora, esperar días (cuando menos) a la cita, horas en la sala de espera, y aguantar algún que otro trato displicente. Y es que, en España al menos, hemos tenido durante mucho tiempo una situación de intocabilidad del médico tras su escritorio, con su aire distante, cuando no de suficiencia o de sabio en la montaña, infalible en sus postulados y al que es de necios no ya discutirle, sino meramente consultarle el porqué de que nos recomiende tal o cual medicamento, o tal o cual terapia. Que te tomes la pastilla y a tu casa. Y callado, que soy infalible. Si los cardiólogos prohibían el pescado azul en la década de los 70 yo no quiero saber nada de eso.
Y eso no es medicina. Medicina requeriría que el galeno nos siguiera a casa o nos acompañara durante el día (varios días incluso) para analizar nuestros hábitos. Medicina requeriría multitud de preguntas al paciente y hablar largo y tendido con él para determinar el origen de sus males. Medicina requiere, más que una actitud de computador dispensador automático de medicamentos, el conocer en profundidad al paciente; al menos en las facetas que sea necesario conocer. ¿Sueno ridículo? Bien, quizá no sea factible llegar a tanto, pero un médico del barrio, al que podríamos saludar a diario y que nos preguntara por nuestro dolor de espalda al cruzárnoslo no suena tan inalcanzable.
En lugar de ello tenemos a un extraño que atiende a otro extraño al que se quiere quitar de encima cuanto antes, y cuya salud le importa en realidad, y posiblemente, muy poco. Es lo que tiene el mundo moderno individualista y competitivo: el prójimo es un presunto competidor; y eso incluye al paciente.
¿Y qué pueden hacer ellos, probablemente abnegados la mayoría, ante la avalancha de pacientes que el modo de vida desbocado de nuestro sistema socioeconómico ha provocado y que les obliga a disponer de escasos minutos por enfermo? ¿No es fácil, entonces, que cedan al trato frío (eufemismo para no decir que a veces lo tratan a uno como a un ternero)?

Parece que la recomendación del amigo, quien sabrá poco de medicina, pero al menos se interesa por nuestra salud y conoce algo de los factores que rodean nuestra vida, no ha de ser siempre por fuerza algo tan absurdo.


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sábado, 5 de septiembre de 2009

Respeto por el Cliente

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El otro día, tras sacar yo el teléfono móvil del bolsillo para responder una llamada, me dice mi buen amigo Gumersindo Amador:

- A ver si lo cambias, el móvil.
- ¿Que lo cambie? ¿Que lo cambie por qué? ¿Por una palangana? Si yo necesito el móvil. - le respondo yo extrañado.
- No, hombre, no. - se ríe él de mi ingenuidad, cosa harto fácil en mi presencia - Que lo cambies por otro.
- ¿Que lo cambie por otro? ¿Y para qué? A ver si va a ser esto como lo del despido libre ese que quieren los empresarios, aduciendo que así podrán contratar a otros trabajadores, ¿qué se pretenderá cambiando a un trabajador por otro? Para eso me quedo con el que tengo.
- Que lo cambies por otro más nuevo, que no te enteras de nada. - zanja él la cuestión.
- Ah, ya, ya entiendo... - le digo yo.

 En realidad es una forma de hablar. No acabo de entender las razones del cambio, si el que tengo me funciona bien. Gumersindo se me queda mirando, porque me conoce, y sabe que estoy a punto de seguir preguntando.

- Bueno, no, está bien, no lo entiendo ¿para qué quiero cambiarlo por uno nuevo? ¿Es que con los nuevos llamar es gratis? - le inquiero.
- No. Pero ese que llevas tiene más años que la tarara. - dice él.

 No estoy muy seguro de cuántos años tendrá la tarara esa, de hecho ni siquiera sé muy bien quién es, pero dudo que mi móvil tenga más años que esa señora (o ente, o lo que sea). Más que nada porque ni siquiera creo que pueda decirse que mi móvil tenga «años».

 El suceso me recuerda una vez que leí un artículo sobre la evolución de la televisión. Al parecer, ponía, los primeros televisores en color no salieron al mercado durante mucho tiempo porque los fabricantes consideraban un insulto al cliente que se había comprado un televisor en blanco y negro el pedirle que se comprara ahora otro en color. Incluso quien, contrariamente a los cantos de sirena que vendían con su propaganda, no se lo había comprado, ¿resultaría ahora que había hecho lo correcto, pues su espera le permitiría comprarse uno en color? Eran otros tiempos, desde luego.
 Ahora, cuando tuve una colección de películas en formato Betamax para el videoreproductor del salón, me vi obligado a comprarme uno VHS por la obsolescencia del formato; y a rehacer otra colección, claro. Pero es que luego llegó el formato DVD, y otra vez a coleccionar. Y del más reciente Bluray ese mejor ni hablar.
 Bueno, pues hete aquí que me entero de que, según se cuenta por los mentideros de internet, los 20 millones de aparatos de TDT (Televisión Digital Terrestre) esos que se ha comprado la gente en España para poder ver... lo mismo que ya veían, esto es, la televisión, resulta que no serán compatibles con no sé qué TDT Premium nuevo. Y eso que la mayoría de gente que conozco que se lo compró lo hizo hace uno o dos años, como mucho.

 ¿Seremos lo bastante tontos para comprarnos otros 20 millones de aparatos de TDT?


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viernes, 4 de septiembre de 2009

Puesta de Sol

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"La felicidad aquí abajo y la bendición de la Liberación, tanto sobre la tierra como en el más allá, pueden ser alcanzadas haciendo de cada acto humano y de cada función un acto de adoración."
 [Swami Sivananda]

"La felicidad es el estado natural del hombre. Cuando no eres feliz hay una razón para ello. Cuando eres feliz no la hay."
 [Maestro Indio Osho - Místico Espiritual Hindú]

"La contemplación es la clave de la meditación. Contempla tu mente. No hagas nada: ni repetir un man­tra, ni repetir el nombre de Dios. Só­lo observa lo que la mente hace. No la perturbes, no la obstaculices, no la re­primas; no emprendas nada por tu parte. Limítate a ser un observador."
 [La Meditación: Hacia el Centro de tu Ser - Maestro Indio Osho]

"Si usted quiere, señorita, podemos irnos a mirar al mar como dos gilipollas."
 [Makinavaja: El Último Choriso - Ivá]



 Hoy he podido contemplar una puesta de sol. Así, como en las películas.
 Me he ido a un sitio alto de la costa y he visto un ocaso de esos con todos los colores que creo yo, así a bote pronto, que existen: el azul del mar, el verde de la vegetación, el amarillo pasando a naranja y rojo del gradiente solar tras la montaña, el negro de la noche en el cielo, y hasta algo de blanco quedaba por las nubes donde se ponía el sol. Vamos, creo yo que no faltaba ninguno, que lo mismo sí.
 Y, aunque por el camino, antes de llegar, me han entrado ganas de tomarme una hamburguesa con sabor a plástico (malditos anuncios de carretera, te llegan a traición), cómo sería la posterior experiencia, que luego, sentado mirando despedirse al día, se me han quitado las ganas hasta de tener un coche nuevo, mire usted qué cosas.
 Y diría que me ha servido para entender porqué afirmaba el Maestro Indio Osho, uno de los más grandes místicos del siglo XX, que la contemplación es el camino a la felicidad total y exaltadora. Él creo que lo decía también para la contemplación al interior de uno mismo, pero bueno, por algo se empieza.

 Lo único que me ha dejado con mi algo de intranquilidad de la experiencia es que creo haber obtenido un beneficio sin pagar nada a cambio.
 Lo mismo he vulnerado alguna ley, vaya uno a saber.


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jueves, 3 de septiembre de 2009

Y Dale con la Gripe Falsaria

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 Chiflados. Nos hemos vuelto chiflados. O idiotas. O, más concisamente, borregos, que para el caso es lo mismo.
 Da igual que desde el principio nos digan que la gripe A esa es una gripe normal (la gripe tiene muchas cepas), que no es más virulenta ni más peligrosa. Que si se muere uno no es por ella, sino más bien porque agrave otra patología. Tampoco importa que sepamos que de la gripe no se muere alguien así como así. Y, desde luego, tampoco se puede decir que los tropecientos médicos avisando de la trola hayan logrado mucho, no. De la prensa alternativa ya ni les cuento, que eso lo leen cuatro inadaptados sociales. Dan igual los esfuerzos de muchos por divulgar (vía internet, claro, ¿o se creen que los grandes medios están a nuestro alcance?) que aquí lo que querían los trileros de las grandes farmaceúticas era vendernos choporrocientosmil millones de vacunas. Nada de eso ha servido.
 Los grandes medios de prensa han logrado montar sus escenitas y meternos el miedo en el cuerpo hasta el punto de que ya me están diciendo las mujeres que no se las debe saludar con un beso, que se les contagia la gripe esa.

 Qué ganitas que tengo de encontrar dónde se para el mundo, para bajarme.
 Incluso veremos a ver si todavía no me bajo en marcha.

 MÁS INFORMACIÓN (total, ¿para qué?, se pregunta uno):

- La Gripe (I)
- La Gripe (II)


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